martes, marzo 31, 2009

¿Qué papel jugamos nosotros?
Preparándonos para Semana Santa

Padre Nicolás Schwizer


Todos conocemos las dramáticas lecturas de la Pasión y Muerte del Señor. Ahora, el Evangelio no es sólo una historia del pasado.

Es una revelación viva, actual. Nos descubre lo que hoy está pasando entre Jesús y nosotros. Nos explica cómo nos trata Él y cómo lo tratamos nosotros a Él. El Evangelio es como un espejo: no hay más que abrirlo para poder reconocerse en él.

En la pasión de cada año se mueven los mismos actores que en aquel tiempo de Cristo.

1. En primer lugar, los indiferentes: son los cansados, los meros espectadores, que no les gusta meterse en líos, que dejan hacer a los demás - pero sin los cuales nunca se harían estas cosas.
¿Ante cuántas injusticias y dramas hemos demostrado nosotros esa indiferencia?

2. A continuación van los cobardes: son las personas que en los momentos difíciles dicen, como San Pedro, que “no conocen a este hombre”. Son cristianos que a lo mejor oyen muchos sermones, participan en la misa todos los domingos.

Pero cuando las cosas se ponen feas, cuando hay cruz y se derrama sangre - entonces dicen que no tienen nada que ver con Él, que no conocen a este hombre.
¿Quién de nosotros no es también cobarde, en determinados momentos?

3. Están también los verdugos. No podrán faltar, son los mismos de siempre - con sus métodos brutales y sádicos, con sus corazones de piedra.

Y nosotros, ¿cuántas veces hemos sentenciado a otros con nuestros juicios injustos y nuestras calumnias arbitrarias?

4. Y no falta la misma víctima, inocente, dolorida, paciente. Hoy hay más víctimas que nunca: justos que sufren, inocentes perseguidos, viejos inútiles, huérfanos, encarcelados en todo el mundo.

Pero no hay que ir tan lejos. A nuestro lado hay quienes sufren, lloran, pasan hambre, están enfermos, no tienen trabajo, se sienten solos... Y así Jesús, con mil rostros distintos, sigue estando en medio de nosotros y vuelve a iniciar cada día el camino hacia el Calvario.

Y nosotros, ¿qué papel jugamos? Podemos escoger el rol que nos guste, podemos hacer con Jesús lo que queramos.

También podemos hacer que haya algunos servidores fieles, algunos corazones atentos, algunos rostros amigos. Podemos regalarle a Jesús presente en los hermanos, gestos de piedad, de compasión, de solidaridad y unidad.

Entonces, ¿quién va a hacer de Verónica? ¿Quién quiere ser Simón de Cirene?
Simón de Cirene, al principio, se sintió indignado y sin ganas de llevar la cruz. Pero poco a poco su atención se dirigió hacia el hombre que caminaba por delante: aquel compañero suyo tan paciente, digno y silencioso, tan valiente y fuerte en el sufrimiento.

Al principio vio sólo la carga de la cruz, pero al final ya no vio más que a Jesús. Y se alegró de poder ayudarle y acompañarlo en su camino.

Queridos hermanos, ese es el verdadero cristiano: el que sabe que nunca puede tener tanta alegría como cuando comparte el dolor con el hermano, y cuando acepta la cruz por amor al Señor. Por eso les invito a vivir con ese mismo espíritu la Semana Santa que se aproxima.

Preguntas para la reflexión

1. ¿En qué grupo estoy ubicado?
2. ¿Ayudo a Cristo a llevar su cruz?
3. ¿De qué forma comparto con los demás?

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miércoles, marzo 18, 2009

CARTA DE ALIANZA
18 de marzo de 2009

Afuera hacía un calor abrasador, el sol del mediodía caía en picada y la calle era un horno. Al entrar en el Santuario el aire fresco y la penumbra eran un verdadero bálsamo para el cuerpo y también para el alma. Un muchacho que estaba adentro al verme entrar se me acercó y me dijo: “¿Padre, me puedo quedar? porque aquí se está bien, aquí está fresco”. Más allá de que no tenía que pedirme permiso para entrar porque el Santuario de la Mater es la casa de todos, me llamaron la atención sus palabras, me recordaron a las del P. Kentenich el 18 de octubre de 1914 en el Santuario: “Todos los que acudan aquí para rezar deben experimentar la Gloria de María y confesar: ¡Qué bien estamos aquí! ¡Establezcamos aquí nuestra carpa!”. Es verdad, el muchacho estaba allí porque el lugar era fresco y por eso se sentía bien, pero también estaba frente a María. ¡Ella tiene tantos caminos para llamar a sus hijos!

Queridos hermanos en la Alianza:

¿Quién no se ha sentido bien en el Santuario de María? ¿Quién no ha experimentado su presencia maternal que nos acoge y cobija cuando nos sentimos solos y desvalidos, o cuando nos sana las múltiples heridas del alma, o cuando nos alegra con el regalo de sentirnos en familia, con una nueva familia espiritual formada por todos sus hijos peregrinos? ¡Realmente es muy bueno estar con Jesús y María en el Santuario!

Esa vivencia la hemos tenido también los que participamos del Congreso 2014, celebrado en Schoenstatt, Alemania, del 1 al 7 de febrero de este año. Fuimos delegados de 32 países de los cinco continentes convocados por la Presidencia Internacional de la familia de Schoenstatt para responder 4 preguntas fundamentales camino a los 100 años de Schoenstatt: ¿qué, cuándo, dónde y cómo queremos celebrar el centenario del Movimiento en el 2014? La cantidad de idiomas y culturas diferentes no fue un obstáculo, al contrario, se vivió una atmósfera de fraternidad y Cenáculo fuertemente guiados por el Espíritu que nos permitió buscar en común las respuestas a las preguntas planteadas.

1. ¿Qué celebraremos en el 2014? Los cien años de la Alianza de Amor con María, la que sellara el P. Kentenich y los congregantes el 18 de octubre de 1914 en el Santuario original. Esa misma Alianza de Amor que hemos sellado nosotros y que tantas bendiciones nos ha significado para la vida personal y familiar como discípulos y misioneros de Cristo.
2. ¿Cuándo? El 18 de octubre del 2014.
3. ¿Dónde? La Mater nos invita a peregrinar al Santuario original, personal o espiritualmente, y unirnos como una sola Familia desde todos los Santuarios Filiales y Ermitas en todos los países. Otro polo de la celebración será Roma, donde se le quiere llevar al Papa todos los frutos de la Alianza de Amor con la Mater a lo largo de estos 100 años.
4. ¿Cómo queremos prepararnos? Creemos que María nos llama a vivir hoy heroicamente en Alianza de Amor y así llevar a nuestro tiempo, caracterizado por el desconcierto y la muerte, más vida y más esperanza. Con Ella queremos construir una cultura de Alianza, crear y fomentar los vínculos entre Dios y los hombres, y entre los hombres como hermanos. Para ello focalizaremos nuestro trabajo en cinco áreas:
1) Matrimonio y familia
2) La juventud
3) Pedagogía del P. Kentenich
4) Iglesia diocesana
5) Compromiso social
Mientras caminamos hacia el Centenario del Movimiento el Símbolo del Padre, regalado por el Padre Fundador para el Santuario original, peregrinará por todas las familias nacionales hasta el 2014.

Hablando de preparación al 2014 les dejo una "idea loca", de esas que tanto le gustaban al P. Esteban Uriburu: que la familia Argentina en el 2014 le regale a la Mater 100.000 Alianzas de Amor comenzando desde hoy. ¿Será posible? ¿Qué les parece? Espero sus respuestas.

Queridos hermanos, para ir terminando: los jóvenes que sellaron la Alianza de Amor en 1914 y que se sentían tan bien en compañía de María en el Santuario tuvieron que partir a los pocos meses al campo de batalla de la 1ª guerra mundial donde dieron un firme testimonio cristiano; el muchacho que buscaba fresco en el Santuario y se encontró con la Mater luego de un rato salió a la calle con nuevas fuerzas para encarar el duro día de trabajo. Nosotros, como ciudadanos argentinos, también tenemos nuestras luchas y desvelos. Este es un año muy difícil, (nuevamente otro). Las palabra más repetidas hoy son crisis e inseguridad. Inseguridad de todo tipo: física, económica, laboral, jurídica, institucional, pero especialmente personal y existencial. Pero cada uno de nosotros sabe que frente al desconsuelo y desamparo puede recurrir siempre al amor incondicional de María; pero los que no lo saben, ¿qué hacen?, ¿de quién se agarran? Les propongo que en este tiempo difícil hagamos lo mismo que hicieron los primeros congregantes en medio de la guerra: SALGAMOS Y OFREZCAMOS LA ALIANZA DE AMOR CON MARÍA. Es nuestro tesoro y es nuestra misión. “Dones son tareas” nos repetiría el P. Kentenich. Ofrezcamos a nuestra gente la posibilidad de llegar a María y Ella les regalará nuevamente fuerza y esperanza para encarar la vida.
¡En Alianza con María seamos signos vivos de solidaridad y esperanza!

Desde el Santuario les mando un cordial saludo y mi bendición.

P. José Javier Arteaga

Familia viva, ¡esperanza argentina!

domingo, marzo 15, 2009

La segunda conversión
Padre Nicolás Schwizer

La Iglesia nos invita a los cristianos a la conversión permanente, perfecta, definitiva. Es un desafío para todos nosotros. Nos estimula a revisar nuestro propio camino de conversión, nuestros progresos personales hacia la santidad.

¿Qué significa conversión para nosotros?
Es un cambio serio, profundo, total, que abarca toda la persona. Cambio de mentalidad, cambio interior, de actitudes interiores que nos lleva a transformar también toda la vida exterior.

