sábado, noviembre 20, 2010

Mes de María 2010
2ª. Semana: 21.11. Fe práctica Divina Providencia

“El santo de la vida diaria no sólo escucha y comprende magistralmente a esos innumerables profetas de Dios, que va en­contrando, sino que además responde con un cordial y recíproco amor y una vida perfecta. Procura que todas las acciones y todos los sentimientos de su vida ordinaria maduren lo más posible y se conviertan en un único y continuado acto de amor y de servicio de Dios.

San Francisco de Sales dejó escrito en su Filotea un manual práctico para ejercitar en el mundo la santidad de la vida diaria.

Toma como punto de partida la misma idea que nosotros, que él expre­sa en estos términos: "Según la orden creadora de Dios, "cada planta ha de producir fruto según su especie". Nosotros somos, como quien dice, las plantas del divino jardín de la Iglesia, y hemos de dar frutos de vida pia­dosa, cada uno según su clase y estado. La piedad tendrá un aspecto dis­tinto en el hidalgo que en el artesano, en el obrero que en el criado; tendrá un aspecto distinto en la doncella y en la mujer casada, y otro diverso en la viuda. Más aún, en su aplicación práctica se regirá por las fuerzas, ocu­paciones y deberes de cada persona. ¿O pensáis que estaría bien a vuestro obispo el ejercitar la vida solitaria de un cartujo? ¿O diría bien de un ma­trimonio el que ninguno de los dos quisiera ganar ni ahorrar nada, como hacen los capuchinos? ¿O sería razonable que un obrero o un artesano se pasara a diario largas horas en la iglesia como hacen los frailes? Tal pie­dad ¿no sería ridícula, desacertada, contraproducente?

Quien vive en el mundo, no puede sustraerse a las cosas. A cada paso las encuentra. Está expuesto a sus influencias con más intensidad que los religiosos; y ha de influirlas y darles forma al mismo tiempo. Por eso, saber interpretar la voz profética de las cosas es uno de los requisitos más importantes para el santo de la vida diaria que vive en el mundo. Esto lo sabía muy bien San Fran­cisco de Sales. Y por eso daba tanta importancia a la práctica de este noble arte. Pero sabe distinguir siempre con cuidado entre pensar en Dios, y los suspiros de amor de Dios que despiertan tales pensamientos.

Es pues tan sólo una parte, sin duda la más pequeña de la mi­sión profética de las cosas, el que nos recuerden a Dios y a las co­sas divinas; lo principal es que sepan ganar al mismo tiempo para Dios el corazón y la voluntad” (La Santificación de la vida diaria, 143-145).

Reflexión elaborada por los Padres de Schoenstatt de Córdoba para el Mes de María de 2010

No hay comentarios.: