Federación Apostólica de Madres de Schoenstatt de Argentina
miércoles, marzo 19, 2014
martes, marzo 18, 2014
Carta de Alianza marzo 2014
Queridos hermanos en la
Alianza:
Ya estamos en pleno año Jubilar del centenario de
Schoenstatt y como Iglesia estamos transitando la Cuaresma, tiempo de gracia y
conversión, camino hacia la Pascua.
“Comenzamos el camino hacia la Pascua. Nuestro peregrinar se hace
más intenso contemplando, desde ahora, el Misterio que nos restauró la Vida, el
Misterio de nuestra reconciliación con Dios por medio de Cristo Jesús, que
padeció, murió y resucitó por nuestros pecados. Nos preparamos andando, y todo
andar implica una partida, una salida. Como la de Abraham, como la de los
profetas, como la de cualquiera de aquellos que un día, allá en Galilea, se
pusieron en marcha para seguir a Jesús” (Card. Jorge Bergoglio, Mensaje de
Cuaresma del 2007).
La
Cuaresma es el tiempo privilegiado de
la peregrinación interior hacia Aquel que es la fuente de la
misericordia. La
peregrinación nos habla de un camino que tiene una meta, no es un caminar sin
rumbo, aquí radica una de las notas que define el tiempo del peregrino. El
peregrino sabe a donde va, vive
en la esperanza del gozo de aquello que da sentido a su vida y caminar. Mantener
viva esta búsqueda de la voluntad de Dios, este anhelo de Dios es la fuente de
la santidad, es un signo claro de la presencia del Espíritu.
Para iniciar este
camino que nos propone la Cuaresma debemos hablar necesariamente de la santidad, el seguimiento de Cristo, como un llamado y exigencia de nuestra
fe. La imagen del atleta de la que nos habla el apóstol y utiliza la
liturgia nos ilustra sobre el significado y la necesidad de los ejercicios de
Cuaresma, cuando afirma: "Los
atletas se privan de todo...por una corona que se marchita; nosotros, en cambio,
por una corona incorruptible. Así, yo corro, pero no sin saber
a
donde"
(cfr. 1 Cor. 9,
24-29).
En esta peregrinación cuaresmal, que tiene su centro y fortaleza
en el seguimiento de Cristo, no peregrinamos solos, vamos con nuestros hermanos con quienes
convivimos, a quienes amamos, apreciamos o ignoramos; con quienes compartimos
nuestro día a día. Es importante reflexionar cómo son nuestros vínculos
personales, qué relaciones generamos, si nuestro vivir es una “indicación hacia
el cielo”. Al respecto es claro el evangelista san Juan cuando afirma: "El
que dice: Amo a Dios, y no ama a su hermano, es un mentiroso. ¿Cómo puede amar a
Dios, a quién no ve, el que no ama a su hermano, a quién ve?" (1 Jn. 4,
20). Nuestra fe no puede quedar en un diálogo intimista con Dios, sino que debe
ser el testimonio de un encuentro vivo con el Dios de la misericordia
manifestado en Jesucristo, que genere vínculos fecundos en el amor con nuestros
hermanos. Qué bueno que nos preguntemos en esta Cuaresma si estamos dispuestos a
reconocer nuestras fragilidades y
pecados, y tomar conciencia de aquellas actitudes que debemos cambiar en
nuestra vida. No hay "peregrinación
interior" sin un acto de humildad y arrepentimiento que nos
permita reconocer nuestras debilidades para disponernos a cambiar. Nuestra meta
cuaresmal es el encuentro con Cristo
nuestro Señor, nuestra Pascua y nuestra Vida.
En este año 2014 también estamos peregrinando como Familia de Schoenstatt
hacia el 18 de octubre. Ese día del centenario de la Alianza de Amor con
María queremos renovar todos, junto al P. Fundador, como Movimiento en todo el
mundo, la Alianza de Amor con María y ponernos nuevamente a su disposición para
construir con Ella el Reino de Cristo.
Este peregrinar es un camino de renovación personal y comunitaria, y
para ello, al comienzo de este año Jubilar y en el marco de la Cuaresma es bueno
que pidamos perdón
-
por las veces que no fuimos fieles a la Alianza de Amor
sellada con María,
-
por excusarnos
fácilmente de la palabra empeñada en la Alianza,
-
por no visitar a
María en el Santuario y no ayudarla en su misión,
-
por las faltas contra la
unidad de la Familia y la fraternidad,
-
por las faltas de generosidad
y solidaridad,
-
por las ambiciones egoístas y
juegos de poder,
-
por haber falseado la verdad
y la justicia,
-
por la mundanidad de nuestra
fe y de nuestro amor.
La
Iglesia nos propone en este tiempo de peregrinación cuaresmal intensificar
nuestra oración, tener gestos de
misericordia y ayunar. “Ayunemos
desde la solidaridad concreta como manifestación visible de la caridad de Cristo
en nuestra vida. Así tiene sentido nuestro ayuno como gesto profético y acción
eficaz… Ayunar es amar” (Card. Bergoglio, Mensaje de Cuaresma 2011). Como
les decía en otra Cuaresma:
-
Ayuno de palabras
hirientes y tener más palabras bondadosas.
-
Ayuno de egoísmo y
tener más compasión por los más necesitados.
-
Ayuno de juzgar a
otros y descubrir a Jesús que vive en ellos.
-
Ayuno de rupturas y
construir vínculos.
-
Ayuno de venganza y
buscar la reconciliación y el bien.
-
Ayuno de pesimismo y
poner más confianza en Dios.
-
Ayuno de palabras
vacías y escuchar más a Dios y a los hermanos.
Queridos hermanos en la Alianza, que esta cuaresma del 2014 sea
una buena ocasión para renovarnos en la
Alianza de Amor con Cristo y María y así seguir peregrinando y construyendo
juntos, en cada lugar donde estemos, una Cultura de Alianza.
Desde
el Santuario reciban un cordial saludo y bendición. ¡Feliz día de
Alianza!
P.
José Javier Arteaga
¡TU ALIANZA,
NUESTRA MISIÓN!
martes, marzo 11, 2014
Reflexiones
Un artículo del Grupo Siempre Vida especial para reflexionar
en Cuaresma
GRUPO
SIEMPRE VIDA
Año 07 - Nº
482
LA MALICIA
DE LA IRONÍA
“ Es importante para cada uno de nosotros abordar el tema sobre la malicia de la
ironía, y sobre cómo esta conlleva en ocasiones una ofensa que atenta contra la
sensibilidad de muchas personas. Estas ofensas pueden llevar al desaliento, pero
también –desde una mirada esperanzadora- alentar a la paciencia y la
mansedumbre, que colaboran en la comprensión y el perdón.
Hay personas que
tienen una especial habilidad para herir de palabra a sus familiares,
conocidos, superiores o compañeros de trabajo. Con agudas ironías nos recuerdan
un error del pasado, ponen ante nuestros ojos lo que hicimos o dejamos de
hacer, denuncian nuestras actitudes, buscan la palabra y el gesto más venenoso
para humillarnos.
Al momento de la
ofensa surgen sentimientos de defensa o deseos de revancha. Quisiéramos
responder a la dureza con dureza, echar en cara a nuestro interlocutor los errores
que también él ha cometido. Otras veces buscamos una defensa decidida,
formulamos justificaciones más o menos buenas. No falta quien desea una fuga
rápida: es difícil enfrentarse con quien una y otra vez nos ha humillado.
No obstante, estas
ocasiones son propicias para crecer en paciencia, humildad, comprensión y
espíritu de perdón: Quizá nuestro interlocutor vive una situación difícil, y ha
encontrado en mí una víctima en la que volcar sus penas. O tal vez busca mi
bien, aunque le falte habilidad para decir las cosas con cariño. Es posible que
no perciba mínimamente el daño que produce en mi sensibilidad: hay corazones
que han perdido la capacidad de medir sus actos, con o sin culpa: dejemos el
juicio a Dios.
A quien sufre
intensamente este tipo de situaciones queda la posibilidad de responder al mal
con el bien, de preguntarse sinceramente para ver si no ha habido ocasiones en
las que uno mismo ha caído en este tipo de actitudes agresivas hacia otros,
Recibir una
herida puede llegar a ser, por
desgracia, motivo para hundirse en el desaliento. Pero puede, si abrimos los
ojos a la esperanza y descubrimos que Dios pide paciencia y mansedumbre a sus
hijos, convertirse en motivo para avanzar hacia la comprensión y el perdón.
Cada uno afronta
este tipo de situaciones desde la propia libertad. Aprender a hacerlo bien nos
permitirá vivir con mayor paz, llevará a una curación más rápida, aunque
permanezca dentro un dolor que no acaba de apagarse. Entonces, seremos capaces
de medir las palabras para dotarlas de la bondad y dulzura que quisiéramos para
nosotros”.
EXTRACTADO POR: Mgtr. Mirna Fragano de Durán
AUTOR: Monseñor Luis Urbanc, obispo de Catamarca.
Recuerde que Ud. puede acceder a todos los artículos
anteriores en: www.siemprevida.com.ar
GRUPO SIEMPRE VIDA -
SCHOENSTATT - CÓRDOBA
www.siemprevida.com.ar - Mail: gruposiemprevida@gmail.com
Con el apoyo de la "COMISION DE BIOETICA PADRE JOSE
KENTENICH".