La primera conversión
. En la vida de cada cristiano existe una primera conversión. El día de nuestro Bautismo, todos fuimos convertidos. Dios cambió radicalmente nuestra vida, por la gracia y fuerza divina. Nos llamó a vivir como redimidos, como hijos queridos de Dios. Pero no tuvimos mucha participación todavía en esa conversión.

Segunda conversión. Por eso, en la vida de cada cristiano auténtico, debería haber una segunda conversión: Darse cuenta de que ser cristiano es algo más que vivir costumbres, tradiciones y hasta rutinas cristianas. Tomar una decisión muy personal de vivir una vida cristiana, vida entregada, generosa, comprometida, por convicción personal, no sólo por decisión de los papás, como en el Bautismo.

Esta conversión definitiva es un volverse, un abrirse con todo el ser a Dios y a los hermanos. Y la mejor expresión de ello es la confesión, sacramento de la reconciliación y la conversión. Nuestras confesiones de Cuaresma han de ser pasos decisivos hacia un cambio sincero y radical.

Conversión radical. Quizás tenemos un concepto demasiado simplista de lo que es conversión: pasar de una situación de ateísmo o de corrupción moral a la fe o a una vida recta. Y es verdad, existen conversiones de este tipo: un cambio radical de camino, la decisión por una vida nueva. Un ejemplo preclaro de ello tenemos en San Pablo. Otros ejemplos son San Agustín, San Francisco de Asís, San Ignacio de Loyola, Charles de Foucauld, etc.

Hasta podemos decir que la historia de la Iglesia es la historia de sus conversiones y renovaciones, la historia de sus grandes convertidos a lo largo de los siglos.

También en nuestro tiempo actual encontramos movimientos que impulsan a la conversión radical: p.ej. Cursillos de Cristiandad, Movimiento de Renovación Carismática, etc.

Conversión permanente. Pero existe también otra forma, una forma más corriente de conversión. Se trata de personas que no cambian su vida de un modo tan drástico, tan instantáneo, que no hacen virajes tan espectaculares.

Todos sabemos que la conversión normalmente no se da de un día a otro. Es un proceso largo de cambio, una conversión permanente. Consiste en pequeñas conversiones, conversiones diarias.

Son personas que elevan sin cesar su vida, que cada año se les ve más generosas, más profundas, más entregadas. Son los hombres y mujeres de las pequeñas conversiones, de la “conversión diaria”. Supongo y espero que todos nosotros pertenezcamos a este tipo de convertidos.

El fuego de la conversión. Podríamos expresar estas dos formas de conversión a través de una imagen: la conversión es como un fuego. Recordemos la palabra de Jesús: “Vine a traer fuego a la tierra” (Lc 12,49). Y todos los convertidos se han visto atraídos por ese fuego de Jesús: Para algunos es como un fuego que parece abrasarlos de repente y todo cambia.
Para otros, sin duda la gran mayoría, el fuego es discreto, lento, interior, pero constante; un fuego que ilumina, calienta, acrisola; que permanentemente se reanima y extiende.

Pidámosle a María y a Jesús, que despierten en nosotros un gran anhelo de cambiar, y que nos regalen la gracia de la transformación permanente.

Preguntas para la reflexión

1. ¿Estoy en la primera o segunda conversión?
2. ¿En qué punto concreto puedo esforzarme para cambiar?
3. ¿Conozco la vida de los grandes convertidos?

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sábado, marzo 07, 2009

Circular del P.Alberto Eronti para Cuaresma

Buenos Aires, Cuaresma del 2009

Queridos hermanos:

En la circular que les envié con motivo del último Adviento, intenté hacer una interpretación evangélica de lo que estaba ocurriendo en el mundo: la crisis económica había puesto de rodillas a los habitantes del planeta. Una economía deshumanizada y centrada en el afán de lucro desmedido, provocó un verdadero terremoto en las naciones del así llamado “primer mundo”, pero la conmoción alcanzó a todos los pueblos sin excepción. Ya hay millones de personas que han quedado sin trabajo y todo hace pensar que crecerá el número de indigentes. Los “termómetros” de la economía global oscilan constantemente y los ojos de millones de personas están fijos en los índices con los que se mide el sube y baja de la misma. La inseguridad, la incertidumbre, el miedo al futuro próximo se instaló fuertemente en el sentir colectivo, produciendo stress y depresión a quienes se ven obligados a vivir al día.

¿Qué hacer ante semejante situación? Lo primero es recordar que en el centro de la crisis, que como una morsa, está el hombre, es decir nosotros. No son los números los que sufren, son personas. Precisamente, por ser personas, una situación como la que vivimos produce una profunda experiencia de desvalimiento, desazón y desesperanza. ¡Cuántos sueños y proyectos fueron barridos de golpe!

Lo segundo es reaccionar desde dentro de nosotros mismos: cada uno, cada familia, cada grupo humano ha de reaccionar lo más adecuadamente posible. Si no se reaccionara personal y familiarmente, lo que peligrará es lo que alguien llamó muy gráficamente “La paz económica en los hogares”. ¿Qué significa esto? Significa que hay que aprender a “achicar” gastos, renunciar a proyectos propios de un tiempo de bonanza pero no de crisis. ¡Cuántas discusiones entre esposos a raíz de lo económico! ¡Cuántos desencuentros entre padres e hijos por este motivo! Decididamente, no es lógico vivir como si nada pasara, porque pasa y pasará más y hemos de vencer y no ser vencidos por la realidad.

Lo tercero es un control del egoísmo desmedido. La reacción natural de quien experimenta inseguridad material y existencial, es pensar sólo en sí mismo. La situación actual nos brinda no sólo la posibilidad de replantearnos el tema de la sobriedad, la austeridad y la pobreza evangélica, sino también el de la solidaridad, sabiendo ver las necesidades de quienes conviven con nosotros. No puedo sino recordar la parábola llamada “del buen Samaritano”: dos sacerdotes vieron al hombre caído y herido y se alejaron, un pagano también lo vio, se acercó, lo socorrió y llevó para que fuera atendido. Será bueno entrenarnos para ver, para aproximarnos, para ayudar. Esto no sólo nos libera de toda tendencia egoísta, sino que nos hace libres y por eso más humanos.

En cuarto lugar, y lo que da “alma” a lo dicho, es la mirada de fe. Una antigua publicidad señalaba “donde muchos ven problemas, algunos ven oportunidades”. Se refería a oportunidades económicas, nosotros queremos referirnos a oportunidades espirituales y para el espíritu. Justamente escribo esta carta al inicio del tiempo litúrgico de la Cuaresma. En la catequesis se nos enseñó que es un tiempo de “hacer penitencia”. Dicho así no se entiende todo lo que significa: la Cuaresma es una oportunidad que nos brinda Dios en la vida de la Iglesia año tras año. Es una oportunidad para la libertad, para la pacificación, para la reconciliación, para la esperanza… La otra palabra que aprendimos es “conversión”. La conversión es “ir a más”, ir de menos a más. Más humanos y por eso más creyentes, más creyentes y por eso más humanos. La Cuaresma culmina en la Pascua, que significa “paso”, por eso “ir a más”, es pasar hacia, es crecer en lo noble, en lo bueno, en lo justo, en lo solidario, en el desprendimiento, en la libertad. Por fin, la otra palabra es “ayuno”. Normalmente lo canalizamos dejando de comer ciertas cosas o comiendo menos algún o algunos días de la semana. No es malo hacerlo, pero el ayuno principal no es el de la comida sino del desamor. Ayunar de lo que nos desfigura: la ausencia de amor. Amor expresado como comprensión, ternura, servicio, don de uno mismo.

En la cita bíblica que encabeza esta carta, San Pablo hace referencia “al muro” que divide a los hombres: “la enemistad”, cuyo opuesto es “hacer la paz”. ¿Qué muros me alejan del otro o de los otros? ¿Qué muros nos separan? Sólo si sabemos nombrar el o los muros, tendremos la posibilidad de vencerlos y liberarnos. La economía, los bienes materiales, han acentuado los opuestos: ricos-pobres, pudientes-indigentes, empleadores-empleados, etc. Los muros se superan con un puente. No está en nuestras manos modificar la crisis de la economía global, pero cada uno, cada familia, sí tiene la posibilidad de hacer del problema una oportunidad. Sobre todo una oportunidad para la libertad ante los bienes y el dinero, lo que supone una nueva y evangélica escala de valores: lo primero no es la economía sino, y por este orden, Dios, el hombre y la creación, como un bien que compartimos.

El Padre José Kentenich supo decir, hablando de los bienes materiales y del dinero en tiempos difíciles, que hemos de aprender a ser libres de lo superfluo, quizás también de lo útil, y buscar tener lo necesario. Lo necesario no es una lista larga, es la corta lista que asegura y protege la dignidad de cada ser humano. Es esto lo que sí está en nuestras manos y que sí podemos hacer.

Les deseo un bendecido tiempo de Cuaresma, sobre todo con la presencia sencilla de la “paz económica” en cada uno y en cada hogar. Si lo conseguimos, la Pascua de Resurrección nos encontrará más abiertos y anhelantes de vida y de paz. ¡Así sea!

P. Alberto E. Eronti

miércoles, marzo 04, 2009

¿Qué quiere regalar Dios a través de Schoenstatt y
a través tuyo a la Iglesia y al mundo de hoy?

Prédica del P. Juan Pablo Catoggio en la Fiesta de Sión 2009

Queridos hermanos,
1. Celebramos los 15 años de nuestro Santuario de Sión. La Providencia esta vez nos “corrió” con la lluvia a la Iglesia de Dios Padre: nuestros Santuarios están íntimamente unidos, justamente cada uno a su manera, pero necesariamente juntos, son “Santuarios del Padre”, Nazareth del Padre y Sión del Padre.

