“Y a ti, una espada te atravesará el corazón” Lucas 2, 35
“Las palabras del anciano Simeón, . . . . . quizás el corazón de
María se sobresalto en este momento o al menos se sorprendió, pues hasta ahora,
nada había oído de una espada que atravesaría su alma, su corazón. Y si
pensamos en la santa bi-unidad que permanentemente unía el corazón de María con
el de Cristo, bien podemos imaginarnos que el corazón de María acato
dispuesto la profecía de la espada.
Dicho sea de paso, para la mujer. El sufrimiento más fuerte no es
nunca el dolor corporal, sino el del alma. Pero, a menudo, el sufrimiento del
alma es en lo más hondo un com-padecimiento. Esta también incluido en la
profecía de Simeón, “Este está puesto para caída y elevación de muchos, y a ti
misma, una espada te atravesara el alma. Com-padecimiento, esa es la
característica propia de su sufrimiento.
La fuente y la razón más profunda de la grandeza alcanzada por María
en el sufrimiento, descansa en su actitud servicial y abnegada disponibilidad
ante Dios.
El corazón es el núcleo de la personalidad del hombre. Regalamos a la
Sma. Virgen nuestro corazón; ¿y qué nos regalara Ella? Su propio corazón. . .! y
cuan cálido es ¡!! El corazón de la Sma. Virgen es un océano inmenso de amor
cálido, muy cálido. Un amor que representa dos vertientes: amor a Dios, a Cristo
y amor a los hombres. Su corazón nos ama en todo momento. No olvidemos que Ella
ha adquirido ese amor a costa de sufrimientos. Este es un importante aspecto a
considerar.
Pero lo más hermoso – ya saben lo que voy a decir – es que Ella no
descansa hasta que toda nuestra personalidad se “altera María”. Ella no descansa
hasta que nosotras tengamos un corazón de María en nuestro pecho.
Si tomamos en serio la consagración, tenemos un sustituto de la vida
consagrada, ya que por la consagración santificamos nuestra vida matrimonial y
la hacemos fecunda no solo para nuestro esposo e hijos, sino para muchos
pueblos. Que la Sma. Virgen nos bendiga, nos ayude y utilice como instrumentos,
“para que el mundo por Ti renovado glorifique a tu Hijo Jesús”, para gloria de
Dios Padre.“ (María si fuéramos como Tu, Para Nosotras – PJK)
ORACIÓN
“Cuando consideramos nuestras propias fuerzas,
toda esperanza y confianza flaquean,
Madre, a ti extendemos las manos
e imploramos abundantes dones de tu amor.
Aun en las tormentas y en los peligros
guardaras fidelidad perenne
a la Alianza que sellaste con nosotros
y que, con tantas gracias, tú has bendecido. (HP
13-14)
PROPOSITO
Cada problema, enfermedad o sufrimiento que se me presente, lo
ofreceré al Señor y lo pondré como peldaño en mi camino hacia la gloria de
Dios.
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