jueves, enero 31, 2008

Las tres tentaciones
Reflexiones del P.Nicolás para la Cuaresma

La Cuaresma, es un tiempo privilegiado para afinar la meta de nuestra vida y repasar nuestros objetivos. A veces resulta un repaso doloroso y que exige sacrificios.
Jesús también pasó por eso. Dudó, buscó, fue tentado, a lo largo de su vida, y se impuso por la fuerza y el poder. Reflexionemos sobre sus tres tentaciones y veremos que son las nuestras también.

1. La primera, podríamos llamar la tentación del consumo. "Di que estas piedras se conviertan en pan". Es decir, si quieres, puedes dar de comer a todos los hombres. Sufren, tienen hambre, no tienen trabajo - puedes asegurarles el bienestar material que desean. Puedes hacer milagros, el "milagro económico".
Él responde: "No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios". Pero Jesús no nos pide que nos desinteresemos de los bienes temporales. En el Padre Nuestro nos hace pedir: "Danos hoy nuestro pan de cada día". Hay que luchar por el pan de cada día. Hay que luchar por nosotros y por todos los hombres.

Lo que el Señor nos pide es luchar contra la alienación del consumo y contra la ilusión de creer que la felicidad del hombre coincide con la meta del consumo. Él nos dice que el corazón del hombre reclama otros alimentos que los del "tener". Y los papás entre nosotros saben muy bien que sus hijos no sólo necesitan bienestar material, sino que precisan también su tiempo, su atención, su palabra y su amor.

Como un niño, el hombre necesita del amor de Dios su Padre, de ese Dios que ha hablado y que tiene algo que decirnos. Y mientras los hombres no hayan oído esta palabra y mientras no traten de vivirla, persistirá en ellos un hambre insatisfecha que los convertirá en hombres sub alimentados e infelices.

Todos formamos parte de nuestro mundo y de nuestra sociedad. Y todos somos esclavos del consumo, de una u otra forma: Pensemos en nuestro coche, ese pequeño dios; en el confort de la vivienda; en los juguetes de los niños; en los libros, que tal vez nunca se leerán; en nuestros vestidos y nuestra ropa, etc.
Tenemos hambre de pan, hambre de cosas materiales. Pero, ¿tenemos también hambre de Dios?

2. La segunda tentación de Jesús es la tentación del poder, la tentación de utilizar la fuerza de su Padre en provecho personal. Pero Él la rechaza: "No tentaréis al Señor, tu Dios". Es decir: Tú no le exigirás a Dios que se ponga a tu servicio. Tú eres quien ha de servirle. La fuerza de Jesús consiste en ponerse plenamente a disposición de su Padre, para servir a los hermanos.

Nosotros no nos libramos de la tentación de utilizar a Dios, de ponerlo a nuestro lado, es decir, de meterlo en "nuestro bolsillo". ¡Cuántas veces, a través de la historia, grupos humanos, naciones, gobiernos, ejércitos o partidos políticos han intentado aprovecharse de los cristianos, de la Iglesia, de Dios, para llevar a cabo sus propios proyectos!

Y nosotros mismos, ¿no rezamos muchas veces el Padre Nuestro al revés: "Padre nuestro que estás en el cielo, hágase mi voluntad." Es decir, nos colocamos en el centro, nos hacemos dios, en el lugar de Él. ¡Y cuántos hombres se apartan así de Dios, porque Dios no les ha obedecido!

3. La tentación de la idolatría. Tal vez pensemos: esta vez no me toca, son los paganos los que adoran a los ídolos.
Pero también en nuestro mundo de hoy hay montones de ídolos levantados: Desde el gran ídolo del dinero que adoramos todos, un poco más… o menos. Hasta la multitud de ídolos ante los cuales nos arrodillamos diariamente: el paquete de cigarrillos, o la buena comida, o el televisor, o la moda, o nuestro cuerpo, o también nuestras ideas o proyectos.

Todos esos dioses de recambio hacen que poco a poco, y quizás sin darnos cuenta, vivamos inclinados, incapaces de vivir de pie y de poder arrodillarnos libremente ante el único Dios.

