martes, agosto 27, 2019

Celebración de Hoerde, en Schoenstatt, Alemania



 Queridas hermanas

La celebración en Schoenstatt ha sido un tiempo de gran bendición e impulso para el nuevo tiempo. Nuestro Padre Fundador y el espíritu de los primeros, inundaron la gran fiesta.
Participamos de conferencias de alto contenido que nos han ubicado en la época actual y lo que se espera de la Federación, en la Familia de Schoenstatt, en la Iglesia y la sociedad.
Les doy el link donde pueden encontrar las conferencias. Es un material que sería bueno, lo reflexionemos en profundidad. 

Las Misas, llenas de Dios; los encuentros e intercambios con las demás federaciones y entre la madres, con fraternidad. Unidad en la diversidad de estados de vida, idiomas, países. 
Mantuvimos encuentros y reuniones con la federación de madres de Brasil, Chile, Sudáfrica, Texas, Portugal, España, Suiza.

Un grupo de hermanas federadas argentinas, siguen peregrinando por los caminos del Padre. 

Les comparto algunas fotos.

Gracias por sus oraciones.

Con cariño

Lux Elena





















martes, agosto 20, 2019

HOERDE

Schoenstatt – 20 de agosto 2019


¡Hermanas y hermanos en Cristo y en la Alianza de Amor!

La homilía de hoy la ha preparado para nosotros el Padre Alejandro Blanco de La Plata, quien fuera durante un largo periodo presidente de la Región de la Federación de Presbíteros en Argentina. Es Profesor de Filosofía y trabaja en Pastoral carcelaria con personas privadas de libertad.
En este momento no está con nosotros, sino que permanece en su casa en reposo pues está enfermo.
Vamos a leer la homilía en diferentes lenguas. Espero que todos tengamos a mano el texto, cada uno en su propia lengua, para poder compartir la lectura.

Querida familia de Schoenstatt:

Quisiéramos iniciar la reflexión de hoy a partir de la experiencia compartida entre los presbíteros de nuestra comunidad de federación, que nos llevó largo tiempo hasta este momento anhelado por todos nosotros.
Hoy, a 100 años de la fundación de la primera Federación Apostólica de Schönstatt, los sacerdotes de las diversas regiones de la Federación en el mundo hemos decidido formalmente, oficialmente, fundar la Federación Internacional de Sacerdotes de Schönstatt. Esto fue hace unas horas en el Santuario Original. Algunos de ustedes han sido testigos presenciales de este acontecimiento.
Para este acontecimiento nos hemos venido preparando en un largo proceso de más de 10 años, vinculando nuestras regiones, conociendo nuestros territorios, compartiendo la vida y el trabajo real de nuestra gente en los distintos pueblos del mundo donde actúan nuestros sacerdotes de federación.
Fue un trabajo apasionante el de aprender a conocernos, respetarnos, valorarnos en nuestras diferencias, esperarnos en nuestros tiempos. Hemos conocido nuestras diversas costumbres, hemos contemplado nuestros diversos paisajes, nuestros diversos modos de vida.
En fin, hemos experimentado la acción del Espíritu Santo que ha forjado entre nosotros una comunión que no tiene que ver con técnicas de integración, con dinámicas, con recursos didácticos para lograrla. Ni siquiera con la opción por una lengua común para poder comunicarnos. La comunión lograda es otra cosa. Se trató de aprender a abrir el corazón para acoger al otro en su real diversidad. Esto fue ante todo una gracia, una irrupción del Espíritu Santo.

***
En Argentina, en torno al jubileo de Hoerde, apareció una hermosa idea que inspiró la vida en este tiempo. Se formuló de esta manera: "Hoerde, Pentecostés de la Alianza de Amor". No es casual que en la casa de nuestra Federación de Presbíteros, nuestra querida Marienau, la escena de un hermoso Pentecostés -con María y los Apóstoles- presida la capilla. Es que eso ha sido desde el comienzo la Federación Apostólica. La irrupción del Espíritu Santo que 5 años después de ese hecho íntimo, acontecido en el silencio de la pequeña capillita de la congregación Mariana, se abrió a todos los hombres y mujeres, floreció en un movimiento, caracterizado por la comunión en la diversidad de nacionalidades, de estados de vida. En síntesis, Hoerde marca el comienzo de este Pentecostés que se expandirá en toda nuestra obra de Schoenstatt en el mundo, en todos nuestros santuarios enraizados profundamente en los pueblos dónde han ido surgiendo.

La humanidad debe terminar de descubrir - naturalmente esto que digo, visto desde una perspectiva teológica cristiana – que, según leyes que se inspiran en el misterio trinitario, en la dialéctica del amor la diversidad no es aquello que nos aleja y nos separa sino lo que nos hace entrar en comunión, Cuanto más afirmación y cuidado de la diversidad, mayor comunión, mayor unidad. Es la ley de la vida trinitaria. Lo hemos experimentado como una gracia del Espíritu Santo en este proceso de más de 10 años que antecedió a este momento fundacional.

Desde el comienzo creímos que la norma fundamental para el desarrollo de nuestra comunidad debía ser la de caminar un largo proceso hasta lograr que las autonomías regionales, lograda cierta identidad propia, cierta madurez comunitaria local, pudieran constituirse cada una como una federación autónoma propia. Y que el desarrollo de estos diversos polos autónomos, originales, en algún momento se encaminarían hacia la constitución de una federación internacional, agremiándose entre todos por decisión autónoma de las partes.
Tenemos la convicción de que este modo original de organizarnos internacionalmente es en realidad una misión fundamental hacia la Iglesia en primer lugar y también hacia las diversas estructuras sociopolíticas de la actualidad.

La Iglesia necesita "sinodalizarse". Como bien sabemos el Papa Francisco ha insistido mucho en este aspecto, pero naturalmente no puede hacer las cosas él solo. Sinodalizarse significa aprender a caminar juntos enriqueciéndose y cuidando la diversidad cultural. Por eso la Iglesia debe desromanizarse, deseuropeizarse. Lo que no significa negar los valores de la tradición romana y europea, sino integrarlos en el marco de un mundo culturalmente plural, que fomenta diversos procesos de inculturación.

En este sentido la Federación de Presbíteros ha querido ser y quiere seguir siendo aún más un laboratorio donde podamos experimentar esa sinodalidad.

Naturalmente el objetivo que compartimos es el mismo. En los tiempos de la fundación de la Federación se calificó este objetivo con la palabra "apostolado", “federación apostólica”: esto marca el fin claramente.

Pero en 1919 la Iglesia aún se encontraba en un proceso de despertar a la conciencia de que el apostolado no era el oficio exclusivo de los clérigos, sino la tarea propia de todo cristiano. Esa conciencia se fue despertando lentamente y es justamente en el momento en que nace la federación apostólica en que esa conciencia de apostolado universal comienza a extenderse, sobre todo despertando al laicado.

Es necesario recordar que la Iglesia de 1919 no es la Iglesia del Pos Concilio Vaticano Segundo. La Iglesia ya no se define en primer lugar como la sociedad de los fieles bautizados. "La Iglesia es como un Sacramento, es decir, un signo e instrumento de la comunión de los hombres con Dios y de los hombres entre sí", dice claramente Lumen Gentium.

Hoy toda la iglesia tiene clara conciencia de que la tarea evangelizadora es propia de toda la Iglesia, de cada cristiano, como dice Pablo VI en Evangelii Nuntiandi: "la Iglesia existe para evangelizar".

Por eso podemos decir que la conciencia evangelizadora, la conciencia apostólica ya es patrimonio de toda la Iglesia.
Lo original y propio de la federación apostólica no es entonces que sea "apostólica", porque eso es propio de toda la iglesia. La liga es apostólica por antonomasia en nuestra Familia, los institutos son apostólicos en Schoenstatt. No podemos concebir un cristiano que no sea un agente evangelizador.

Lo propio y original de la federación apostólica es que plantea la tarea evangelizadora - el apostolado- en la forma de una red internacional, intercultural, que no impone una cultura - la europea, la occidental - para transportar el evangelio, sino que se deja enriquecer por las diversas formas en que el evangelio se incultura en las diversas culturas del mundo.
Esa red cuida la originalidad y la diversidad como condición de la comunión y la unidad y se compromete en el difícil esfuerzo de caminar juntos. No arreados como ganado, desde una dirección, un estilo y unos hábitos impuestos por unos pocos. Este no es el "hombre libre" que el Padre Kentenich se esforzó en educar. Ese más bien es el "hombre del rebaño" al decir del filósofo Nietzsche.
Caminar juntos es entrenarnos pacientemente en el ejercicio de disentir, consentir, conceder y consensuar. Cultivando siempre el espíritu, como nos enseñó el padre fundador, que es la garantía de que nuestros corazones estén abiertos a la valoración de la originalidad del otro.

Creo que en este aniversario de Hoerde, en el cual providencialmente estamos fundando la Federación Internacional de Presbíteros, la Mater espera de nuestra federación y de las federaciones en común en Schoenstatt tres tareas claras:
***

1- Comencemos con nuestra tarea tradicional hacia adentro de la familia de Schoenstatt. Debemos seguir cumpliendo nuestra función de pars motrix. Pero ¡atención! Esto no significa puramente competir con la liga o con los institutos en nuestro "grado" de apostolado, algo así como si de un federado pudiera decirse que tiene que ser más apostólico que un miembro de la liga; esto es una mala comprensión de nuestra tarea específica. Todos, absolutamente todos, debemos ser fecundos en nuestra tarea como agentes evangelizadores, ninguno de ninguna comunidad, de ninguna organización en Schoenstatt, tampoco en la Iglesia en general debe sentirse eximido de la tarea de ser un agente evangelizador en el máximo grado posible.
Por tanto, nuestra tarea como pars motrix no es ser más apostólicos, hacer más cosas que los demás, sino cuidar lo específico de nuestra vocación federativa, es decir, cuidar que toda la Obra viva como una gran federación, que toda la Obra sea una gran red, que cuida y cultiva la comunión en la originalidad y la diversidad. Esta es la tarea propia y específica de las Federaciones hacia el interior de nuestra Familia.
Las federaciones tienen que ser garantía de comunión en la diversidad en el seno de la obra de Schoenstatt. Evitando dos extremos. Por un lado la imposición uniforme de un estilo, de una conducta por parte de un órgano central que se excede en su función. Y por otro lado la disgregación total, la falta de comunión. No ya el caminar juntos -la sinodalidad- sino el caminar separados, la dispersión, la disgregación, que nos ha hecho sufrir tanto en la Iglesia. Ese debería ser el arte que practiquemos las federaciones hacia dentro de la Obra de Schoenstatt: Cuidar la comunión en la diversidad de la originalidad de cada persona, de cada región, de cada pueblo.

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2-La segunda tarea me parece más bien orientada hacia la Iglesia: la iglesia debe continuar en un proceso de "sinodalización", superando la imposición de un estilo, el romano, el europeo. En este sentido hay mucho oropel aún que quitar en la liturgia y en las costumbres en general en la Iglesia. Hay muchos hábitos que corregir especialmente en el clero. No solamente el horror del abuso sexual, sino todas las formas del abuso, comenzando por el autoritarismo y el abuso en el uso de los bienes, en la acumulación desmedida por parte de la jerarquía eclesiástica. Se trata de formas de vida principescas que no se corresponden al estilo del Evangelio y que ni siquiera corresponden a la época en la que vivimos.

El autoritarismo merece un capítulo aparte porque en buena medida la lucha del Padre Kentenich librada dentro de la Iglesia tiene que ver con la defensa del respeto a la libertad y a la dignidad de la persona.
El Padre Kentenich fue especialmente sensible frente al avasallamiento de la libertad individual. Supo escuchar la voz de Dios en los deseos interiores más libres y nobles de las personas. Lo que marca su grado de valoración de la libertad como camino para el cumplimiento de los deseos de Dios. Las voces del alma, así como las voces del tiempo son el medio para el discernimiento de la voluntad divina. No menos que el orden del ser.
En esta concepción de la libertad personal como camino para la realización de los deseos de Dios hay un aporte novedoso en la enseñanza del Padre Kentenich, que tiene que ser aún profundizado por nosotros sus discípulos y reconocido en la Iglesia. Su concepción particular de la libertad es el acta de defunción de la vieja regla: "el que obedece nunca se equivoca."
En el ámbito de nuestra Federación de Presbíteros en Argentina hemos denominado esta concepción kentenijiana de la libertad como "libertad profética".
Con esto el P. Kentenich abre camino a una obediencia del corazón que va incluso más allá de la obediencia al superior. Se trata de aquella ley escrita en los corazones de la que habla Pablo, la conciencia (Romanos 2:15), lo que le permite a Pedro proclamar: "Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres" (Hechos 5:29).

Lo novedoso del P. Kentenich, es que "con la mano en el pulso del tiempo y el oído en el corazón de Dios" establece un delicado equilibrio entre las voces del alma, del tiempo y del ser.
El orden del ser quedó prisionero de un laberinto de preceptos morales y jurídicos. Tal como ya advierte Pablo: "La letra mata, el espíritu da vida" (2Corintios 3:6).
Esto constituyó un empobrecimiento de lo que el concepto de "orden del ser" significa. Tal hecho sucedió porque las voces del tiempo y las voces del alma fueron sencillamente ignoradas o, al menos, tenidas por menos importantes que el orden del ser en el discernimiento de la voluntad divina.
La "libertad profética", por el contrario, busca un equilibrio entre los tres factores para reconocer el deseo de Dios (discernimiento) y a través de ello tomar decisiones.
Si nosotros somos incapaces de lograr esto, porque no hemos aprendido a educarnos a nosotros mismos como personalidades libres, bajo la protección de María (lo que constituye la gracia de nuestro Santuario), entonces es porque permanecemos en la antigua orilla del tiempo.

El Padre Kentenich introduce el factor "tiempo": es decir, Dios habla en los largos procesos de vida de las personas, de las comunidades y de las culturas.
E introduce el factor "alma": Dios habla en los deseos íntimos, libres y nobles de las personas. De modo tal que, cuando una persona hace lo que quiere íntimamente, desde su libertad, ennoblecida y educada, hace efectivamente lo que Dios quiere. Pero esa libertad exige a veces cruzar límites audaces, extremos, tal como el Padre Kentenich lo hizo en Dachau o en Milwaukee.

El Papa Francisco ha hablado claro y mucho sobre la superación del "clericalismo" como enfermedad en la iglesia. Hay hábitos que no son genuina tradición sino, por decirlo con una expresión del célebre Romano Guardini, se trata simplemente de "barrer el polvo de la costumbre" que se nos ha ido pegando.
Debemos abrirnos a las formas diversas, creativas, en las que las culturas reciben el Evangelio de Jesucristo.
Es imperativo para nosotros, federados y schoenstattianos en general, la participación en toda iniciativa, en todo esfuerzo internacional o regional, que esté orientado a integrar la diversidad en una unidad eclesial pluriforme, tal como lo pide el Papa Francisco.

***

3-El tercer desafío que enfrentamos es ofrecer nuestro modelo de integración internacional a la cultura en general, al momento presente social y político en el que vivimos.
El mundo camina hoy en una cornisa peligrosa. Hay un regreso de los nacionalismos disgregantes de toda comunión entre los pueblos. Se afianzan los muros, se desprecia al migrante, al diferente. Junto a ello reaparecen expresiones xenófobas, que creíamos haber superado.
Lo más preocupante de todo esto es el escepticismo del ciudadano medio, que descree de la eficacia de las instituciones orientadas a la integración de las culturas y de los pueblos.
La declaración universal de los Derechos Humanos, las Naciones Unidas, los esfuerzos por crear organismos de integración regional que respeten la dignidad y la soberanía de sus miembros, en fin, la democracia moderna, son banderas que no estamos dispuestos a entregar. No somos un movimiento indiferente a estos valores, verdaderas conquistas de la modernidad.
El alto grado de consideración que el Padre Kentenich tiene por la libertad y la dignidad del individuo, de la persona humana, no nos permite ser indiferentes frente a la caída de estos valores en una pseudo posmodernidad.
No somos un movimiento pietista. Tampoco somos monárquicos. Definitivamente no lo somos. No es esa la escuela kentenijiana. No descreemos de la autoridad, pero la ejercemos democráticamente. No somos anarquistas, pero mucho menos monárquicos.

En la coyuntura del mundo en el cual vivimos, estás banderas pertenecen a Schoenstatt y las Federaciones debemos ser especiales custodios de ellas.

Prof. Dr. Alejandro Blanco Araujo
La Plata, Argentina.

P.: Unidos en acción de gracias presentamos nuestras peticiones ante 
Dios, nuestro Padre Bueno

Te damos gracias por la Alianza que has hecho con Abraham y sus 
descendientes, renovada en Cristo, y que recibió una forma nueva y 
original en la Alianza de Schoenstatt. Fortalece a tu Iglesia y a 
todos los cristianos del mundo entero en la Alianza contigo y con los 
hermanos. Oremos … Con María, Padre, te lo pedimos

Contemplamos con alegría al Santo Padre, el Papa Francisco, y a su 
manera de comprender y presentar la vida cristiana. Acompáñalo en su 
servicio a la Iglesia y a los pueblos, especialmente a los pobres y a 
los que sufren.

En nuestro Padre y Fundador, José Kentenich, nos has dado un 
testimonio vivo de la Alianza. Haz que todas nuestras Comunidades de 
la Familia Internacional de Schoenstatt, especialmente nuestras 
Comunidades de Federación, sean hoy testigos creíbles de la Alianza.

En una época en la que muchos estados siguen su propio camino y 
quieren disolver alianzas ya establecidas, te agradecemos haber sido 
conducidos por el camino de la Alianza. Despierta en los dirigentes de 
los pueblos el espíritu de comunión y de alianza y fortalece todos los 
esfuerzos por la unidad y la paz.

La Federación Apostólica de Schoenstatt lleva en su corazón la alegría 
y la esperanza, el dolor y los temores de la humanidad. Fortalece a la 
Federación en sus diversas comunidades para que a través nuestro se 
convierta en una bendición para la Iglesia y el mundo.

En un instante de silencio presentamos nuestras peticiones personales 
ante nuestro Padre Celestial (20 seg)

Con gratitud recordamos a todos los que fueron construyendo la 
Federación antes que nosotros y la fortalecieron con sus sacrificios, 
oraciones, vidas y trabajo. Dales la plenitud de la Vida en tu Reino.

P.: Padre Bueno, te lo pedimos confiando en la Alianza que tu Hijo Jesucristo selló con su Vida. Por medio de él, nuestro hermano y Señor, seas alabado y glorificado por los siglos de los siglos.

CARTA DE ALIANZA- AGOSTO 2019


Querida Familia de Schoenstatt:

¡Les deseo un feliz y bendecido día de Alianza! ¡Y feliz día del niño para “los más peques” y para todos los llamados a tener alma de niños! Que este nuevo día de alianza reavive en nosotros ese ideal de la Infancia espiritual, tan preciado por nuestro Padre.

