viernes, noviembre 28, 2008

Corona de Adviento

La Corona de Adviento tiene su origen en una tradición pagana europea que consistía en prender velas durante el invierno para representar al fuego del dios Sol, para que regresara con su luz y calor durante el invierno.

Los primeros misioneros aprovecharon esta tradición para evangelizar a las personas. Partían de sus costumbres para enseñarles la fe católica.

En este Adviento podríamos preparar la "Corona de Adviento", no sólo para adornar nuestra casa, sino también para vivir interiomente esta preparación a la venida de Jesús.

La corona tiene diversos símbolos:

La forma circular: El círculo no tiene principio ni fin. Es señal del amor de Dios que es eterno, sin principio y sin fin, y también de nuestro amor a Dios y al prójimo que nunca debe de terminar.

Las ramas verdes: Verde es el color de esperanza y vida. Dios quiere que esperemos su gracia, el perdón de los pecados y la gloria eterna al final de nuestras vidas. El anhelo más importante en nuestras vidas debe ser llegar a una unión más estrecha con Dios, nuestro Padre.

Las cuatro velas: Nos hacen pensar en la oscuridad provocada por el pecado que ciega al hombre y lo aleja de Dios. Después de la primera caída del hombre, Dios fue dando poco a poco una esperanza de salvación que iluminó todo el universo como las velas la corona. Así como las tinieblas se disipan con cada vela que encendemos, los siglos se fueron iluminando con la cada vez más cercana llegada de Cristo a nuestro mundo. Son cuatro velas las que se ponen en la corona y se prenden de una en una, durante los cuatro domingos de adviento al hacer la oración en familia.

Las velas pueden ser de diferentes colores, todas rojas, o blancas o verdes, o moradas. Algunos acostumbran usar diferentes colores: una morada, una roja, una rosa y una blanca. Hay quienes acostumbran poner tres velas moradas y una rosa o blanca. Se prenden primero las moradas que nos recuerdan que es tiempo de penitencia, de conversión. La blanca o rosa significa la alegría de la llegada de Jesucristo.

Las manzanas o globos rojos que adornan la corona: Representan los frutos del jardín del Edén con Adán y Eva que trajeron el pecado al mundo pero recibieron también la promesa del Salvador Universal.

El listón rojo: Representa nuestro amor a Dios y el amor de Dios que nos envuelve.

La corona se podría colocar en un sitio especial de la casa, un lugar fijo donde se quedará todo el adviento y donde la puedan ver los niños para que constantemente recuerden la venida de Jesús y la importancia de prepararse para ese momento.

Si no se ha llevado la corona a una parroquia para bendecirla, podrá hacerlo el papá o la mamá con la siguiente oración:

Señor Dios, bendice con tu poder nuestra Corona de Adviento para que, al encenderla, despierte en nosotros el deseo de esperar la venida de Cristo practicando las buenas obras, y para que así, cuando Él llegue, seamos admitidos al Reino de los Cielos. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén

Oración para cada domingo
Jesús, ven entre nosotros, queremos compartir tu venida, queremos recibirte con un corazón transformado. Nosotros esperamos que nos regales tu luz, tu paz y tu amor.
¡Ven, Señor Jesús!

Primer domingo
La primera vela será la luz de mi alegría y mi sonrisa. La ofreceré a todos sin distinción, generosamente y por propia iniciativa.
Encendemos Señor, esta luz, como aquel que enciende su lámpara para salir en la noche al encuentro del amigo que viene. En esta primera semana queremos prepararnos para recibirte con alegría.
¡Ven, Señor Jesús!

Segundo domingo



La segunda vela será la luz de mi plegaria sencilla y sincera. Ofreceré mi oración al Señor pidiendo por mi familia, amigos, seres queridos, mi patria, y todos los que necesitan de su amor y comprensión.
Los profetas mantenían encendida la esperanza de Israel. Nosotros, como símbolo encendemos estas dos velas. Que cada uno de nosotros, Señor, te abra su vida para que brotes, para que florezcas, para que nazcas y mantengas en nuestro corazón encendida la esperanza.
¡Ven pronto, Señor Jesús!

Tercer domingo





La tercera vela será la vela de mi perdón
Tenderé mi mano a todos para que me perdonen. Tenderé mi mano para ofrecer reconciliación y perdón.
Me dice Jesús: "Si tú quieres que Dios te perdone, debes ser capaz de perdonar...".
Y en estas situaciones es más grande el que da que el que recibe.
Cuando encendamos estas tres velas, cada uno de nosotros quiere ser luz como Jesús, para regalar amor y misericordia como Él nos regala.
¡Ven, Señor Jesús a salvarnos, envuélvenos con tu luz y caliéntanos con tu amor!

Cuarto domingo
La cuarta vela será la vela de mi cariño. Repartiré buenas palabras, gestos amables y llenos de ternura.
Mi intención es amar porque Dios nos amó primero, porque donde hay amor verdadero, allí está Dios, porque Dios es amor.
Al encender estas cuatro velas, pensamos en María, su Madre y nuestra Madre. Ella esperó al Niño con ternura, con alegría y sus brazos fueron la cuna más hermosa. Preparémonos para que encuentre en nuestros brazos y en nuestro corazón ese amor y esa alegría.
¡Ven pronto, Señor, ven a salvarnos!

miércoles, noviembre 26, 2008

Noviembre 2008

Queridas madres de Federación:

Estamos finalizando el año litúrgico, y comenzaremos el Ciclo B con el primer domingo de Adviento el próximo 30 de noviembre.