¿Qué significa el Santuario para nosotros?

Nos regaló y regala un centro, para volver siempre a encontrarnos y no perder nuestro centro, un hogar donde recalamos una y otra vez, para entregarle a María nuestros cansancios, confiarle nuestras preocupaciones y proyectos, donde le consultamos si vamos bien, donde volvemos a recuperar nuestras fuerzas.

En el Santuario Dios llama a los que elige, y así nos ha regalado – gratuitamente y con generosidad – cada vocación.

El Santuario es nuestro hogar y nuestra escuela, es nuestro norte y nuestra brújula, nuestro manantial.

¿Cuál es el secreto de todo esto? Es el Santuario, la presencia del Dios vivo entre nosotros, la fuerza de María en la Alianza de Amor con ella en el Santuario. Lo dije muchas veces: para los schoenstattianos el Santuario es nuestro “domicilio”, a nadie le falta casa, todos somos propietarios” del Santuario.

2. A comienzos de este mes se reunieron en Schoenstatt unos 90 delegados de 32 países para intercambiar y planear el 2014. Partieron de esta pregunta:
¿Qué quiere regalar Dios a la Iglesia y al mundo a través de Schoenstatt? Hoy y en el futuro, no sólo hace 100 años.

Yo quisiera bajar esa pregunta más concretamente:
• ¿Qué te regala Dios a vos por medio de Schoenstatt?
• ¿Y qué le regalás vos a Schoenstatt?
• ¿Y qué quiere regalar Dios a nuestra patria a través de Schoenstatt y a través tuyo en esta hora?

Les dejo las dos primeras, y reflexionaremos sobre la tercera pregunta. Pues sólo así, como diría San Pablo, “dejando lo pasado y lanzándonos hacia delante” (Fil 3), podemos celebrar 100 años de Schoenstatt, no “escribiendo” la historia pasada, sino “haciendo” la
historia del mañana.

3. Vivimos momentos difíciles y exigentes: la crisis financiera global amenaza con una recesión y desempleo de gran magnitud, ni siquiera los aires de cambio y esperanza que trajo Barack Obama parecen serenar los ánimos – y menos los mercados. Muchos se debaten entre ilusiones y miedos.

Cualquier provocación o simple excusa sirve para encender la violencia y desatar nuevas guerras. En nuestra patria parece que no podemos o no queremos darnos cuenta. Detrás de las luchas de poder quedan postergadas las verdaderas necesidades y los verdaderos necesitados. Imaginamos enemigos y conspiraciones y tapamos los problemas reales. Y así nos encaminamos – casi frívolamente, ¡cómo se ha frivolizado la política! – hacia… ¿hacia dónde? ¿quién lo sabe?

Nos falta una cabeza. Disgregados por falta de un centro, confrontados por falta de un proyecto y sueño común, sin rumbo por falta de una mano que abra horizontes y señale el camino, sin
valores que valgan la pena por la falta de ejemplos creíbles y convincentes, sin fuerzas por falta de hombres y mujeres a la altura de las circunstancias, nos faltan líderes, nos falta una cabeza.

4. Así nos acercamos al bicentenario de nuestra patria el año próximo. ¿Qué quiere regalar Dios a través de Schoenstatt y a través tuyo a la Iglesia y al mundo de hoy?

Escuchemos estas palabras:
“Es una misión que nace de la época, es una misión para la época. Quien quiera comprender Schoenstatt, debe comprender la época. Cada uno de nosotros lo experimenta: vivimos en una época que se asemeja a un volcán. Se teme – y momento a momento se corre el peligro – que vaya a estallar y que la lava entierre en su camino a una parte del mundo. El miedo recorre el mundo… En todas partes reina el temor y el temblor. Los pueblos suspiran de miedo…¡Miedo! Y movidos por ese miedo vemos masas de hombres que se arrojan a la economía. El ansia de infinito no encuentra satisfacción alguna. Cristo no está más, pero el impulso interior hacia lo infinito no se deja acallar. Por eso hacia la economía, hacia el mundo de la economía. Y movidos por igual actitud se arrojan a los placeres de este mundo. ¿Y la reacción? Lo sentimos: el corazón
sigue vacío, infinitamente vacío… Sí, renovación del mundo, en una época en que todo está en crisis, en que el Dios personal ha muerto y por eso se destruye la personalidad del hombre, en una época en la que la humanidad se desliza hacia el abismo. En espíritu vemos un pequeño Santuario, mucho más pequeño que los grandes Santuarios… No atraerá a personas que vayan en busca de comodidad sino a hombres y mujeres que quieran intervenir en la historia y no teman ponerse altas exigencias. En espíritu vemos una, no sé cuántas casas, la Casa provincial de las Hermanas, una universidad… Y todos esos edificios: ¿qué pretenderán? Plasmar hombres y mujeres que intervengan vigorosamente en el destino, en la historia del mundo actual.”
Son de nuestro profeta, cuando en 1949 bendijo la piedra fundamental del Santuario del Padre. ¡Qué actuales!

