Hijo mío, ¿por qué nos has hecho esto? Lucas 2,
48
“Tal vez ya han pensado alguna vez acerca de cómo se dio en realidad
la relación entre el Señor y María. Agudizando la pregunta hasta lo último. La
misma reza: ¿Quién educo y quien fue educado? ¿La Madre educo al Señor, o el
Señor a su Madre?
Supongo que ustedes, en una u otra oportunidad, ya habrán elaborado,
por si mismos, sus ideas al respecto.
¿Y porque esta pregunta? Por una parte, el Señor era Dios; y por
otra, María era una persona humana; aunque concebida sin pecado, era, al fin y
al cabo, un ser humano.
Recordemos brevemente, una situación que, con frecuencia, ya ha sido
objeto de nuestra reflexión: El Señor tiene doce años de edad; sube con su Madre
y con José hacia Jerusalén. Y él, en lugar de regresar con ellos a casa, se
queda, por lo visto, en forma totalmente arbitraria.
El comportamiento entero de Jesús se aparta completamente del marco
habitual. No solamente se queda sin permiso de su Madre y, por ello, el padre y
la madre se preocupan ¡sabe Dios cuanto. .
Simplemente, no lo entendieron, María no comprendió en absoluto como
Jesús podía hacer semejante cosa. Pero su fe era extraordinariamente
grande.
(La
actualidad de María – PJK)
“La Virgen María encarna de esta forma la actitud básica que
corresponde a la creatura frente a Dios: Ella es la personificación de la
capacidad de recepción y apertura ante Dios, como nadie, ella conoce y penetra
en su Reino, porque interiormente es como los niños.
Dos sentencias, la primera es de Pestalozzi: “La mayor desgracia del
hombre actual es la pérdida del sentir de niño, porque ello imposibilita la
actividad paterna de Dios” y la segunda de Tagore: “Dios quiere que, en santa
sabiduría, reconquistemos nuestro ser de niños”. Esta actitud la alcanzamos en y
a través de la Virgen María” (Hacia una nueva cultura mariana –PJK)
ORACION
Tu congregas a los que están dispuestos, Señor,
a atarse libremente en ti a los deseos del Padre,
y que están orgullosos de los clavos
de la obediencia,
como corresponde a una esposa de Cristo,
a un hijo de Dios
Siempre quiero decidirme
con lucida libertad;
solo la obediencia
guiara mi amor;
y el plan de amor del Padre, eternamente valido,
podrá así realizarse en mi existencia.
Y me consagro a ti, diciendo: Oh Señora mía, Oh Madre mía. . . . .
PROPÓSITO
Propiciar
que la asistencia a la misa dominical sea el evento familiar más importante del
día.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario