Federación Apostólica de Madres de Schoenstatt de Argentina
miércoles, febrero 10, 2016
martes, febrero 02, 2016
Reflexiones
MAGNÁNIMOS
Padre Nicolás Schwizer
Nº 177 - 01 de febrero
de 2016
Si queremos encaminarnos mucho más decididamente
hacia la santidad, nuestra meta tiene que ser el grado más alto posible de
santidad. Y lo primero que hemos de hacer para lograr esa meta, es dejar de
lado todas las excusas.
Una actitud esencial es la
magnanimidad. Sin ella, el cristiano no puede cumplir su misión. Apenas podría
sobrevivir como una criatura mutilada, desfigurada, destinada a desaparecer, tarde
o temprano.
Y lo mismo que la libertad, la magnanimidad es
indispensable para la santidad. El Padre Kentenich, fundador del Movimiento de
Schoenstatt, asegura, por eso: “Nadie puede llegar a ser santo si no es
magnánimo”. Llama a la magnanimidad “la
osadía de los santos”. Porque como realista sabe que el santo ha de
inclinarse no sólo ante la grandeza de Dios, sino también ante la cruz de
Cristo.
¿Qué es la magnanimidad? Significa tener un alma grande (anima magna).
Es un alma que ha superado la mediocridad, que aspira a las alturas y se pone
exigencias elevadas. Es una grandeza de alma que no gira en torno a sí mismo,
sino que busca servir a los hermanos y agradar a Dios. Quien responde siempre a
ese llamado a la magnanimidad, será luz y guía para los demás y los eleva a lo
grande, lo alto. Los magnánimos viven lo que propone el Padre Kentenich: “No simplemente lo grande, ni algo más
grande, sino precisamente lo más excelso ha de ser el objeto de nuestros
esfuerzos intensificados”.
Debe ser algo grande a lo que nosotros consagramos
nuestro tiempo y nuestra energía. Hemos nacido para la grandeza - eso es exigencia
de nuestro corazón. Por eso, nuestra actitud fundamental ha de basarse en
la generosidad y magnanimidad. Ya Santa Teresa estaba convencida, que la altura
del monte de un topo, no despierta ningún heroísmo o audacia en las almas
grandes. Sólo lo pueden hacer las montañas altas orientadas al cielo. Por eso
no queremos edificar casitas pequeñas y livianas que pueden ser derrumbadas por
cualquier tempestad. Nuestro corazón exige una construcción por siglos, que
ofrezca a las futuras generaciones amparo y consistencia segura.
Pero esta grandeza no sólo es exigencia de
nuestro corazón, sino también es imperativo del tiempo. Sus catástrofes
típicamente apocalípticas, se detienen sólo ante criaturas orientadas por lo
más excelso.
El futuro mostrará si entramos en la historia
como una generación de gigantes o un montón de enanos.
Pero no nos equivoquemos. Grandeza del alma no
es, en primer lugar, realizar hazañas grandiosas, sino que es hacer con
corazón, con alma todas las cosas. Es hacer con un gran amor las cosas
pequeñas, cotidianas, rutinarias. “Hacer
extraordinariamente bien las cosas ordinarias” - en eso consiste la
magnanimidad. Para las personas que aman realmente, no existen las pequeñeces.
A lo mejor parecen insignificantes ante el mundo. Pero ante Dios es esa la
verdadera grandeza.
Obligación y magnanimidad. Debemos cuidarnos mucho de no confundir magnanimidad
con obligación. No impongan una obligación donde no corresponde, de lo
contrario educan esclavos, es decir, a hombres que son buenos por error, y no
por decisión propia.
Por eso en nuestro diccionario deberían estar lo
menos posible las palabras: “¡tienes que
hacer!”; en su lugar deberían estar: “¿podrías
hacer?”. Ahí donde termina el deber, ahí recién comienza la magnanimidad.
Hoy en día se pone la exigencia en el deber.
Nosotros la ponemos en la magnanimidad. Apelamos sólo al querer, pero no al
deber. Exigencias en base al honor y al deber, se quiebran. Pero si hemos
madurado en base a la generosidad y a los grandes ideales, entonces nos mantendremos
fieles. Tenemos que ver nuestra misión y poner exigencias, pero exigencias en
magnanimidad.
Pregunta para
la reflexión
¿En qué medida hago extraordinariamente bien las
cosas ordinarias?
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lunes, febrero 01, 2016
Fechas importantes febrero 2016
02 Presentación del Señor y Ntra. Sra. de la Candelaria
03 San Blas
06 Nacimiento Hna. M.Emilie Engel (1893-1955)
10 Miércoles de Ceniza (ayuno y abstinencia)
11 Nuestra Señora de Lourdes
14 1º Domingo de Cuaresma
18 Día de Alianza
21 2º domingo de Cuaresma
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