Reina de la unidad de los argentinos
El camino de coronación de la Mater como Reina de la unidad de los argentinos está siendo recorrido por la Campaña y por varias diócesis. Una vez más, ante las dificultades o desafíos la ponemos a ella en el centro como nuestra Reina. Pero sabemos que ella no quiere hacer nada sin nuestra colaboración. Veamos desde esta perspectiva este año electoral. Las votaciones realizadas y las que se vienen no como males necesarios, sino como oportunidades para manifestarnos como ciudadanos constructores de una patria que queremos renovar. Que nuestros votos estén llenos de nuestro capital de gracias por nuestro país. Se me representaba cada urna como uno de esos capitalarios que hacemos, donde cada uno va a hacer su aporte.

Encontré muy lúcida la reflexión del Obispo de San Francisco, Mons. Sergio Buenanueva, las semanas previas a las PASO. Comienza valorando la consolidación de nuestra democracia argentina con el correr de los años y comparte varios criterios a la hora de situarse en las votaciones. Como todavía tenemos elecciones por delante, les recomiendo la lectura de esa carta. Es una mirada integral y profunda que, a mi modo de ver, representa acertadamente el espíritu católico a la hora de tomar posturas en política partidaria.

Ser varones y mujeres en plenitud
En este mismo momento, se está llevando a cabo el 10° Encuentro nacional de Madrugadores. Más de 150 varones se han congregado en Mar del Plata para compartir el amor a nuestra Madre. Es una corriente de vida que se ha ido consolidando y ampliando a cada vez más parroquias y diócesis. Necesitamos que más varones sean protagonistas de la vida eclesial e inspirados por la fe plasmen nuestra sociedad y cultura.

De alguna manera, la problemática actual, en torno a la mujer, tiene como contrapartida un cierto reclamo “encubierto” por un aporte varonil a las sociedad más orgánico, equilibrado, comprometido y responsable de la vida en particular y general en los campos donde tengamos incumbencia. Y que, a su vez, valore en todo sentido, el polo femenino como indispensable en la construcción de la sociedad y la iglesia.

Intentando ser objetivo, humildemente reconozco que, dado el rol protagónico de las mujeres en la familia de Schoenstatt, somos una profecía viva. No tengo conciencia de alguna otra organización, tanto dentro como fuera de la Iglesia, donde las mujeres tengan espacios tan asegurados como en nuestro movimiento.

Por eso, queremos recordar y celebrar el próximo año, los 100 años de la presencia de las mujeres en Schoenstatt. Vemos cómo desde un comienzo, el Padre Fundador tuvo la intuición de que la mujer desempeña un rol fundamental en la familia, la iglesia y a la sociedad. La rama de madres tuvo su retiro anual donde comenzaron a prepararse en ese espíritu.

Hörde: unirnos para hacernos fuertes en las pruebas
Estamos a días de cumplirse los 100 años de la histórica Jornada de Hörde. Por tal motivo, en este mismo momento, están congregados en Schoenstatt, Alemania, federados de distintos países. Unámonos espiritualmente a ellos para que el espíritu de aquellos históricos congregantes perviva en nosotros. El buscar unirse para aportar a la iglesia y a la patria, siendo apóstoles llenos de entusiasmo, no pese, sino justamente porque estaban devastados es una buena muestra de ese espíritu que los animaba.

Habiendo recibido las gracias de la pasada fiesta de la Asunción de María, fecha en que la familia de la Loma que ha cumplido 60 años de vida, nos unimos a ellos en la alegría y el agradecimiento por tantas gracias recibidas.  

Acompañando también a la juventud de San Juan en la ya tradicional Misión “Manus Mariae” y pidiendo por la fidelidad de nuestra JM Argentina al ideal “Con María, pasión que transforma”, que en unos días conmemoramos su primer aniversario, nos encaminamos esperanzados a la fiesta de la natividad de la Virgen (¡el cumple de la Mater!) y la conmemoración de su dulce nombre.

Quedamos en eso, permanecemos fieles. 

Saludos y mi bendición,

P. Pablo Gerardo Pérez
Director Nacional
Movimiento Apostólico de Schoenstatt Argentina

Reflexiones pastorales


 de monseñor Sergio O. Buenanueva, obispo de San Francisco, sobre las Elecciones 2019 (San Francisco, 22 de junio de 2019, Santo Tomás Moro, mártir) 

A los fieles católicos de la diócesis de San Francisco. 
Estimados hermanos en Cristo: 

Los argentinos nos aprestamos a elegir a nuestras principales autoridades nacionales. En algunas provincias y municipios, también a las locales. Las agrupaciones políticas (partidos y coaliciones) han terminado de formular las listas de candidatos. Tenemos por delante las PASO, la elección general y una eventual segunda vuelta. 