Fuente: www.siemprevida.com.ar
domingo, marzo 02, 2014
Reflexiones P. Nicolás
EL SANTUARIO DEL CORAZÓN
Padre Nicolás Schwizer
Nº 154 – 01 de marzo de
2014
El P. Kentenich, fundador del
Movimiento Apostólico de Schoenstatt, empezó a hablar, en sus últimos años de vida, del Santuario
del corazón. Y de toda la cadena de Santuarios, el más importante para él
es justamente el Santuario del corazón.
¿Qué significa para el Padre el corazón como Santuario? Significa que nuestro corazón
es un Santuario de la Virgen María. Ella modela y transforma nuestro corazón
convirtiéndolo más y más en morada de Dios y templo de la Sma. Trinidad. Cada uno
es y ha de ser Santuario vivo, habitado por el Dios Trino, consagrado y
entregado a Él. Todos aprendimos esa verdad en las clases de catecismo. Todos
leímos ya alguna vez en la Biblia sobre ese misterio: “¿No saben ustedes que son un templo de Dios, y que el Espíritu de Dios
habita en ustedes?”.
Pero la pregunta es, si vivimos realmente ese
misterio. Lo conocemos y, sin embargo, cuán poco unidos y vinculados estamos a
ese Dios que mora en nosotros. A lo mejor buscamos a Dios afuera y resulta que
está adentro nuestro. Hemos de buscarlo, por eso, mucho más en nuestro
interior, en el fondo de nuestra alma.
Y después de encontrarle a Dios en nuestro
corazón, la gran tarea es vincularnos a Él.
El Padre nos recomienda tres cosas para vivir esta relación con Dios:
1. Mirar con fe al Dios de mi alma: darme cuenta de su presencia y contemplarlo,
mirar lo que habla y actúa en mí, aprender a hacer silencio, a detenerme de vez
en cuando.
2. Hablar con el Dios que mora en mi corazón: Aprender a hablar con Él a lo
largo del día, sobre mis cosas, mis preocupaciones, mis anhelos, rezarle
espontáneamente, decirle jaculatorias, expresarle mi amor filial.
3. Hacer sacrificios por el Dios de mi corazón: para manifestarle mi amor
maduro y hacerme solidario con el Cristo sufriente, ofrecerle con amor mi
Capital de gracias, es decir, mi lucha diaria por superarme y crecer en
santidad.
Explica el Padre Kentenich al respecto: “Si los hombres modernos descubriéramos de
nuevo a Dios dentro de nosotros, entonces siempre nos sentiríamos tranquilos,
serenos y seguros. Si descubrimos de nuevo al Señor en nuestro interior y la
acción del Espíritu Santo, será de una importancia muy grande para nuestra vida
espiritual y también para nuestra salud mental y física” (Mi corazón, tu
Santuario, 60).
Y allí viene entonces la
importancia del Santuario‑corazón. En él aprendemos a vincularnos a las
personas del mundo sobrenatural: María, Cristo, Dios Padre, Espíritu Santo. En
él recibimos las gracias del arraigo profundo, de la transformación interior,
de la fecundidad apostólica. Y así vamos creciendo y madurando hasta
convertirnos en Santuario vivo de la Virgen y de Dios.
Entre estos vínculos, el más importante es el
vínculo con Dios Padre. Es el desafío principal que nos plantea el Santuario
del corazón: crecer en nuestra actitud de hijos ante Él. Es decisivo no
sólo para nuestra felicidad personal. De nuestra filialidad depende también
nuestro éxito como apóstoles. Es la actitud de un hijo adulto que comparte
responsabilidades con su Padre, que forja historia junto a Él. Es un hijo que
lucha por un mundo digno del Padre, donde reinen los valores de la verdad, la
justicia y el amor. Es un hijo que se siente llamado a construir la Nación de Dios Padre,
forjar un reflejo de su Reino celestial en medio de nuestro mundo.
Preguntas para la reflexión
1. ¿Somos nosotros, cada uno, Santuario vivo que irradia
ese amor al Señor, ese arraigo indisoluble en el corazón de Dios?
2. ¿Me siento un constructor de un nuevo mundo?
3. ¿Qué propósito concreto puedo tomar para relacionarme
con el Dios de mi corazón?
Si
desea suscribirse, comentar el texto o dar su testimonio, escriba a: pn.reflexiones@gmail.com
sábado, marzo 01, 2014
Fechas importantes marzo 2014
05
Miércoles de Ceniza (ayuno y abstinencia)
09
Primer domingo de Cuaresma
11
El P.Kentenich es trasladado al campo de concentración de Dachau
16
Segundo domingo de Cuaresma
18
Día de Alianza
19
P. Kentenich celebra por primera vez Misa en Dachau
19 San José. Onomástico del P.Fundador
25 Anunciación del Señor
23 3º domingo de Cuaresma
19 San José. Onomástico del P.Fundador
25 Anunciación del Señor
23 3º domingo de Cuaresma
30
4º Domingo de Cuaresma
Suscribirse a:
Entradas (Atom)