Queremos ayudar a construir la Argentina del bicentenario, como lo queremos hacer ahí donde Dios nos llame a forjar su reino: en Paraguay y Uruguay, en Italia o en Nigeria.

Dios en Schoenstatt nos regala un sueño, un proyecto de la Nación de Dios, de una patria nueva.
Nos regala un hogar donde recalar siempre y recargar nuestras fuerzas.
Nos regala una escuela de dirigentes nuevos, de nuevos “padres de la patria”.
Nos regala vocaciones, de todo tipo, que con fuerza se consagren al servicio de su reino.
Nos regala la fuerza de la alianza, la fuerza de aquel Dios que María canta en el Magnificat, por su misericordia, por su poder y por su fidelidad, ese Dios que cumple sus promesas y para el que nada es imposible.

La película “Bella” de Verastegui comienza con una excelente frase:
“si quieres hacer reír a Dios cuéntale tus planes” – Dios se ríe de nuestros planes, son pequeñeces para Él. Nosotros, que en Schoenstatt aprendimos el a menudo difícil idioma de la
Providencia, podemos también decir: ¡si quieres hacer reír a Dios, cuéntale tus planes, si quieres asombrarte, pregúntale por los suyos!

5. El Papa nos propone un año paulino, para que la Iglesia, los cristianos, nos encendamos con la pasión de este gran santo que cimentó los orígenes. Schoenstatt nació y creció bajo su bandera.
Con nadie, absolutamente, se identificó el Padre tanto como con él.
Pablo es el hombre de una gran pasión por Cristo, por quien se sabe amado al extremo, “que me amó y se entregó por mí” – ¡por eso Cristo es su vida!

Pablo es el apóstol y misionero por excelencia: ¡no puedo no predicar el evangelio! Me hago todo para todos. Aquel que se entrega como su maestro por los suyos. ¡El Padre dice desde la
cárcel que cada día lee Filipenses 1! Es el hombre universal: corazón de Pablo, corazón del mundo.

6. En este espíritu queremos encarar las cosas y compartir con ustedes, como de costumbre, nuestros proyectos y grandes inquietudes:
• Como ven, será un año decisivo en esta aventura de acompañar a nuestros hermanos en la fundación de Schoenstatt en Nigeria. Dos están ahora por primera vez de visita. Dos vendrán hacia fin de año para quedarse por un par de años en nuestra región y vivir y aprender el trabajo con el movimiento en nuestra Familia de Schoenstatt de Paraguay y de Argentina. Y como saben, el P. Andrés partirá después de Pascua por tres años para allá. Vamos todos con él – él, ustedes, nosotros todos.
• Este año tendremos dos ordenaciones sacerdotales, el 2 de mayo en Córdoba. ¿Cuántas vocaciones nos regalará la Mater para el curso del bicentenario, del 2010? Depende de ustedes y
de nosotros. Les ofrecemos una estampita por los 15 años del Santuario con la oración por las vocaciones: quizá podemos ofrecer especialmente nuestro Capital de Gracias en los Santuarios la primera semana de cada mes.
• Y queremos pedir a Dios que nos regale la actitud generosa y sencilla del P. Enrique. Ese espíritu queremos para Sión y para toda nuestra familia de Schoenstatt: “¡Heme aquí, Señor,
envíame!”

Cuando murió el Padre Fundador – 1968 -, el P. Enrique, entonces primer superior de nuestra comunidad, nos representó en su funeral. En el ataúd colocó una cajita con tierra argentina y una
pequeña carta en la que decía: “Querido Padre, recibe esta tierra argentina que hace años visitaste, que tan profundamente amaste y que ansiosamente te estuvo esperando. Te la enviamos envuelta en la bandera para que te hable de nuestro dolor en estos momentos, de
nuestra gratitud por tu vida y de nuestros anhelos. Ahora que no puedes venir y muchos no te verán, queremos ser nosotros portadores de tu persona, imitadores tuyos y continuadores de tu
obra… queremos ser transparentes tuyos y transmitir tu espíritu a esta tierra sirviendo sacerdotalmente a la Familia, la Iglesia y el pueblo argentino”.

“¡Heme aquí, Señor, envíame!”

Fiesta de Sión, 22.02.09
Fiesta de Sión 2009:
15° aniversario del Santuario de los Padres de Schoenstatt

El domingo 22 de febrero amaneció con lluvia, tal como venía anunciando el pronóstico durante toda la semana. Realmente el tiempo pintaba feísimo y hasta había alerta meteorológico. Pese a ello, tal como se había anticipado en la invitación, la fiesta del Santuario de Sión, que justamente ese día celebraba sus 15 años de vida, no se suspendió, y la convocatoria de la gente fue excelente.