Este nuevo acto eleccionario tiene lugar en el contexto de un país cuya cultura democrática viene afianzándose desde 1983. Podemos señalar altibajos, errores y carencias, pero también logros. Como sociedad hemos logrado salir de noches muy oscuras de violencia política. En buena medida, hemos aprendido a resolver nuestros conflictos con las reglas de la democracia republicana. Está vigente en Argentina el estado de derecho consagrado por nuestra Constitución. Somos ciudadanos libres en una sociedad plural, con muchas instituciones vigorosas y con capacidad de futuro. Seríamos injustos si no lo reconociéramos o solo enumeráramos fracasos. Sería además peligroso, en un contexto global de crisis de la política. 

Tenemos, sí, una deuda social que no nos deja tranquilos: la pobreza estructural que afecta a millones de argentinos, especialmente a las nuevas generaciones. Tiene complejas causas y muchos rostros. Lo cierto es que no hemos logrado revertirla, con eficacia y de forma duradera, como lo vienen haciendo nuestros vecinos. Se extraña la decisión política de lograr consensos básicos en políticas públicas para superar esta situación. Por otro lado, el crimen de la corrupción nos indica que esa deuda hunde sus raíces en un problema humano de naturaleza espiritual y ética, pero también cultural e institucional. 

Con estas líneas, quisiera compartir algunas reflexiones sobre nuestra responsabilidad cristiana y ciudadana de votar. Se inspiran en la enseñanza de la Iglesia y se nutren de la experiencia de un ciudadano que intenta vivir como discípulo de Cristo y pastor. Obviamente no voy a decirle a nadie a quién votar. Menos aún, a quien no votar. Comparto algunas ideas que me ayudan a preparar el rito ciudadano de entrar en el cuarto oscuro. 

* * * 

1. La democracia no se agota el día de las elecciones. Sin embargo, el voto es un momento estelar de la cultura democrática. Es un deber ciudadano y una responsabilidad ante Dios. Nuestro voto tiene consecuencias, también para nuestra salud espiritual. Por eso, lo primero que quisiera decirles es que no podemos desoír el llamado de las urnas. A pesar de tantas y tan fundadas perplejidades, y hasta desilusiones con la política, tenemos que ir a votar. 

2. Dos relatos bíblicos me inspiran. Ante todo, la pregunta de Dios a Caín, cuando este ha vertido la sangre de Abel: “¿Dónde está tu hermano?”, con la respuesta del fratricida: “No lo sé» … ¿Acaso yo soy el guardián de mi hermano?”. (Gn 4, 9). El otro, es la parábola del Buen Samaritano (cf. Lc 10, 25-37), vivo retrato del mismo Jesús que se hace prójimo de todos los heridos. Y nos invita a recorrer el mismo camino. La anti política suele ser reacción ante la mala política. Esta no se resuelve con la indiferencia sino con una participación ciudadana más vigorosa, con una fuerte motivación espiritual: somos prójimos y hermanos, responsables unos de otros. 

3. La emisión del voto es un acto personal de alto contenido ético. Es una decisión de conciencia, tan responsable como comprometida y realista. El voto tiene que ser cuidadosamente pensado. Reclama la virtud de la prudencia y su modo típico de guiar la toma de decisión: ver, juzgar y obrar. Es cierto que, hoy como en otras ocasiones, puede resultar difícil decidirse. Tenemos, por tanto, que alimentar fuertes convicciones para no dejarnos vencer por el desánimo, el desinterés o la improvisación. Decidir el voto recién en el cuarto oscuro es una grave irresponsabilidad. 

4. Nadie puede sustituir la conciencia. Todos tenemos ideas políticas, aunque no todos somos o queremos ser militantes. El voto, sin embargo, debe estar guiado por la autoridad de nuestra conciencia. Ella es el espacio interior en el que resuena la voz de Dios y la verdad se hace transparente a nosotros en toda su majestad. Es ella la que nos dice, contra toda postura interesada o egoísta: haz el bien y evita el mal. La conciencia obliga antes que el estado, el partido o una ideología. Y lo hace con más fuerza. 

5. El discernimiento del voto se hace en el contexto concreto en el que vivimos. Parte de esa realidad y busca ser un aporte ciudadano para su transformación. No vivimos situaciones ideales, no tenemos candidatos ni propuestas perfectos, tampoco los votantes lo somos. La decisión por el bien posible, aquí y ahora, tiene la característica de todo acto libre: se abre paso en medio de límites, condicionamientos y dificultades. Por eso, a la virtud de la prudencia hay que añadir la fortaleza, la magnanimidad y un fuerte sentido realista. La consecución del mejor orden justo posible es una tarea ética que nunca termina. Nos reclama cada día, desde nuestro lugar de trabajo, en el espacio que compartimos con vecinos, amigos y conciudadanos. 