Este tiempo fuerte nos prepara para un nuevo nacimiento del Niño Jesús. Algo que ya pasó, ¿puede volver a pasar? Algo que sucedió hace más de 2.000 años no puede caer en el olvido, sino que es algo que permanece en el tiempo. Es el Dios creador que se hace pequeño para estar entre nosotros y poder acompañarnos. Él quiere venir a nuestra vida personal y familiar para regalarnos su ternura, su amor, su perdón, su solidaridad, para que nosotros podamos llevarlo a los demás. Jesús quiere que encontremos en cada persona su rostro de niño indefenso para que le regalemos gestos de amor.

El domingo pasado, Jesús nos dice cómo debemos comportarnos con nuestros hermanos: “porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; estaba de paso, y me alojaron; desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; preso, y me vinieron a ver. Los justos le responderán: 'Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; sediento, y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos de paso, y te alojamos; desnudo, y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o preso, y fuimos a verte? 'Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo”.

Esto significa que tenemos que estar preparados para encontrar a Jesús en cada persona que espera de nosotros ayuda, consuelo, esperanza. Y como la vida es un ir y venir, nosotros tampoco estaremos solos con nuestros sufrimientos, con nuestras alegrías y anhelos, porque Dios está con nosotros, Dios se hace niño porque quiere quedarse en nuestro corazón, quiere vivir con nosotros. Él espera que le hagamos un lugar en nuestro corazón y en nuestra casa, y que festejemos su nacimiento, su cumpleaños con Él y no olvidándonos de qué es lo que celebramos. Tantos preparativos, regalos y comida, no tienen que hacernos olvidar el verdadero sentido de la Navidad.

No nos pide grandes cosas, sino que lo dejemos entrar, que intensifiquemos nuestra entrega y nuestra vida de oración, que vivamos en una actitud de servicio y de entrega al hermano que es donde habita Jesús. Que tengamos un corazón sencillo, arrepentido, alegre, reconciliado conmigo mismo y con los demás. Si en nuestro corazón hay rencor o dolor por el alejamiento de alguien, sepamos pedir y regalar perdón. Que en momentos difíciles sepamos regalar alegría y esperanza. Esa alegría y esa esperanza que surge de saberme y sentirme amada por el Padre que nos regaló a su Hijo.

La Madre Teresa de Calcuta, en “Tengo Sed de Ti”, nos recuerda las palabras del Apocalipsis: “Mira que estoy a la puerta y llamo…” y luego piensa que Jesús le dice: “Yo ahí estoy, esperando hasta la más pequeña sugerencia de invitación que me permita entrar. Y quiero que sepas que cada vez que me invitas, Yo vengo siempre, sin falta. Vengo en silencio e invisible… Vengo con mi misericordia, con Mi deseo de perdonarte y de sanarte, con un amor hacia ti que va más allá de tu comprensión… Vengo deseando consolarte y darte fuerzas, levantarte y vendar tus heridas. Te traigo Mi Luz, para disipar tu oscuridad y todas tus dudas… Vengo con Mi paz, para tranquilizar tu alma...”.

Es Jesús quien tiene sed de mí porque yo soy valiosa para Él, Él me ama tal como soy y está esperando mi respuesta. Él espera que le haga un lugarcito en mi corazón para poder transformarme en un jardín en flor. En Belén no había lugar para Él. ¿Lo encontrará en mi corazón? Él buscó un lugar humilde para nacer, es por eso que tengo que desprenderme de todo orgullo, vanidad, tristeza, ruidos, para que pueda entrar en mi corazón.

Jesús nace nuevamente en esta Navidad porque quiere llenar de alegría y de sentido nuestras vidas y quiere ser nuestro modelo a imitar. Miremos una vez más hacia adentro de nosotras mismas para que nazca la mujer nueva. En Él podemos vivir nuestro constante nacer de nuevo y todos nuestros esfuerzos para que se realice en nosotras el “Milagro de la Nochebuena”.

El P.Carmona en su plática del Evangelio de los talentos, nos dijo que lo que no se trabaja se pierde, mientras que lo que se trabaja se multiplica. Sus palabras me llevaron a reflexionar, si desde el Adviento anterior he multiplicado los talentos de la fe, del amor, de la entrega, de la solidaridad. Si los he multiplicado en mí, en mi familia, en mi trabajo, en mi entorno.

Jesús nos invita a ser generosos, a darnos por amor y no por obligación. Entre nosotras, cristianas y federadas deberíamos desterrar la palabra “cumplo” y reemplazarla por el amor. No podemos decir que cumplo con la Misa, con el Horario Espiritual, con mis tareas y compromisos, con mi prójimo y con mi trabajo, sino que por amor voy a Misa, por amor hago mi HE, por amor conquisto actitudes marianas, por amor hago las tareas de mi casa y de mi trabajo, y todo eso lo ofrezco con amor para transformar mi corazón y el de los que me rodean.