Preguntas para la Reflexión

1. ¿Por qué tipo de felicidad estoy luchando?
2. ¿Qué mundo estoy construyendo?
3. ¿Soy "explotador" de Dios, o soy su servidor y servidor de mis hermanos?

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sábado, enero 19, 2008

Reflexiones en vista de un nuevo aniversario del 20 de enero de 1942
P. Nicolás Schwizer


¿Qué sentía el Padre Kentenich frente a su Familia? Lo que sabemos es que nunca dio un paso solo.
Nunca tomó decisiones grandes sin pedir a los suyos que participen de su suerte. Nada sin Ti,
Mater. Pero también y al mismo tiempo: Nada sin Ti, Familia. Siempre tuvo la convicción que, en los planes de Dios, él no existía sin su Familia. Ya en 1912 en el acta de prefundación dijo a los jóvenes:
"no haré absolutamente nada sin el consentimiento de Uds." Y esto ha sido una constante a lo largo de toda la historia de Schoenstatt.
El 20 de Enero de 1942 representa una culminación de esa unidad inseparable entre el Padre y su Familia.
En la fuerza de esa solidaridad de destinos tomó la decisión de entregar su libertad por la vida y la fecundidad de la Familia.
Por eso, a la vuelta del exilio llama a esta unidad inseparable y permanente entre él y su Familia, "la ley de solidaridad indisoluble". Su camino, su destino es el camino y el destino de toda la obra. El misterio de su vida es el misterio de la Familia. Y nombra a Schoenstatt su "segundo yo", la "prolongación de su yo".
Quiere decir que Schoenstatt no es una idea, si no que es una persona, la prolongación del P. Fundador.
Una vez, un cohermano mío, el P. Benjamín, le preguntó atrevidamente al Padre cuál era su Ideal Personal.
"Mi Ideal Personal es Schoenstatt", le respondió.
El P. Fundador no hizo nada solo. Y lo mismo hoy en día no va a hacer nada solo. Hoy también busca a cada uno. Reza por cada uno. Pide una vez más, como solía hacerlo siempre, que la Mater le regale los colaboradores que necesita.
Porque le faltan manos, le faltan brazos para abarcar toda la tarea. Porque aún le faltan muchos pueblos por conquistar. Porque todavía somos demasiado pocos para realizar su misión. Creo que el Padre se siente desvalido frente a la tarea tan grande. Por eso, el Fundador nos busca, nos quiere, nos necesita.
¿Qué significa, entonces, la Alianza paterno-filial con el Padre Fundador?




1. Es un acto de DEPENDENCIA y ADHESIÓN: lo reconozco como mi Padre y acepto ser su hijo, me voy incorporando y uniendo a él para siempre. Es vivir en el Padre y con el Padre. También significa hacerlo presente siendo su reflejo, un transparente de su persona, su espíritu, su paternidad. Es vivir como el Padre.
2. Es un acto de COMPROMISO con su misión: le sigo, me pongo a su disposición, me comprometo con su obra, asumiendo su misión como algo mío y llevándola a la Iglesia y el mundo. Es vivir para el Padre y su obra.
3. Es un acto que transciende a DIOS: La última meta de toda Alianza y también de la Alianza con el Padre Fundador es Dios. Y la hago con el Padre, porque es un representante y transparente del Padre celestial.




¿Y cómo ha de ser mi 20 de enero?
Sobre ello nos comenta el P. Kentenich: "Mi 20 de enero, ¿qué significa? Queremos convertir cada hora, cada acto en un 20 de enero. Es la aspiración seria y vigorosa de poner punto final a la fantasía, pues los hechos son los que valen." Insertarme en el 20 de enero del Padre significa, en concreto, postvivir en, con y por el Padre su vida santa. Me lleva a una gran intimidad y cercanía a él, fruto de mi cobijamiento en su corazón paternal. Y, a la vez, me exige una vida de austeridad y desprendimiento filial, tal como él la vivió ejemplarmente. Intimidad y austeridad son dos aspectos complementarios de un mismo proceso vital.

martes, enero 15, 2008

La comunidad familiar
Peligros y seguros
P.Nicolás

¿Qué podemos hacer, en concreto, para que nuestra familia natural sea una verdadera comunidad de amor?