6. Un voto responsable no puede decidirse por un solo tema. Debe mirar a un conjunto de cuestiones de diversa importancia. Elegimos candidatos para dos de los poderes de la república. Unas cualidades y virtudes han de pesar más en quien tiene la tarea de gestionar la cosa pública desde un cargo ejecutivo. Otras, para quien tiene la delicada misión de elaborar leyes justas para beneficio de la sociedad. En este sentido, el actual sistema electoral argentino necesita avanzar hacia estándares que sean más transparentes y respetuosos de los ciudadanos. 

7. Para un católico, la decisión de cómo votar surge de mirar la realidad, en su singularidad y complejidad, a la luz del Evangelio. La enseñanza social de la Iglesia nos ofrece principios, valores y criterios que orientan ese juicio. Vale aquí el dicho: “unidad en lo esencial, libertad en lo opinable, caridad en todo”. Los principios son esenciales. Las políticas concretas para realizarlos son más contingentes y, por lo mismo, abiertas a diversas y legítimas realizaciones. Por eso, de hecho y de derecho, hay católicos en la mayoría de las agrupaciones políticas, sean de centro, de derecha o de izquierda. Así como en una sociedad plural, ninguna agrupación política agota la identidad del pueblo; ningún partido, aunque se inspire en el humanismo cristiano, puede reclamar para sí la representación de los católicos. La Iglesia reconoce, valora y respeta la autonomía del orden secular y la legítima laicidad del estado, como también la pluralidad que supone la democracia y la amplia libertad de los fieles católicos en este ámbito, particularmente de los laicos. No alienta, por tanto, partidos confesionales. 

8. Para los católicos, como para otros que comparten nuestros puntos de vista, hay cuestiones éticas fundamentales. Giran en torno a la afirmación de la dignidad de la persona humana, sujeto y fin del orden social. De ella derivan nuestros deberes y derechos: a la vida, de conciencia, de libertad religiosa, de expresión, a una educación integral. Hay lesiones a la dignidad humana (como el aborto o la eutanasia) que son actos intrínsecamente malos. No pueden promoverse deliberadamente. En consecuencia, dar el voto a una propuesta que los favorezca, y hacerlo por esa precisa razón, constituiría una cooperación formal con el mal. 

9. No es extraño, sin embargo, que el votante católico se encuentre en un dilema moral más complejo. Lo hemos visto en el reciente debate por la legalización del aborto. Salvo los partidos explícitamente proaborto, las demás agrupaciones, en distinta proporción, tienen idearios, militantes y dirigentes favorables a una u otra postura. Por eso, no resultaría extraño que un católico, que rechaza el aborto por convicción, se resuelva a darles su voto, a pesar de todo. Esto solo es posible por razones graves y proporcionales, discernidas en conciencia, sopesando qué otros bienes fundamentales se procuran promover y que justifican semejante elección. Se los vota no por esa razón, sino a pesar de ella. 

10. Un voto responsable, por tanto, ha de surgir de la consideración de un conjunto de principios, temas y situaciones. Enuncio aquí algunos, sin ánimo de ser exhaustivo: 

a) La promoción de la dignidad humana no se agota en el rechazo del aborto o la eutanasia. Supone estar atentos a trabajar por la dignidad de las personas, especialmente de quienes están en situación de riesgo. Los rostros argentinos de la pobreza, exclusión y marginación son variados. Y nos reclaman a todos. Son muchas las vidas que hay que salvar. 

b) En este sentido, para un católico argentino, la opción preferencial por los pobres no es un tema opcional. Su voto debe tener una sensibilidad especial por esta problemática que afecta la vida de tantos hermanos, aun reconociendo que hay distintas miradas sobre las causas y los medios para superar la pobreza. 

c) Lo mismo vale para la atención de la familia como célula básica de la sociedad, anterior al estado y sujeto original de la vida social. Sin desconocer un clima cultural hostil a la familia, manifestado incluso en un sistema legal que no nos conforma, el ciudadano católico debe trabajar por una promoción del bienestar integral de la misma. 

d) Otro tanto ocurre con la educación y los grandes desafíos que supone para las familias, la escuela y las políticas educativas nacionales y provinciales. Es cierto que nos preocupa, entre otros, el impacto de las teorías del gender en el mundo educativo. No vamos a dejar de hacer oír nuestros puntos de vista. Sin embargo, la escuela necesita una renovada alianza de todos: sociedad civil, estado y organizaciones, entre las que está la Iglesia. Nuestro país ha logrado articular un sistema educativo que integra, no sin tensiones, la gestión estatal con la privada, asegurando así el derecho y la libertad de educación. 