De la mano de María, preparemos el camino de la nueva venida de Jesús con medios concretos para que en mi corazón y en mi entorno se viva un nuevo Belén donde reine la alegría que cantaron los pastorcitos ante el Niño Dios.

Les deseo a cada una un bendecido y fecundo Adviento y una feliz Navidad junto a sus familias. Las abrazo con mucho cariño,

M.Inés E. de Podestá

domingo, noviembre 16, 2008

Cumpleaños P. José Kentenich


Hoy es el verdadero cumpleaños de nuestro Fundador. Aunque en muchos documentos oficiales figura como fecha de nacimiento del P.José Kentenich el 18 de noviembre de 1885, él nació en Gymnich el 16 de noviembre.

Leyendo el libro "Los años ocultos. Padre José Kentenich infancia y juventud (1885-1910)" de Dorothea M.Schlickmann, descubro algo que no sabía y se aclara el por qué de las dos fechas. El Padre nace el día 16 en la casa de sus abuelos maternos, en el pueblo de Gymnich. Ese día se celebraba una kermés en honor del patrono de la parroquia, San Cuniberto.

Por este motivo, las oficinas públicas estaban cerradas y recién se pudo inscribir su nacimiento el 18 de noviembre, tomándose como fecha de nacimiento el día de su registro.

Sin embargo, él, su madre, sus parientes y la Familia de Schoenstatt reconocen como fecha de su nacimiento el día 16. Así también se consigna en el certificado de egreso del orfanato de Oberhausen y en la inscripción en el seminario palotino de Ehrenbreitstein (pág 23).

En una carta de 1926 la madre le escribe "El próximo mes, el día 16, cumplirás 41 años. Si vuelves a portarte bien durante otro lapso similar,seguramente irás al cielo". Efectivamente, el Padre falleció a los 82 años (pág 23).

Celebremos doblemente su cumpleaños, el 16 y el 18, día de Alianza, agradeciendo su legado y asumiendo fielmente su misión.

sábado, noviembre 15, 2008

“La palabra autoridad ha perdido su inocencia ¿Es posible rescatarla?”
P. Guillermo Carmona

Nos molesta y cuestiona la caricatura de la autoridad en los diversos campos de la vida: familiar, social, político, jurídico. Nos duele la mentira institucionalizada, la incoherencia, la falta de honestidad y credibilidad: las “valijas voladoras”, el dinero extranjero y nacional para las campañas políticas, los ajustes de cuentas, los juicios inconclusos, el enriquecimiento descarado… El botón de prueba, y que toca el bolsillo de cada persona, es la inflación. Cuando en enero de 2007 el Indec comenzó a manipular el índice de precios, surgió la sorpresa y la protesta. Diarios afines y lejanos al gobierno consignaron la mentira y denunciaron las incongruencias. “Las modificaciones se extendieron como una metástasis y los analistas creen que el IPC real duplica el oficial”, consignaba entonces un comentarista político.

La urgencia de contar con buenos dirigentes
El clamor por autoridades que despierten adhesión y confianza se presenta hoy -a diferencia de otros tiempos- con especial urgencia. Estamos en tiempos de “cambios epocales” (José Kentenich), con sus “dolores de parto” y búsqueda de una nueva cultura, concepción y práctica de la autoridad. Un desafío especial se percibe en la familia: los padres no son artículos de lujo que pueden estar o no en el ajuar de nuestros hogares. Son piezas esenciales para la convivencia humana, para la sanidad y estabilidad de las personas.

Tareas de la autoridad y sus incongruencias
La primera tarea de la autoridad -en el hogar, la escuela y el ámbito público- es promover el orden y la justicia. Nos cuesta ver cómo la ley no se valora, se la burla y ridiculiza. Los ciudadanos y el gobierno estamos en deuda cuando no la respetamos. Cuando cunde la “anomia” (etimológicamente: “sin norma”) es decir, la incapacidad de aplicar los medios y las consecuencias lógicas de su no cumplimiento, rige la ley de la jungla, del más fuerte, del matón.

Una segunda tarea de la autoridad es garantizar la seguridad y la paz. Los niveles de inseguridad en nuestra patria afectan a todos, sin distinción del grupo social y del lugar donde se habita. Los estudios comparativos -respetando sus márgenes de error- indican que la cantidad de delitos aumentó considerablemente en la Argentina, como también el número de armas en el mercado negro. Si bien hay países donde la violencia es mayor, estudios serios afirman que la conciencia de inseguridad de los argentinos es una de las más altas del mundo.

Una tercera misión de la autoridad es el servicio a la vida ajena. La palabra “vida” tiene diversas acepciones: física, psíquica, espiritual y social; comienza en el seno de la madre y se prolonga hasta la muerte natural. La autoridad debe aprender a servir: ella no está para fagocitarse a sí misma, sino para ayudar al bien común. La prensa ha sacado a relucir cómo la autoridad se ha aprovechado del poder para acumular dinero y hacerse rico. Es difícil no contaminarse con las tentaciones cotidianas del dinero. El desafío es superar la usura y ayudar a todos: las desigualdades -muchas veces aberrantes y al alcance de la mano- gritan al cielo por una mayor justicia. Basta visitar las escuelas de zonas marginales o sencillas y compararlas con aquellas ubicadas en barrios cerrados o "countries".

