“María, espejo de la
mujer
No es fácil reproducir fielmente la trayectoria de la idea intuitiva
sobre la esencia de la mujer.
Los padres de la iglesia distinguen una diferenciación especial entre
el hombre y la mujer.
Relacionándolo con la imagen de Cristo dicen: el varón representa la
cabeza de Cristo, la mujer el rostro de Cristo.
¿Y qué significa reproducir el rostro de Cristo? El rostro revela
toda esa vitalidad dinámica de una persona. La cabeza-centro de claridad en el
pensar y querer-simboliza la tarea del varón; su conocimiento de las cosas que
le permite trazar rutas a seguir.
La mujer,
en cambio, deja ver el rostro de Cristo; es decir, ella ha
irradiado al mundo los rasgos de Cristo.
La figura de Cristo debe vislumbrarse en cada uno de sus movimientos.
Los ademanes, los gestos, no son, de ningún modo, algo sin sentido. ¡Cuán
grandioso, casi divino, es que una mujer pueda no solo decirse, sino también
vivirlo diariamente: Cristo camina en mi por el mundo y en este tiempo,
tomando figura femenina, es decir, la figura de María.
En sus planes divinos el Padre Eterno tiene en mí una imagen de la
mayor semejanza posible a la imagen de María, hasta en sus rasgos y líneas más
pequeños y sutiles.
Los tiempos cambian, pero la esencia de la mujer no
cambia.
En todas partes debe prevalecer su verdadera feminidad sin dar
prioridad a la habilidad funcional que la iguala al varón.
El Padre Eterno ha demostrado, para todos los tiempos, en María,
espejo de toda naturaleza femenina, como y que debe ser una mujer. La esencia de
la mujer tiene validez eterna “ ( María, si fuéramos como Tu –
PJK)
Es necesario que la luz de María ilumine nuestra sociedad y nuestro
corazón. Queremos hacer nuestra su libertad; con ella queremos aprender a buscar
y a encontrar al Dios de la vida que también se acerca a nosotros y pide nuestra
cooperación; con María y como ella queremos tender nuestra mano al hombre que
necesita ayuda y, sobre todo, nuestro amor desinteresado, incondicional y
fiel.
ORACION
Madre, al mirar tu imagen, descubro que tú me miras como si hubieras
estado esperándome. Yo sé que quieres ser mi madre; Cristo tu Hijo te dio esta
gran misión desde la cruz cuando dijo a Juan: “He aquí a tu Madre”. Y Tú me
aceptas tal cual soy; con todo lo que me preocupa y alegra, con mis deseos y
necesidades, con mis talentos y miserias y en tu corazón encuentro hogar,
seguridad y paz.
Allí me siento cobijado. Madre, escribe mi nombre en tu corazón y no
lo borres jamás; desde allí enséñame el arte de descubrir el amor Misericordioso
del Padre en todas las circunstancias de mi vida. Edúcame para que siempre pueda
dar un sí dispuesto a la voluntad de Dios. Transforma mi pequeño corazón, dame
la fortaleza en el dolor, paciencia y valor en las adversidades de la vida y
dame la gracia que me impulse a colaborar en la construcción del Reino de Dios
en mi ambiente.
Por eso hoy me entrego a Ti:
Oh Señora
mía. Oh Madre mía, yo me ofrezco todo a Ti y en prueba de mi filial afecto te
consagro en este día: mis ojos, mis oídos, mi lengua, mi corazón, en una palabra
todo mi ser; ya que soy todo tuyo oh Madre de bondad, guárdame, defiéndeme y
utilízame como instrumento y posesión tuya.
Amén.
Propósito
El
día de hoy, dedicaré un tiempo extra para hacer algo más por los demás cuando me
pidan ayuda, tiempo, apoyo, escucha, comprensión o perdón.
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