1. Comunidad de amor esponsal
Para serlo, hemos de educarnos para ir conquistando, por todos los medios posibles, un encuentro mutuo más profundo: de mayor confianza, interioridad, comunicación entre marido y mujer. Es importante que podamos entretenernos juntos, que no necesitemos de otros para estar a gusto. Debemos tener la alegría de ser esposos, la alegría de vivir juntos y compartirlo todo. No debería pasar que en nuestros matrimonios haya hombres o mujeres que se sienten solos, incomunicados, que les falta compañía de parte del cónyuge.

Los peligros: Para que se dé ese encuentro profundo, debemos cuidarnos de los peligros:

El peligro del trabajo (equilibrio entre trabajo y vida familiar), el peligro de los amigos (que pueden influir negativamente en el matrimonio), el peligro de los parientes (que desgraciadamente a veces son enemigos)...
Y de los peligros internos, como por ejemplo: la rutina, el egoísmo, la incomprensión, el desengaño...

Frente a estos peligros concretos hemos de buscar los seguros para nuestra comunidad de amor esponsal.

a) La conversación o el diálogo regular. Puede ser semanal, quincenal o mensual. Es un momento en el cual el matrimonio como tal se reúne expresamente y revisan la situación en que se encuentran, los problemas que surgen y las posibles soluciones, intercambian también sobre sus ideales, propósitos, etc.

b) Otro seguro puede ser: Pedirse perdón cada vez que ocurre una dificultad y, sobre todo, no dormir sin haberse pedido perdón.

c) Otra posibilidad es pasar cada cierto tiempo algunos días fuera de la casa, los dos solos, o por lo menos, hacer juntos algo que les guste, p. ej, comer afuera. Con esto se trata de descubrir las cosas que nos acercan mutuamente. Porque la rutina constante hace que los ánimos se alteren, que las pilas se vayan descargando, y al final se producen cortocircuitos y hasta incendios serios.

Ayuda de Dios. Mediante el sacramento, Dios no sólo es el tercero, sino que es también el Dios presente en el cónyuge. Entonces, al mirarnos hemos de ver a Dios en el otro. Y al amarnos hemos de amar a Dios en el cónyuge. De ahí el significado de las palabras de Saint‑Exupéry: “Amar no es mirarse mutuamente, sino mirar juntos en la misma dirección”. Traducido para nosotros: amar es mirar juntos al mismo Dios transparente en el otro.

2. Comunidad de amor paternal-maternal
Como padres y madres nuestra tarea más importante es la de ser educadores. Nosotros somos los que, en definitiva, educamos a nuestros hijos. Todos los demás organismos si bien son importantes, son complementarios: el colegio, la Iglesia, los parientes.
Y si queremos ser buenos educadores, tenemos que empezar con nosotros mismos. Dice el Padre Kentenich, fundador del Movimiento de Schoenstatt: "No hay nada que intervenga tan profundamente en la educación como el educador educado. En la medida en que nos esforcemos vigorosamente por realizar en nosotros mismos las exigencias que ponemos, partirá de nosotros una influencia misteriosa, una fuerza misteriosa."
Esto nos ayudará a asegurar la vida interior de nuestros hijos, de orientarla y servirla. Nos ayudará a preocuparnos permanentemente por ellos y prepararlos para su tarea de vida.

Preguntas para la reflexión
1. ¿Hacemos alguna actividad juntos, como matrimonio?
2. ¿Me es fácil pedir perdón cuando he fallado?
3. ¿Nuestros diálogos suelen terminar en peleas?

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martes, enero 01, 2008

La paz interior
P.Nicolás
Una cualidad de los cristianos me parece ser, o por lo menos debería ser, la paz interior. Es importante sobre todo para la mujer. Así puede ser el centro del hogar en torno al cual gira la vida familiar. Una auténtica madre ha conquistado e irradia una profunda paz.