El desafío de toda autoridad: adquirir la autoridad moral
José Kentenich (1885-1968) fue uno de los primeros en hacer la distinción entre autoridad jurídica y moral.

La autoridad jurídica es la potestad delegada -ya sea por la ley natural o por el pueblo- para ejercer la autoridad.

La autoridad moral es la que se adquiere por un ejercicio virtuoso de la misma: genera confianza y adhesión, nunca seguimiento ciego. José Kentenich la llama “Auctoritas”, y explica que viene de una palabra latina: “ser autor de la vida”.

En la familia, por ejemplo, los padres tienen la patria potestad. Poseen una autoridad jurídica. La autoridad moral la adquirirán si la ejercen con amor, protegiendo, conduciendo y ofreciendo su tiempo y esfuerzo para servir a sus hijos.

La autoridad jurídica debería adquirir la autoridad moral para ser eficiente y lograr sus objetivos. Esto sólo se alcanza a través de cinco presupuestos: la calificación para ejercer esta autoridad; la coherencia de vida; el servicio generoso a los demás; la humildad -capacidad de autocriticarse y aceptar la crítica de otros-; la permanente creatividad para buscar salidas genuinas a los problemas.

Sería sugerente hacer una evaluación y preguntarse si nuestras autoridades cumplen hoy estos requisitos.

Todo grupo social requiere autoridad jurídica, pero lo que más necesitamos es de la autoridad moral. Muy a menudo los líderes dedican dinero, tiempo y esfuerzo para cultivar su "imagen". Pero olvidan que el verdadero carisma sólo se gana con la credibilidad, el esfuerzo y el desinterés.

Volver a la fuente
Ser autoridad exige dedicación y compromiso. El ejercicio de la autoridad es exigente. Un ejemplo preclaro de autoridad -para creyentes o agnósticos- es Jesucristo. En la hondura de la autoridad de Cristo está la imagen bíblica del Buen Pastor. Releer el texto de Juan 10 es sumergirse en el misterio más pleno de toda paternidad. Hoy lo precisa y lo merece nuestro pueblo.

viernes, noviembre 14, 2008

El hombre humilde no es nervioso
Padre Nicolás Schwizer

Una actitud que nos ayuda a superar los límites y las debilidades de nuestra vida es la humildad. ¿Qué es la humildad? Dice el Padre Kentenich, fundador del Movimiento de Schoenstatt: “Humildad es la virtud moral por la cual el hombre se experimenta totalmente débil, cuando está separado de Dios, y totalmente fuerte cuando está sumergido en Dios”.
Humildad es algo muy distinto de sentimientos o complejos de inferioridad: estos son expresiones de desaliento o depresión. En nuestro tiempo muchos sufren de estos complejos y sentimientos, sobre todo personas con temperamento melancólico.

La humildad como pequeñez y grandeza
La humildad contiene dos sentimientos de vida aparentemente opuestos: pequeñez y grandeza. Quien solamente experimenta su pequeñez, a la larga caerá en complejos de inferioridad. En cambio, quien sólo experimenta la grandeza se hará orgulloso y presuntuoso. En María, el ser humano por excelencia, se da el perfecto equilibrio: en sí misma se siente pequeña, pero a la vez, se siente amada y engrandecida por Dios.

Humildad como grandeza es, entonces, saberme aceptado, valorado y querido por el Padre. Es el reposo en un tú que me da seguridad. Es esa experiencia que tranquiliza mi corazón y me permite aceptar la pequeñez y las limitaciones sin angustia. Y puedo sentirme querido y, por eso, grande e importante a los ojos de Dios.

Humildad como pequeñez es aceptarme como criatura limitada y pecadora ante el Dios perfecto y santo. Por eso, Santa Teresa puede decir que humildad es verdad. El hombre auténtico se encuentra bien cuando es veraz: es la espontaneidad de aquel que no tiene nada que esconder, es la espontaneidad del niño.
Humildad, por eso, no es esconder los talentos. El ideal bíblico de la mansedumbre no es lo mismo que falta de personalidad; la paciencia no es cobardía y pasivismo; la pequeñez y sencillez no es mediocridad. Cuando Jesús habla de los “afligidos y agobiados” no se refiere a una melancolía enfermiza...

Si no nos resulta esto, nunca llegaremos a ser libres. Al contrario, fácilmente se traduce en problemas psicológicos e incluso fisiológicos.

Los nervios
Por eso también dice el Padre Kentenich: “Por lo general, el hombre humilde no es nervioso”. O dicho de otra forma: “Si somos nerviosos - no cuando tenemos nervios débiles sino cuando realmente somos nerviosos, - tenemos que analizar si no es porque en nuestra vida constatamos una gran falta de humildad”.

En ese sentido, la pequeñez es para el P. Kentenich “no darme importancia a mí mismo”. Ni mi persona es importante, ni mi salud, ni mi honor, ni mi obra, ni mi amor, ni mi miseria. Todo lo que se refiere a mi propio yo, no importa. Soy sólo un instrumento.

