lunes, diciembre 06, 2010

Mes de María 2010
Días previos a la Inmaculada – 6.12. 2010

Del “Espejo del Pastor”, estrofas 5421, 5422

“Fuiste concebida totalmente inmaculada,
Por eso la concupiscencia no podía alcanzarte;
Por eso no padeciste la tiranía de las pasiones.
Debías parecerte a tu Hijo en la mayor medida posible;
Por eso no debía perturbarte la caterva de los instintos enfermos.
La esposa ha de ser digna de su esposo; ella está iluminada
por el glorioso esplendor de la pureza del esposo”

La palabra “mujer” es uno de los títulos más honoríficos y más llenos de significación que la Biblia aplica a la Santísima Virgen. Ya las primeras páginas de la Biblia la presenta como la gran mujer del “protoevangelio” (Gen 3). En las bodas de Caná, cuando obra su primer milagro, y en el Calvario, cuando pende de la cruz, el Señor se dirige a ella llamándola “mujer”. ¿No querrá decir con ese título que en la obra de la redención ella lo acompaña de manera incomparable como su esposa espiritual? Sea como fuere, en toda la historia universal, en toda la historia salvífica, de redención, la Santísima Virgen ocupa un lugar sin precedentes.

La Inmaculada se nos presenta en su radiante dignidad porque sus instintos están totalmente bajo el dominio de la razón iluminada por la fe y de la voluntad no quebrantada y sostenida por la gracia. Y porque la razón, el corazón y la voluntad están unidos a Dios.

Luego que la Santísima Virgen pronunciara su “Fiat” (hágase), fue fortalecida en las gracias contenidas ya en la inmaculada concepción: fortalecida en la entrega a Dios y en la aspiración a la perfección.

Reflexión elaborada por los Padres de Schoenstatt de Córdoba para el Mes de María de 2010

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