Frutos del 20 de enero
Padre Nicolás Schwizer
El Padre Kentenich, fundador del Movimiento
Apostólico de Schoenstatt, estando en la cárcel es declarado apto para ir al
campo de concentración de Dachau. Se le abre la posibilidad de salvarse si pide
un nuevo examen médico. Y el 20 de enero, toma la decisión de no aprovechar esa
posibilidad e ir libremente a Dachau. Esta decisión regala una fecundidad
inmensa. De los muchos frutos quiero nombrar sólo dos: la libertad interior y
la solidaridad de destinos.
El 20 de enero y
todo el tiempo de Dachau es un triunfo de la libertad, de la libertad
interior sobre las fuerzas del mal:
la entrega total del corazón al plan divino, a la voluntad del Padre, también y
sobre todo en medio de la cruz, y a pesar de una falta de libertad exterior. Alcanzar la verdadera libertad ha quedado, desde
entonces, como alto ideal para todos los tiempos de nuestra historia de familia
de Schoenstatt.
La Alianza en Schoenstatt no es sólo entre María y nosotros, sino también una alianza mutua entre el Fundador y sus hijos y de los hijos entre sí. Fruto de ello es una doble solidaridad: una solidaridad paterno-filial y una solidaridad fraternal.
2.1.
Solidaridad paterno-filial entre el Padre Kentenich y sus Hijos. Dice
en una de sus cartas desde la cárcel: “Yo no soy sólo un jefe, soy padre. Dios quiso que fuera padre y de mí
dependen los demás. Yo he de pagar el precio por la Familia, porque la Familia
depende de mí, porque yo soy su cabeza; ellos son como mis miembros y yo me
arriesgo y me entrego por ellos como cabeza....”
Y la Familia se da cuenta de que el Fundador es
realmente su PADRE, que da la vida por su Familia. Y esa experiencia del amor
paternal despierta en sus hijos un fuerte amor filial hacia él, una unión
indisoluble, fiel, solidaria. Es así como Schoenstatt se hace realmente
FAMILIA.
Y es así como se inicia una extraordinaria
irrupción de gracias. Pero la experimentan sólo aquellos que han cargado la
cruz con él.
2.2.
Solidaridad fraternal. Además, la Familia toma conciencia
de la dependencia mutua de los hermanos. Y surge como fruto una fraternidad
fuerte, de una gran fidelidad y solidaridad con el otro. Empieza a hacerse
realidad la comunidad de corazones en la cual uno acoge al otro
fraternalmente y le da un lugar privilegiado en su propio corazón. Esta
realidad comienza a tomar fuerza en la Familia a partir del 20 de enero de 1942.
Queridos hermanos, creo que el 20 de enero debe
ser no sólo un recuerdo, sino también una renovación del misterio de aquel día.
Es una invitación a cada uno de nosotros a examinar: su actitud frente a
la cruz, su libertad interior, su filialidad ante el Padre Kentenich, su
solidaridad fraternal.
Preguntas para
la reflexión
1. ¿Qué entiendo por libertad interior?
2. ¿Soy
solidario en mi actuar?
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