Entonces, ¿quién es importante? Sólo Dios Padre, únicamente a Él debemos darle importancia. Él es la persona más trascendental de nuestro mundo. Sólo doy importancia a la obra de Dios, el Reino del Padre. Él hace todo, yo sólo le ayudo un poquito. El honor de lo que estoy haciendo, no es para mí, sino para Dios. No yo, sino Dios. “Yo debo disminuir y Él debe crecer” (Jn 3, 30), decía San Juan Bautista.
Si así no me doy importancia a mí mismo, sino solamente a Dios Padre y a su obra, entonces Él me da importancia a mí. Cuanto menos importancia me doy, tanto más le importo a Él. Es el misterio de la auténtica filialidad: porque soy pequeño, le agrado a Dios Padre; porque soy pequeño, por eso soy grande.
Y aquí entendemos esa otra palabra del Padre Kentenich: “Tú eres el que hace las obras más grandes sólo en los más pequeños y a través de los más pequeños”.

Preguntas para la reflexión

1. ¿Me considero una persona nerviosa?
2. ¿Cómo relaciono mis nervios y la falta de humildad?
3. ¿Qué me dice la frase “no darme importancia a mí mismo”?

Si desea suscribirse, comentar el texto o dar su testimonio, escriba a: pn.reflexiones@gmail.com

martes, noviembre 11, 2008

Carta de Alianza noviembre 2008

“La seguidilla de episodios de violencia juvenil en las escuelas, incrementada en las últimas horas con nuevos casos en San Isidro, Entre Ríos y Tucumán, enciende una luz de alarma en las aulas. Pero para el ministro de Educación, Juan Carlos Tedesco, la raíz del problema no está en los colegios y tampoco en los chicos. La responsabilidad es de los adultos y, principalmente, de los padres, dijo ayer en una entrevista con LA NACION. (…)“¿Dónde aprenden los chicos estas conductas? ¿Quién se las está enseñando? No es la escuela ni son los maestros”, advirtió Tedesco, de 63 años y con larga experiencia en organismos de la UNESCO. Fundamentó su opinión en que los chicos conviven en una sociedad con un clima que favorece la permisividad y el hábito de no respetar la norma. Hay que comenzar a identificar ámbitos de enseñanza y aprendizaje de esas conductas violentas. Y puede ser desde los medios de comunicación y los jueguitos electrónicos hasta el propio ámbito familiar…” (Diario La Nación, 9 de abril de 2008)

Queridos hermanos:

Estas palabras de un funcionario nacional reflejan una realidad vivida por todos los ciudadanos: la creciente violencia juvenil tiene una de sus raíces principales en la familia. La carencia de afectos paterno-filiales, la violencia familiar, la ausencia de los padres- que es otra forma de violencia-, la miseria material y la ausencia de políticas que defiendan y promuevan la vida familiar, son algunos elementos que, sumandos, preparan el camino para lo que hoy estamos viviendo.

Pero si ampliamos el espectro de nuestra mirada observaremos que no sólo la problemática de la violencia juvenil, sino que casi todas las dimensiones de nuestra vida social tienen que ver con la familia. Ángela Sannuti, licenciada en psicología (UCA) decía en un artículo: “Una sociedad está hecha de instituciones y comunidades y éstas, a su vez, se apoyan en las relaciones que se entablan día a día. El corazón de estas relaciones empieza a latir en el seno de la propia familia.” (“La familia, donde nace la sociedad”).

En la familia están las raíces de toda sociedad humana. Una condiciona y potencia a la otra. Todos los usos familiares son también usos y costumbres sociales. Éstos pueden ser buenos o malos, pero nunca son neutros. Estos usos y costumbres familiares ayudan para que tengamos una “sociedad con espíritu fraterno-familiar” o para que nuestra sociedad termine siendo “una jungla”. Está en nosotros ayudar a tener una “patria familia” o una “patria jungla” donde reina el sálvese quien pueda. De allí la importancia de que nuestro compromiso hoy sea trabajar concientemente en desarrollar actitudes de ciudadanos de una patria con alma de familia. La pregunta es ¿cuáles son esas actitudes? ¿Cuáles son los valores que las sustentan? ¿Con que espíritu? Decía el Padre José Kentenich en 1949, recién terminada la 2ª guerra mundial: “En la nueva configuración del mundo, se ha de prestar mayor atención a la familia, ella ha de ser concebida como la célula fundamental de la sociedad humana, y por eso ha de ser formada conforme a la idea original de Dios, y pensarla y trabajar por ella desde el pensamiento que tuvo Dios”. Nosotros, que estamos unidos por el fuerte vínculo de la Alianza, nos sentimos llamados a dar nuestro aporte para refundar nuestra Patria desde las bases. Se trata de poner todas nuestras fuerzas y buscar aliados hoy para llenar de valores los distintos ámbitos de nuestra vida familiar, laboral y social. Se trata de vivir la familia, ¡de ser familia viva que da nueva vida!

1. Pensar nuestras familias como forjadoras de ciudadanos.
Anhelamos ser buenas personas en el ámbito personal, pero no es suficiente: debemos educarnos para ser buenos ciudadanos. Ser ciudadanos es tener conciencia de pertenencia a un lugar, a una patria, a la tierra de los padres, porque allí uno se siente enraizado y por ello responsable. El Cardenal Bergoglio dice: “ser ciudadano es sentirse convocados a un bien, a una finalidad con sentido” (“La Nación por construir”, Cardenal Bergoglio). Se trata de un cambio de actitud: dejar de ser meros habitantes para pasar a ser verdaderos ciudadanos. Ese cambio comienza en la familia y en las pequeñas comunidades con espíritu familiar. Desde las familias construimos el país.

