jueves, mayo 04, 2017

Mes de María - Día 4



¿Cómo será esto, pues no conozco varón?
Lc, 1:34

María, hermosa por ser pura
“Se dice que la mujer es vanidosa y que frecuentemente puede pasar horas ante el espejo.  Nos haría muy bien ponernos con mayor frecuencia ante otro espejo: la imagen de una mujer, que por deseo divino, es espejo, modelo de todo su sexo: María.
Esta mujer lleva en si las riquezas con que Dios creador adorno a la mujer; ella atesora ese bien inmenso de la verdadera feminidad, para todos los tiempos. Todo cuanto Dios previo para la mujer, tomo figura en María, el prototipo de su sexo.
Estamos aquí ante una mujer plena en su pureza paradisíaca, en su dignidad y hermosura paradisíacas, ante una naturaleza femenina integra.
Los filósofos dicen que la belleza es la armonía del orden querido por Dios.
María es el orden perfecto porque su personalidad entera deja ver el orden primario de la naturaleza humana querido por Dios.
María, evidencia el resplandor de una inexpresable armonía de cuerpo y alma.
La verdadera belleza en el sentido de Dios- y atendiendo a la belleza de María- está fundamentada en una pureza autentica y profunda.
En cualquier parte donde pasa María virgen, allí crecen y florecen azucenas de pureza y hermosura. La azucena es inseparable de la belleza
 Podemos ver en ella, como en un espejo, nuestra propia grandeza y apreciar como Dios creó a la mujer
Nosotras, reflejos de María, queremos aprender a asemejarnos a ella, de modo que lo que se dice de María se pueda aplicar, si bien en un grado muy pequeño, a nosotras.
Si por lo menos queremos ser, pequeñas María, hemos de mostrar e irradiar, dar forma y vida por doquier a esta imagen de sol.”  (María, si fuéramos como Tu- PJK)
Su virginidad es un llamado a abrirnos, con una actitud de pobreza espiritual, como los niños, a la palabra y a la acción de Dios en nuestra vida y en el mundo.

ORACIÓN
En tu poder y en tu bondad fundo mi vida, en ellos espero confiando como un niño, Madre Admirable,  en Ti y en tu Hijo, en toda circunstancia creo y confío ciegamente.
Amen
Y me consagro a Ti, diciendo: Oh, Señora mía, Oh, Madre mía. . . . . . . . . .
PROPÓSITO
Practico la confianza de un niño todo el día.


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