Debido a la lluvia, la celebración de la Misa se trasladó a la Iglesia de Dios Padre, que se vio colmada a la hora de inicio, un poco más tarde que lo habitual, en torno a las 11.30 hs. Es que, como de costumbre, ni bien iban llegando, los Padres se veían rodeados por los laicos, que querían saludarlos y entrecruzar alguna palabra con ellos.

Fue emocionante ver la gran cantidad de Padres de la región concelebrando junto al Superior Regional, Padre Juan Pablo Catoggio, además de dos Padres venidos especialmente de Nigeria - el P. Reginald y el P. Kinsley -, dos diáconos a punto de recibir su ordenación sacerdotal el 2 de mayo próximo – Facundo Bernabei y Federico Piedrabuena – y varios seminaristas que están participando de la Jornada anual de los Padres que se realiza en el mes de febrero en Sión. Cabe destacar también la presencia del Padre Ludovico Tedeschi, en representación de la filial de los Padres en Italia.

Don y tarea para la Familia de Schoenstatt argentina

El coro, integrado por jóvenes de La Plata, contó con la extraordinaria conducción de dos "eximios músicos", seminaristas ambos, Manuel López Naón, de Argentina, y Santiago Cacavelos, de Paraguay, que amenizaron con sus cantos toda la celebración. A eso se sumó también, como un regalo especialísimo, un canto en honor a la Mater que los dos Padres nigerianos quisieron regalarle a todos los presentes ese día, con sus voces tan armoniosas y llenas de fuerza.

La Misa fue sumamente familiar, con una homilía extraordinaria a cargo del Padre Juan Pablo, que como de costumbre hizo un repaso de los eventos más importantes transcurridos a lo largo del año anterior, a la vez que "dejó tarea" para el futuro. Como no pudo ser de otra manera, hizo referencia a la Conferencia 2014, tornando la corriente nacida en ella don y tarea para la Familia de Schoenstatt de Argentina: "A comienzos de este mes se reunieron en Schoenstatt unos 90 delegados de 32 países para intercambiar y planear el 2014. Partieron de esta pregunta: ¿Qué quiere regalar Dios a la Iglesia y al mundo a través de Schoenstatt? Hoy y en el futuro, no sólo hace 100 años.

Yo quisiera bajar esa pregunta más concretamente:
¿Qué te regala Dios a vos por medio de Schoenstatt?
¿Y qué le regalás vos a Schoenstatt?
¿Y qué quiere regalar Dios a nuestra patria a través de Schoenstatt y a través tuyo en esta hora?
Les dejo las dos primeras, y reflexionaremos sobre la tercera pregunta. Pues sólo así, como diría San Pablo, "dejando lo pasado y lanzándonos hacia delante" (Fil 3), podemos celebrar 100 años de Schoenstatt, no "escribiendo" la historia pasada, sino "haciendo" la historia del mañana", concluyó.

"¡Heme aquí, Señor, envíame!"

Y en este sentido, como desde luego no podía faltar, hizo referencia al gran ausente de este año: el Padre Enrique Schaefer, fallecido hace un par de meses, y a su gran ideal de vida, que debe hacerse eco y encenderse en el corazón de todos nosotros: "¡Heme aquí, Señor, envíame!".
Naturalmente, fue una celebración distinta, ya que por primera vez no se llevó a cabo en el Santuario de Sión, pero no por eso perdió su encanto ni su clima habitual, de Familia en torno al Padre y a los Padres. "Celebramos los 15 años de nuestro Santuario de Sión. La Providencia esta vez nos "corrió" con la lluvia a la Iglesia de Dios Padre: nuestros Santuarios están íntimamente unidos, justamente cada uno a su manera, pero necesariamente juntos, son "Santuarios del Padre", Nazareth del Padre y Sión del Padre", de esta manera el Padre Juan Pablo Catoggio supo interpretar la situación en su homilía.

Preparados y fortalecidos espiritualmente

Al cabo de la Misa, tras los saludos de rigor entre los presentes y a los Padres, y luego de recibir el folleto habitual de Sión junto con una estampita con la oración por las vocaciones, un buen número de gente se trasladó a la Casa José Engling, de la JM, en Sión, para el almuerzo en familia. Un verdadero momento de distensión, charlas, intercambio, risas, reencuentros, tan necesarios en toda familia, más aún cuando algunos venían de lugares bastante distantes, como Mar del Plata y Paraná.

Afortunadamente a esa hora ya había parado de llover torrencialmente y se pudo disfrutar del encuentro familiar al aire libre, aunque hubo un par de momentos en que una leve llovizna obligó a todos a ponerse a reparo bajo el alero de la galería de la casa.

La organización de la cantina estuvo a cargo de la Federación de Familias de La Plata, que llevó a cabo un trabajo sumamente eficiente, con gran responsabilidad.