2. Pensar nuestras familias como escuelas de fe y dignidad humana.
No tenemos que ser agudos observadores para darnos cuenta que el valor “vida” no cotiza muy alto en la bolsa de valores de muchos argentinos: aborto, eutanasia, asesinatos, violaciones, secuestros, trata de personas, tráfico de armas, droga, corrupción, etc. El hombre no es respetado y valorado cuando no dispone para comer, de medios que aseguren su salud, la instrucción básica, una fuente de trabajo digna, cuando es considerado un objeto más en la cadena de producción. Pero esta imagen “utilitarista” del hombre también se da en la familia cuando el hombre o mujer es tenido en cuenta porque trae dinero a casa, porque es más juicioso, o porque es más inteligente. Dios nos ama porque somos sus hijos - ésa es nuestra dignidad-, no porque hacemos todo bien. En la medida que cada familia sea escuela de altísima dignidad humana nuestro país será el lugar donde cada uno pueda vivir seguro y respetado por lo que es y donde cada persona pueda desarrollarse en plenitud, como hijo de Dios.

3. Pensar nuestras familias como lugares de comunión y diálogo:
En nuestras familias conviven distintos sexos: papá y mamá, hermanos y hermanas; diferentes edades, roles y gustos. Todas estas diferencias muchas veces crean tensiones. Las diferencias no nos dividen, por el contrario, bien aprovechadas nos complementan y enriquecen. En la familia nos unen los vínculos del amor y esa unidad familiar “contiene” a las diferencias que hay en ella y la enriquecen. La clave es la unidad en la diversidad y el secreto es la pertenencia mutua y el diálogo. El Padre Fundador decía al respecto: “La esencia de la auténtica vida familiar consiste en un profundo sentido de responsabilidad por el bien de todos.” Forjar la Patria según este modelo de comunión nos posibilitará entonces el respeto, el reencuentro y la unidad tan anhelados.

Queridos hermanos en la Alianza, la familia, no obstante las dificultades, sigue siendo un gran valor en nuestro pueblo y está en el corazón de nuestra misión como Movimiento de Schoenstatt. Viendo la urgencia del momento presente y como aporte al Bicentenario de la Patria, los delegados de las comunidades diocesanas y los asesores reunidos en la Jornada de Delegados, formulamos el lema que nos motivará en el trabajo del año 2009:

Familia viva ¡Esperanza argentina!

María, la Madre de las Familias, nos ayuda e impulsa en nuestra vida familiar, sabiendo que los lazos que allí vamos tejiendo nos unen en una inmensa red de amor, solidaridad y conciencia de misión desde los Andes hasta el Mar.

Desde el Santuario les deseo un bendecido día de Alianza y Mes de María.

P. José Javier Arteaga

sábado, noviembre 08, 2008

Mes de María
Carta Cristina F.de Celso

Queridas Madres de Federación:
hoy comenzamos el mes de María.

Desde el año 2006 venimos preparando nuestra "novena-ofrenda" para el jubileo de los 100 años del Movimiento en el año 2014: regalarle a la Máter 9 meses de María santos y heroicos trabajando una actitud fundamental simbolizada luego en el regalo de una Custodia para la Adoración del Santísimo a una capilla o Parroquia que lo necesitase.

Este año en especial nos comprometimos a conquistar la Custodia para el Santuario de Puntilla, profanado en marzo de este año. Esta Custodia será entregada al Santuario el próximo 16 de noviembre, pero hoy debe comenzar nuestro mayor esfuerzo por conquistar la actitud de la Alegría con la cual queremos cimentarla, como profundo acto de desagravio.

"Venid y vamos todos... con flores a porfía, con flores a María, que Madre nuestra es..." . Tengamos todos los días presente la letra de esta canción de otros tiempos... cada día una flor de alegría... no tiene que ser una alegría estridente... no se trata de eso: alegría también es la serenidad con una sonrisa, alegría también genera la ternura. La comprensión a otros, la escucha, una mirada cariñosa son fuente de alegría.

Es tiempo de abandonar resentimientos, nocivos enojos, reclamos, tristes recuerdos, rígidas razones e ideas negativas a las que podemos fácilmente quedar anclados y así nos retienen haciendonos perder la alegría, y, sin nuestra alegría, los demás también pierden un poco o mucho la suya.

Muchas, muchísimas, son las veces que nos dejamos ganar por "tristezas inútiles"... veamos si podemos abandonarlas. Más aun, transformarlas en flores de Alegría por amor a María.

Por ello:
recemos para conquistarla para nuestras vidas, recemos y luchemos para trasmitirla a los demás.

Que todo aquello que nos toque vivir, de una manera u otra, devenga en alegría... ya sea ofreciendo nuestro dolor, ya sea entregando nuestra sonrisa... todo para mayor gloria de Dios.