Y nosotros, ¿hasta qué punto hemos conquistado eso? Me parece que a muchos nos cuesta adquirir y conservar esa actitud. Tal vez nos dejamos presionar demasiado por las exigencias de la vida, de la casa, de los chicos, de la economía. Al volver del trabajo ya no quedan fuerzas para mantener la calma, dominar los nervios e irradiar paz.

¡Qué gozo es encontrarse con personas que irradian serenidad y paz! Sólo con entrar en su espacio vital, uno experimenta su tranquilidad que da profundidad a su vida. Son centros de paz en un mundo agitado. Nos recuerdan que las penas pasan y los triunfos se desgastan con el tiempo. Y que lo único importante es vivir la realidad cotidiana tal como viene, sin dejar que nada sacuda los pilares de nuestra serenidad.

El hombre de hoy no conoce la paz del corazón porque ha perdido la brújula, está confundido y desorientado ante los grandes interrogantes de la existencia. Por eso no es capaz de llevar una vida conyugal estable, asumir con dignidad cualquier compromiso serio. En lugar de una vida ordenada y armónica vive con estrés permanente, en actitud de dispersión, fuga y evasión. En una vida así es imposible encontrar serenidad y paz.

1. Paz con Dios. Según San Agustín paz es “tranquillitas ordinis”, el sosiego por ajustarse al orden establecido por Dios. Para que pueda tener paz interior debo haber conquistado la paz con Dios: saberme y sentirme hijo querido del Padre, entregarme filialmente a Él.

2. Paz con los hombres. Quien se sabe en paz con Dios puede lanzarse a la ardua tarea de buscar paz con los hombres. Meta tan necesaria como difícil en la vida conflictiva que llevamos. En ese horizonte tormentoso me toca a mí fomentar la paz y hacerla posible en mi pequeño entorno.
Que los que viven en contacto conmigo sepan que nada tienen que temer de mí. Que no vean un rival, sino un amigo; no un obstáculo para su carrera, sino una ayuda en su camino.

3. Paz conmigo mismo. La paz más difícil es la paz consigo mismo. La división más profunda es la del propio yo. Por culpa del pecado estamos divididos por dentro en algo así como una guerra civil ambulante: conflictos entre alma y cuerpo, hombre viejo y hombre nuevo, voluntad e instintos, razón y sentimientos, ángel y bestia. No aceptarme a mí mismo, rechazar mi pasado, no admitir mis debilidades, ser intransigente conmigo mismo, todo eso hace imposible la paz. Y es difícil estar en paz con Dios y los demás, si en mí mismo no hay unidad.

Bien lo sabe el demonio. Por eso, procura de todas maneras sembrar la inquietud y la división en las almas. Porque un alma intranquila es un alma dispuesta a dejarse ganar por la tristeza y a replegarse sobre sí misma.

Mi armonía natural es la condición para mi santidad. Tomemos en serio, por eso, la presencia del Espíritu Santo en nuestra alma y pidámosle que realice la obra de nuestra sanación y purificación natural.

Tenemos que luchar por conquistar la calma interior, la serenidad del alma, la paz del corazón. Que la Sma. Virgen, Reina de la paz, nos ayude a todos a transformarnos en hombres y mujeres llenos de armonía y paz en este mundo lleno de odio, de discordias y de guerras.

4. Paz con el mundo entero, con toda la creación. Paz cristiana que ama la naturaleza, porque es obra de Dios, y se encuentra a gusto en el mundo, porque es la casa del Padre Dios. Paz que todo lo abarca y todo lo lleva hacia su destino final en el corazón de Dios.

Preguntas para la reflexión

1. ¿Aporto paz y tranquilidad a los demás?
2. ¿Conozco mis conflictos interiores?
3. ¿Pido al Espíritu Santo el fruto de la paz?

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FELIZ AÑO NUEVO!

Fechas importantes enero 2008

01 Santa María, Madre de Dios
05 Nacimiento José Engling (1898)
06 Epifanía del Señor
13 Bautismo de Jesús
20/1/42 Segundo Hito: “En la Confianza Divina”
20/1/43 P.K. Recibe cruz de plata en Dachau de S.S.Pío XII
20/1/63 Canonización San Vicente Palloti
22 Beata Laura Vicuña
24 San Francisco de Sales
31 San Juan Bosco