sábado, diciembre 18, 2010

"Peregrinando a Belén".
Novena Navideña
P. Guillermo Carmona

Tercer día: BELEN ES NUESTRO CORAZON ALEGRE

Elementos del Pesebre: unas piedras, plantitas o flores, que le darán al pesebre un marco alegre y digno. Arbol de Navidad

Ambientación histórica

En nuestra novena navideña queremos hoy, como en todos estos días, prepararle al Niño Dios un nuevo corazón, un corazón alegre.

San Lucas nos dice que: "estando allí se cumplieron los días del alumbramiento"(Lc 2,5).

La expresión nos hace pensar que el parto no sucedió aquella misma noche, sino días más tarde. Así, José, nos lo podemos imaginar, habrá tenido tiempo para arreglar el lugar, cuidar de algún detalle, lo más imprescindible. El Evangelio no narra cómo fue el parto. Era, eso sí, de noche, ya que "los pastores estaban velando". Hacía frío y José encendió el fuego, fuera de la gruta. Es muy probable que estuviera nervioso, como todo padre que va de aquí para allá, a la espera, antes del inminente nacimiento de su hijo. Así, en esas circunstancias, se dio el hecho más trascendental de la historia, "se cumplieron los días de su alumbramiento y dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales"(LC 2,6 s.). Con esa simplicidad tan santa, en el silencio de la noche, "Jesús se desprendió de ella como el fruto maduro se separa de la rama que le ha comunicado su savia, sin esfuerzo, sin angustia, sin agotamiento"(San Jerónimo). Ya nos lo insinuaba el viejo catecismo, sin indagar en más detalles: Jesús había salido de la Virgen como pasa el rayo de sol por el cristal, sin romperlo ni ensuciarlo.

¡Cuántas preguntas tienen que haber desfilado por la mente y el corazón de esos padres! ¿Cómo se explicaba que Jesús, Creador del Universo, se hiciese tan desvalido? ¿Cómo se explicaba que el Rey del mundo naciese en tal pobreza? Y si El venía a redimir a todos, ¿por qué nacía en la más plena soledad? ¿Por qué Dios los había elegido a ellos, tan pequeños, para ser testigos y artífices de esos milagros?... Es muy probable que ellos no entendieran mucho. Pero creían en el poder, la sabiduría y la bondad del Padre. ¿Quiénes eran ellos para juzgar los planes divinos?

Un hecho de la vida real o legendaria

En un ambiente rural, llegó un día un campesino y saludó al hermano portero del convento. En sus manos traía un hermoso racimo de uva y otras frutas.

- hermano portero -le dijo- traigo aquí buenos productos de mis frutales. Adivine para quiénes son.

- Probablemente para el Padre Abad -atinó a decir el hermano-. O quizá, para algún otro padre... no lo sé.

- Son para usted.

- ¿Para mí? -y el hermano se puso totalmente rojo- ¿Ha pensado Ud. en mí?

_ Oh, si -dijo el granjero-. Hemos conversado ya tantas veces y usted me ha dado una buena mano en varias oportunidades, que pensé que podía, esta vez, alegrarlo con algo de mis campos.

El hermano dejó, delante de sí, las frutas. Eran hermosas.

- Las comeré más tarde- se dijo, y agradeció al hombre tal regalo.

A mitad de la mañana, mientras contemplaba las uvas, le vino el siguiente pensamiento: -Si le regalas estas frutas al Abad, ¡cuánta alegría le proporcionaría!- Y aunque le costó hacerlo, se las regaló al superior. Éste se alegró de verdad, pero momentos más tarde al visitar a un padre enfermo le llevó lo que le habían regalado, porque supuso que con tales cosas podría levantarse el ánimo caído. Y éste, a su vez, lo regaló a un cuarto, de forma tal que los frutos fueron pasando de mano a mano, durante todo el día.

Al final del mismo, ya cuando el hermano portero se disponía a cerrar la pesada puerta del convento, se le presentó un novicio y le dijo:

- Hermano portero, he recibido de regalo estas bellas frutas. Quisiera que aceptara este humilde presente, se las traigo para Ud. Pienso que hace tanto por la gente que las merece más que yo.

El novicio no sabía, por supuesto, que todo había comenzado con el mismo hermano.

Así se cerró el círculo, la verdadera peregrinación de la alegría. Y mientras el hermano se comía algunas uvas, seguía pensando a quién podría alegrar con las sobrantes, al día siguiente.


Pautas para la reflexión

La alegría es un ingrediente fundamental en el tiempo del Adviento y la Navidad. Cristo Jesús vino al mundo para traer a los hombres la alegría y la paz: "Les he dicho esto para que mi gozo sea el de ustedes y ese gozo sea perfecto" (Jn 15,11).

Su nacimiento llenó de alegría a unos humildes pastores. "No teman, porque les traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo" (Lc 2,10). También su Resurrección será fuente de gozo para los suyos: "Era tal la alegría y admiración de los discípulos que se resistían a creer" (Lc 24,41). Y cuando él subió a los cielos, dejó esa alegría a los discípulos que "volvieron a Jerusalén con gran alegría" (Lc 24,52).

Por eso, la alegría es un signo distintivo del cristiano, un fruto del Espíritu Santo: "El fruto del Espíritu es amor, alegría y paz..." (Gal 5,22).

Entre las muchas razones por las cuales se puede vivir en la alegría se encuentran, por ejemplo:

La Alianza de Amor con María. Guiados por la Iglesia, vamos comprendiendo que la Virgen, por su participación en el nacimiento de Cristo, es origen y fuente de nuestra alegría. La tristeza que Eva había introducido por su negación a Dios, la transformó María en gozo, por su Si en la Anunciación. De allí que la veneremos como "causa de nuestra alegría". No sólo Isabel experimentó el gozo de su presencia, cuando Juan saltó de alegría en su vientre, sino que todos sus aliados experimentamos ese gozo, especialmente cuando Ella, diariamente, nos regala y manifiesta en nuestra vida la luz gozosa de Dios.

Palabras del Padre Kentenich

"El que practica la alegría como actitud fundamental de vida, posee la llave para abrir los corazones de los hombres. Es como si tuviera una varita mágica, capaz de descubrir la fuente profunda y misteriosa que fluye en el alma del otro. No obra solamente por su ser, sino también por su palabra y modo de actuar. Si tengo la posibilidad de regalar alegría, de ser un sol para los demás, debo serlo porque con ello realizo una obra maestra" (P.K).

Algunas preguntas para la reflexión

1.- ¿Qué motivos de alegría rodean estos días?
2.- ¿Cómo suelo reaccionar ante los momentos difíciles, de desánimo o cansancio?
3.- ¿A quién podría llevar un poco de alegría en estos
días?

PADRE NUESTRO, AVE MARÍA Y GLORIA

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