María Cristina Fezza de Celso
Responsable del Círculo de Adoración de Federación de Madres. CAFeM

miércoles, noviembre 05, 2008

Mes de María 2008
Carta M.Inés Erice de Podestá
Queridas madres de Federación:

Ya prontas a comenzar el próximo 8 el mes de María en Argentina, quiero hacerles llegar una líneas para que durante todo este mes nos preparemos para la fiesta de la Inmaculada Concepción a celebrarse el 8 de diciembre. Invito también a las madres paraguayas para que se unan a nosotras.

En el hemisferio norte y en Paraguay se celebra en el mes de mayo, mientras que en Argentina, Chile y otros países de América del Sur se celebra en noviembre. En estos lugares, noviembre es el mes de las flores, de la primavera, y las flores son siempre un lindo regalo para hacer a quienes amamos, es una manera de decirle a alguien cuánto la queremos. Muchas veces los hijos regalamos flores a nuestra madre, a quien nos dio la vida, como una manera de demostrarle nuestro cariño y gratitud. ¿Cómo no regalar a María, nuestra Madre, también un precioso ramo de flores? ¿Recuerdan cómo José Engling vivía el mes de mayo? Él cada día regalaba a María un esfuerzo en su autoeducación y lo simbolizaba en una flor.

Estamos en camino al 2014, cuando festejaremos los 100 años de fundación de Schoenstatt y de la presencia de María en nuestro Santuario original. En preparación, como Federación de Madres, nos hemos propuesto regalarle 9 meses de María en los que conquistaremos una actitud mariana. Hemos comenzado en noviembre del 2006 con la actitud de la escucha, el año pasado con el “fiat” de María y este año queremos conquistar la alegría. “Nada me quitará la alegría”. El mes de María del 2014 lo celebraremos en mayo junto a nuestras hermanas paraguayas, para poder completar la novena de 9 meses de María que regalaremos a la Mater el 18 de octubre de ese año.

Para conquistar la “flor de la alegría” podríamos meditar los distintos pasajes del Evangelio y descubrir cómo vivió María su alegría en la Anunciación, visitando y sirviendo a Isabel, el nacimiento de Jesús, cuando el Niño es presentado en el templo, cuando es perdido y hallado en el templo, en las bodas de Caná y aún al pie de la cruz. Una manera de meditar con el corazón es especialmente mediante el rezo del Rosario. Tal vez algunas lo hacen diariamente, para las que lo han dejado o no lo hacen, podría ser este mes una ocasión para reanudar esta hermosa práctica que tantos frutos nos regala, uniendo la tierra y el cielo, bajo la protección amorosa de nuestra Madre. También podemos hacer Adoración meditando en la alegría y la paz que nos regala Jesús Sacramentado en su entrega confiada al Padre y al quedarse junto a nosotros en algo tan pequeño y humilde como el pan y que al mismo tiempo nos manifiesta su gloria.

¿Qué flores podríamos regalar a María? Regalarle flores a María significa esforzarnos por imitarla. ¿En qué podríamos imitarla? Cada una, mirando a María, podrá descubrir qué le está pidiendo. María era una mujer sencilla, humilde, generosa, vinculada profundamente a Dios, y en permanente oración. Ella fue la primera Custodia, la portadora de Cristo. Fue servicial, atendió a su prima Isabel, a José y a Jesús con amor; vivía con alegría; era paciente con su familia y sabía aceptar la voluntad de Dios en su vida.

María fue feliz porque hizo siempre la voluntad del Padre. La fuente de su alegría era Dios. Así también nosotras, queremos vivir esa alegría, a veces también en el dolor, aún en la cruz, porque nos sabemos amadas por Dios y por la Mater, y sabemos que todo es para nuestro bien. Podremos contarle todo lo que nos pasa, lo lindo y lo no tan lindo, ella es nuestra compañía durante todo el día y nos consuela y cobija cada vez que acudimos a ella.

El Padre Kentenich nos cuenta cuál es la llave de su alegría, y nosotras, poseemos esa llave en la Alianza de Amor: “Yo me consagré a la Virgen a los 9 años y cuando lo hice fue como si la Virgen me estrechara su mano, yo la tomé para nunca jamás soltarla. Fue como si la Virgen me abriera su corazón y yo me refugié en él para jamás salir de allí. He caminado por la vida cobijado en el corazón de la Santísima Virgen, nuestra Madre y Reina. De su mano, todo tenía que salir bien. Refugiado en ella, en su corazón inmaculado, en su corazón purísimo, en su corazón lleno de amor, he caminado de su mano firme de madre, de guía… la Virgen va a ser victoriosa (“Milwaukee. Un momento culminante de la fundación de Schoenstatt”). Transmitía confianza porque decía que todos somos llamados a vivir esa victoriosidad y esa alegría. Durante el exilio el Padre pudo permanecer tranquilo, feliz y contento porque vivió intensamente lo que es ser hijo ante Dios Padre.

Este mes de María queremos asumir la actitud mariana de la alegría y ofrecer todos nuestros esfuerzos para conquistar espiritualmente la Custodia que cada año al finalizar el mes de María regalamos a una iglesia. Este año tiene además un sentido de reparación. Recordarán que en marzo fue profanado el Santuario “Nazaret del Padre, tierra de unidad”, de Mendoza, y se robaron la Custodia.

