¿Cómo será esto, pues no conozco
varón?
Lc, 1:34
María, hermosa por ser
pura
“Se dice que la mujer es vanidosa y que frecuentemente puede pasar
horas ante el espejo. Nos haría muy bien ponernos con mayor frecuencia ante
otro espejo: la imagen de una mujer, que por deseo divino, es espejo, modelo de
todo su sexo: María.
Esta mujer lleva en si las riquezas con que Dios creador adorno a la
mujer; ella atesora ese bien inmenso de la verdadera feminidad, para todos los
tiempos. Todo cuanto Dios previo para la mujer, tomo figura en María, el
prototipo de su sexo.
Estamos aquí ante una mujer plena en su pureza paradisíaca, en su
dignidad y hermosura paradisíacas, ante una naturaleza femenina integra.
Los filósofos dicen que la belleza es la armonía del orden querido
por Dios.
María es el orden perfecto porque su personalidad entera deja ver el
orden primario de la naturaleza humana querido por Dios.
María, evidencia el resplandor de una inexpresable armonía de cuerpo
y alma.
La verdadera belleza en el sentido de Dios- y atendiendo a la belleza
de María- está fundamentada en una pureza autentica y profunda.
En cualquier parte donde pasa María virgen, allí crecen y florecen
azucenas de pureza y hermosura. La azucena es inseparable de la
belleza
Podemos ver en ella, como en un espejo, nuestra propia grandeza y
apreciar como Dios creó a la mujer
Nosotras, reflejos de María, queremos aprender a asemejarnos a ella,
de modo que lo que se dice de María se pueda aplicar, si bien en un grado muy
pequeño, a nosotras.
Si por lo menos queremos ser, pequeñas María, hemos de mostrar e
irradiar, dar forma y vida por doquier a esta imagen de sol.” (María, si
fuéramos como Tu- PJK)
Su virginidad es un llamado a abrirnos, con una actitud de pobreza
espiritual, como los niños, a la palabra y a la acción de Dios en nuestra vida y
en el mundo.
ORACIÓN
En tu poder y en tu bondad fundo mi vida, en ellos espero confiando
como un niño, Madre Admirable, en Ti y en tu Hijo, en toda circunstancia creo y
confío ciegamente.
Amen
Y me consagro a Ti, diciendo: Oh, Señora
mía, Oh, Madre mía. . . . . . . . . .
PROPÓSITO
Practico la confianza de un niño todo el
día.
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