La Bendición Eucarística, con la que todos los años culmina esta fiesta, tuvo lugar también en la Casa José Engling, ante la Auxiliar de la Vicaría Centro, que presidió también la Misa. Tras la bendición final impartida por los dos diáconos, una vez más se retiraron todos felices a sus casas, con la sensación de siempre de haber experimentado todos juntos un momento de cielo, preparados y fortalecidos espiritualmente para comenzar con las actividades del año del Movimiento tras los meses de verano.

Fuente: schoenstatt.de

domingo, marzo 01, 2009

Fechas importantes marzo 2009
01 1º Domingo de Cuaresma
08 2º Domingo de Cuaresma
11 El P.Kentenich es trasladado al campo de concentración de Dachau
15 3º Domingo de Cuaresma
18 Día de Alianza

19 P.Kentenich celebra por primera vez Misa en Dachau

19 San José. Onomástico del P.Fundador
22 4º Domingo de Cuaresma

25 La Anunciación del Señor
29 5º Domingo de Cuaresma
Saber que Dios nos ama

Padre Nicolás Schwizer


Empezamos el tiempo de Cuaresma. Según la intención de la Iglesia, es un tiempo de renovación, de penitencia y de conversión.
Para los primeros cristianos, la proclamación de la penitencia era una “Buena Nueva”. Dios iba a perdonarles sus faltas, Dios iba a revelarles su cariño y su compasión.

Pero para nosotros, los modernos, se trata de una mala noticia. Si en una asamblea cristiana se habla de Cuaresma, de penitencia, de sacrificio, muchos rostros se ensombrecen. Se ponen a temer por lo que les resulta más querido: su cartera, sus cigarrillos, su televisión, su buena comida…

¿Cuál puede ser la razón de este cambio entre los antiguos y los modernos cristianos?

En la Iglesia antigua sólo hacían penitencia los que habían cometido grandes crímenes: los penitentes públicos. Pero el Jueves Santo, en la Misa de su reconciliación, estos pecadores parecían tan felices, tan renovados, tan inocentes que los demás fieles sentían envidia de ellos.
Se lamentaban de no haber experimentado una penitencia tan bienhechora. Y al año siguiente pedían, también ellos, que se les admitiera a la penitencia cuaresmal.

¿Y nosotros, los cristianos de hoy? Nosotros pensamos demasiado en nosotros mismos, pensamos en esas renuncias, en esa cruz, en esos sacrificios, en esa confesión cuaresmal ‑ como cosas que nos van a costar y que nos dan miedo.

Pero no pensamos en Dios, que nos llama, que nos está esperando y que hará que todo se nos convierta en gozo, si volvemos hacia Él nuestro corazón.

Muchos cristianos tenemos una idea imperfecta y hasta falsa de nuestra religión. Creemos que la religión consiste en lo que nosotros hacemos por Dios, en esas cosas desagradables que nos imponemos por Dios.

¡Cuántas cosas he hecho yo por Dios! ¡Cuántas cosas le he sacrificado! ¡A cuántas he renunciado por amor a Él!

El auténtico cristiano es el que mira, ante todo, las cosas que Dios ha hecho por nosotros, las cosas grandes y maravillosas que Él ha hecho en la pobreza y pequeñez de sus servidores. Con esta actitud uno nunca se siente saciado, siempre está deseando crecer y profundizar más todavía.
Es la religión del Credo, que no dice ni una sola palabra de nosotros, pero que canta todas las iniciativas de Dios para manifestarnos su amor.

Nosotros somos cristianos, si creemos y si, después de tantos años, sabemos que Dios nos ama gratuitamente. Dios es Padre y ser padre es amar primero, es tener la iniciativa en el amor. Dios nos ama antes que nosotros lo amemos, sin que nosotros lo amemos. Dios no tiene necesidad de nuestros sacrificios para amarnos.

Dios ‑ como todos aquellos que en verdad nos aman, como nuestros padres por ejemplo ‑ no nos ama porque nosotros seamos dignos de su amor, sino nos ama por su bondad, por la generosidad y fidelidad de su propio corazón.

Dios nos ama con tanto cariño que seguramente conseguirá despertar en nosotros, algún día, una respuesta de amor semejante al suyo. Tal respuesta de amor sería, sin duda, el fruto más hermoso y precioso de este tiempo de Cuaresma.

¿No cambiaría este amor el triste asunto de nuestros sacrificios y renuncias cuaresmales en un alegre testimonio de nuestra gratitud y de nuestra generosidad hacia Dios?

Y aplicado para nosotros: ¿No sería esta Cuaresma el tiempo propicio para crecer en santidad y convertirnos más y más en hombres nuevos?
A mí me parece que ésta es la gran oportunidad para manifestarle a Dios nuestro amor fiel y generoso de hijos.

Preguntas para la reflexión
1. ¿Cómo respondemos al amor de Dios?
2. ¿Nos cuestan las renuncias, los sacrificios por amor a nuestro Padre Dios?
3. ¿Nos sentimos amados por Dios?

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