Hemos invitado a toda la Familia mendocina y a la Federación de Madres para esta conquista espiritual de la Custodia para el Santuario de Mendoza. En la Jornada de Delegados, de octubre pasado, durante la Misa en la Iglesia de Dios Padre, representantes de la Familia mendocina y de la Federación de Madres ofrecimos la Custodia y nos comprometimos a su conquista espiritual y a mantener viva esta corriente de Adoración que está naciendo.

La Custodia estuvo en el altar de la Iglesia de Dios Padre, al lado del símbolo de la mirada amorosa del Padre, en el Santuario del Padre y luego en sus manos uniendo los dos Santuarios y enviándonos a esta conquista, como parte de la reparación que le hemos ofrecido a Jesús Sacramentado.

Durante este mes las invito a preparar un ramillete de flores para regalar a María el 8 de diciembre y que cada flor sea un esfuerzo por conquistar esa actitud mariana de la alegría, para que “Mater, quien me ve Te vea”.

Feliz y bendecido mes de María, les deseo con mucho cariño

M.Inés E. de Podestá

sábado, noviembre 01, 2008

Caminando hacia la santidad

Padre Nicolás Schwizer

Ser santo significa estar arraigado en dos mundos. Y lo más decisivo es esa pertenencia al otro mundo, ese ser hombre del más allá.

Para ver nuestro proceso de crecimiento interior, tenemos que mirar nuestra vida desde su meta: la santidad. Existen leyes de progreso y leyes de retroceso en nuestra vida espiritual. Y la pregunta es, si estamos bajo la influencia de las leyes de progreso o de retroceso.

Leyes de progreso. El Padre Kentenich, fundador del Movimiento de Schoenstatt, nombra dos leyes de progreso: descontento consigo mismo y valor de empezar cada día de nuevo.

1. Si realmente queremos llegar a ser hombres abiertos al más allá, entonces estaremos descontentos con nosotros mismos hasta el final de nuestra vida. Pero no se trata de un descontento angustioso o paralizador, sino de un descontento que es impulso y estímulo para seguir luchando. Significa que tenemos delante de nuestros ojos un ideal muy alto. Significa que todavía no hemos podido alcanzarlo. La distancia entre ideal y realidad sigue siendo muy grande. Recordemos la frase del Padre Kentenich: “El que soy saluda con tristeza a aquel que debería ser.” Y entonces queda una inquietud permanente en nuestro interior que no nos deja tranquilos. Y eso, desde el punto de vista psicológico, quiere decir que vive un anhelo muy profundo en nosotros. Y si somos hombres y mujeres del anhelo, seremos en la misma medida hombres y mujeres de la realización.

2. Si cultivamos ese anhelo en nosotros, se va manifestando la segunda ley de progreso: tener el valor de empezar cada día de nuevo. No es fácil levantarse, con ánimo renovado, después de cada caída. Y tampoco es fácil pasar por alto las derrotas y decepciones personales.

Exige dejar por atrás todo lo pasado y mirar hacia el futuro. Exige orientarse de nuevo en los grandes ideales que marcan mi camino hacia la perfección. El Padre Kentenich llega a decir que empezar aspirando y luchando cada día de nuevo ya es santidad. San Francisco de Asís dijo en su lecho de muerte: “Ya es hora de que empecemos de nuevo, porque en realidad no hemos comenzado todavía.”

A lo mejor cada uno tendría que preguntarse: ¿El anhelo por el alto ideal de la santidad sigue vivo en mi corazón? ¿A pesar de los fracasos y desilusiones, ese anhelo se renueva y hasta va creciendo en mi vida? ¿Y siento tener el ánimo y la fuerza suficiente para empezar cada día de nuevo la lucha?

Leyes de retroceso. Entre las leyes de retroceso en la vida espiritual, podemos nombrar especialmente a una que debemos tomar muy en cuenta. Es el estado o espíritu de tibieza.

¿Qué se entiende por tibieza? Es un estado de indiferencia o de acostumbramiento al pecado. No se trata de cometer algún u otro pecado, sino es una forma de “tragar” habitualmente los pecados, sin luchar ni preocuparse de ello. Tibieza es, pues, un estado de inmovilización o de enfermedad moral-religiosa.

¿Y cuáles son las causas de esta situación de tibieza? Según la experiencia, la causa principal es la subalimentación espiritual-religiosa. ¿Qué entiende el Padre Kentenich por ello? La subalimentación espiritual es para él la falta de cultivo de la vida religiosa, de las actitudes y de las prácticas religiosas. En concreto se trata del descuido, menosprecio o incumplimiento de nuestra vida sacramental, vida de oración, vida de Consagración a la Virgen María. Y eso se manifiesta en que por razones insignificantes dejamos de cumplirla o la cumplimos a medias. Y después buscamos autojustificarnos. Puede ser también que no le demos suficiente importancia a nuestro Santuario-Hogar o Rincón schoenstattiano, donde tenemos el cuadro de la Virgen en nuestra casa. Y eso a pesar de que sabemos muy bien que todos estos elementos forman parte de nuestro camino a la santidad.

Preguntas para la reflexión

1. ¿Bajo cuál de las leyes estoy?
2. ¿Cómo estoy en mi vida sacramental?
3. ¿He incorporado la misa dominical, extra dominical o diaria?

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