e) Para la enseñanza social de la Iglesia, el rol fundamental del estado en la gestión económica no se opone a la justa libertad de mercado, la libre empresa y la tutela de los derechos de los trabajadores. Es bueno recordar aquí el principio de subsidiariedad, tan importante en el entramado armónico de la propuesta social cristiana. También aquí, los votantes católicos tienen distintas y legítimas miradas. 

f) El Papa Francisco viene insistiendo con fuerza en tres temas, íntimamente vinculados: tierra, techo y trabajo. En nuestra Argentina de hoy, estas “tres T” son cuestiones a las que no podemos dejar de atender. Sin descuidar los otros, aquí quisiera destacar la cuestión central del trabajo. En un mundo globalizado, asistimos a una transformación enorme en este campo. También aquí hay distintas y legítimas miradas de cómo implementar políticas públicas que aseguren los derechos de los trabajadores, a la vez que alientan la formación y capacitación que esta transformación requiere. 

g) El Papa Francisco, retomando el impulso de papas anteriores, ha puesto el acento en el cuidado de la casa común, promoviendo una conversión ecológica para una ecología integral. Su gran encíclica Laudato Si’, tan bien acogida, contiene indicaciones preciosas. Temas como: el uso del suelo, el agua, la minería, los agroquímicos, merecen, según cada región, una atención especial a la hora de discernir las propuestas a votar. 

11. Dos cuestiones importantes más: la amistad social y la democracia. Para la enseñanza social de la Iglesia, la fuerza que mueve y cohesiona a los pueblos no es el conflicto sino la búsqueda perseverante del bien, reconociendo al otro como un semejante; es más, como a un hermano. Toda tensión ha de vivirse como camino hacia una mayor amistad social en la “cultura del encuentro”, al decir del Papa Francisco. No hay sociedades abiertas y libres sin choque de intereses, tensiones y conflictos. Pero, una cosa es ahondar las grietas por una lógica amigo-enemigo; otra, muy distinta, luchar por la justicia y la dignidad de todos. La lógica de la presencia cristiana en la sociedad es la del Buen Samaritano: compasión, perdón y fraternidad. 

12. La Iglesia aprecia la democracia porque asegura algunos valores que no deben faltar en ningún sistema político: la participación ciudadana, la posibilidad de elegir, controlar y sustituir pacíficamente a los gobernantes. Hoy, como ya dijimos, la democracia vive una crisis global. A los argentinos, esto supone un desafío particular. No siempre hemos apreciado ni defendido con convicción los valores democráticos. Tampoco los católicos. En este sentido, persisten aún tendencias negativas, por ejemplo, a promover liderazgos mesiánicos y autoritarios, a una democracia corporativa que desprecia las instituciones republicanas. La crisis de la política nos tiene que motivar a perfeccionar nuestra democracia, no a soslayarla, o a cambiar continuamente sus reglas, según la conveniencia. Este afianzamiento de la democracia es una meta que va más allá de la coyuntura. Mira al futuro. El voto lo debe tener en cuenta. 

13. La Iglesia aprecia la democracia, pero no la idealiza. No deja de señalar que una “auténtica democracia es posible solamente en un Estado de derecho y sobre la base de una recta concepción de la persona humana.” (CA 46). Alienta, por eso, a los fieles a cuidar la cultura democrática del país, sobre todo, aportando los valores espirituales que la sustentan. También es un aporte cuando ejerce una oposición crítica a leyes que considera injustas. En este sentido, no puede faltar -y no va a faltar- el punto de vista católico en los grandes debates de la sociedad argentina. Sumará su voz, con respeto de las reglas democráticas, a las voces presentes en nuestra sociedad. El diálogo ciudadano se verifica en diversos espacios públicos: desde los medios hasta llegar al Parlamento. El estado moderno, como recordó varias veces Benedicto XVI, vive de valores espirituales que no se puede dar a sí mismo, que están en el alma del pueblo y que merecen ser cuidados y promovidos. 

Hasta aquí mis reflexiones. Las comparto tal como las he podido formular y porque amo profundamente a mi país. Me duelen sus heridas, especialmente el hecho de que no encontremos propuestas superadoras de la pobreza y el deterioro de nuestra convivencia. Soy discípulo de Cristo y pastor de la Iglesia. He sentido el impulso y el deber de compartir estas reflexiones con mis hermanos en la fe, pero también con quien quiera escucharlas y ponerse en diálogo, también crítico, con ellas. 

Se las encomiendo al Señor, a María su Madre y a los santos y beatos argentinos. Como tantos otros, laicos, pastores o consagrados, han sido fieles al Evangelio y, desde su fe y amor a Cristo, ciudadanos comprometidos con el progreso de Argentina. 

También evoco aquí a hombres y mujeres de buena voluntad, de otras confesiones religiosas o no creyentes que han construido con esmero, ejemplaridad y tesón nuestra Patria. 

Son una gran inspiración para todos. 

Mons. Sergio O. Buenanueva, obispo de San Francisco