Balance del año según Mamerto
Menapace
"Mi
percepción a medida que envejezco es que no hay años malos. Hay años de fuertes
aprendizajes y otros que son como un recreo, pero malos no son. Creo firmemente
que la forma en que se debería evaluar un año tendría más que ver con cuánto
fuimos capaces de amar, de perdonar, de reír, de aprender cosas nuevas, de
haber desafiado nuestros egos y nuestros apegos. Por eso, no debiéramos tenerle
miedo al sufrimiento ni al tan temido fracaso, porque ambos son sólo instancias
de aprendizaje.
Nos cuesta mucho entender que la vida y el cómo vivirla depende de nosotros, el cómo enganchamos con las cosas que no queremos, depende sólo del cultivo de la voluntad. Si no me gusta la vida que tengo, deberé desarrollar las estrategias para cambiarla, pero está en mi voluntad el poder hacerlo. Ser feliz es una decisión, no nos olvidemos de eso. Entonces, con estos criterios me preguntaba qué tenía que hacer yo para poder construir un buen año porque todos estamos en el camino de aprender todos los días a ser mejores y de entender que a esta vida vinimos a tres cosas: - a aprender a amar - a dejar huella - a ser felices.
En esas tres cosas debiéramos trabajar todos los días, el tema es cómo y creo que hay tres factores que ayudan en estos puntos:
Nos cuesta mucho entender que la vida y el cómo vivirla depende de nosotros, el cómo enganchamos con las cosas que no queremos, depende sólo del cultivo de la voluntad. Si no me gusta la vida que tengo, deberé desarrollar las estrategias para cambiarla, pero está en mi voluntad el poder hacerlo. Ser feliz es una decisión, no nos olvidemos de eso. Entonces, con estos criterios me preguntaba qué tenía que hacer yo para poder construir un buen año porque todos estamos en el camino de aprender todos los días a ser mejores y de entender que a esta vida vinimos a tres cosas: - a aprender a amar - a dejar huella - a ser felices.
En esas tres cosas debiéramos trabajar todos los días, el tema es cómo y creo que hay tres factores que ayudan en estos puntos:
-
Aprender a amar la responsabilidad como una instancia de crecimiento. El
trabajo sea remunerado o no, dignifica el alma y el espíritu y nos hace bien en
nuestra salud mental. Ahora el significado del cansancio es visto como algo
negativo de lo cual debemos deshacernos y no cómo el privilegio de estar
cansados porque eso significa que estamos entregando lo mejor de nosotros. A
esta tierra vinimos a cansarnos,.......
- Valorar
la libertad como una forma de vencerme a mí mismo y entender que ser libre no
es hacer lo que yo quiero. Quizás deberíamos ejercer nuestra libertad haciendo
lo que debemos con placer y decir que estamos felizmente agotados y así poder
amar más y mejor. - El tercer y último punto a cultivar es el desarrollo de la
fuerza de voluntad, ese maravilloso talento de poder esperar, de postergar
gratificaciones inmediatas en pos de cosas mejores.
Hacernos
cariños y tratarnos bien, como país y como familia, saludarnos en los
ascensores, saludar a los guardias, a los choferes de los micros, sonreír por
lo menos una o varias veces al día. Querernos. Crear calidez dentro de nuestras
casas, hogares, y para eso tiene que haber olor a comida, cojines aplastados y
hasta manchados, cierto desorden que acuse que ahí hay vida. Nuestras casas,
independientes de los recursos, se están volviendo demasiado perfectas que
parece que nadie puede vivir adentro.
Tratemos
de crecer en lo espiritual, cualquiera sea la visión de ello. La trascendencia
y el darle sentido a lo que hacemos, tiene que ver con la inteligencia
espiritual. Tratemos de dosificar la tecnología y demos paso a la conversación,
a los juegos antiguos, a los encuentros familiares, a los encuentros con
amigos, dentro de casa. Valoremos la intimidad, el calor y el amor dentro de
nuestras familias. Si logramos trabajar en estos puntos y yo me comprometo a
intentarlo, habremos decretado ser felices, lo cual no nos exime de los
problemas, pero nos hace entender que la única diferencia entre alguien feliz o
no, no tiene que ver con los problemas que tengamos sino que con la ACTITUD con
la cual enfrentemos lo que nos toca. Dicen que las alegrías, cuando se
comparten, se agrandan. Y que en cambio, con las penas pasa al revés. Se
achican. Tal vez lo que sucede, es que al compartir, lo que se dilata es el
corazón. Y un corazón dilatado esta mejor capacitado para gozar de las alegrías
y mejor defendido para que las penas no nos lastimen por dentro".
MAMERTO MENAPACE - Monje benedictino.