viernes, diciembre 17, 2010

"Peregrinando a Belén".
Novena Navideña
P. Guillermo Carmona

Segundo día: BELEN ES NUESTRO CORAZON FRATERNO

Elemento del Pesebre: La estrella

Oración inicial

¿Conoces aquella tierra cálida y familiar
que el Amor eterno se ha preparado:
donde corazones nobles laten en la intimidad
y con alegres sacrificios se sobrellevan;
donde, cobijándose unos a otros,
arden y fluyen hacia el corazón de Dios;
donde con ímpetu brotan fuentes de amor
para saciar la sed de amor que padece el mundo?

Yo conozco esa maravillosa tierra;
es la pradera asoleada con los resplandores del tabor,
donde reina nuestra Señora Tres veces Admirable
en la porción de sus hijos escogidos,
donde retribuye fielmente los dones de amor
manifestando su gloria
y regalando una fecundidad ilimitada.
¡Es mi terruño, es mi tierra de Schoenstatt!
(hacía el Padre, estr 600,ss)

Ambientación histórica

Prepararnos para la venida de Jesús es hacerle un rinconcito allí al hermano, como si se lo hiciésemos a Jesús recién nacido.

Pero primero acompañemos a los dos viajeros cuando llegaron a Belén. No hay nieve (casi nunca nieva en Palestina), no hay ríos de plata ni oasis, como solemos dibujar o imaginarnos los pesebres. La roca es calcárea y los olivos se cultivan en terrazas. Alrededor de las casas hay higueras y vides, probablemente secas a esa altura del año.

José va de puerta en puerta, de corazón en corazón, como un forastero que busca un lugar donde alojarse. Con nostalgia (¿o con rencor?) vemos al posadero, las ventanas cerradas de sus habitaciones, quizás cedidas a viajantes más pudientes. Lo único disponible es una posada común: un patio cuadrado y en el centro la cisterna donde se juntan las bestias, los burros, camellos y corderos. Y alrededor de las mismas, los hombres y mujeres, niños y jovenes. La suciedad y el hedor lo alejaron de allí: "No había sitio" adecuado para el pudor, no había reserva alguna, ni intimidad, ni silencio. Menos aún, amor.

Por eso siguieron buscando y llegaron a una gruta, peñasco montañoso, lugar que solían hacer los pastores para defenderse del sol y la intemperie. Allí llegaron nuestros viajeros, cubiertos el rostro del polvo del camino y muy cansados. Quizás José, comentaba un escrito español, "como avergonzado y pidiendo perdón de algo que no era culpa suya, preguntó a María con la mirada. Ella sonrió y dijo: `si'"

Un hecho de la vida real o legendaria

Una antigua leyenda cuenta lo siguiente: dos hermanos vivían en el campo. El más joven estaba casado y tenía algunos hijos. El mayor era soltero y vivía solo. Ambos trabajaban juntos: juntos cultivaban la tierra, esparcían las semillas y, al llegar el tiempo de la siega, traían los frutos en común y se distribuían la cosecha por igual.

Sucedió que, durante una noche, después de cosechar, el hermano mayor, no pudiendo conciliar el sueño, se dijo: mientras que mi hermano tiene familia yo, por el contrario estoy solo, no tengo ni mujer ni hijos, y no preciso de tantas cosas...no es justo que haya recibido la misma porción que mi hermano. Se levantó, tomó resueltamente buena parte de su trigo y lo agregó en silencio en el depósito del otro.

En esa misma noche, momentos más tarde, despertó el hermano menor. También él pensaba en su hermano, reprochándose así: Mi hermano está solo y no tiene hijos. ¿Quién cuidará de él en el futuro? Se levantó, tomó de su ración y sigilosamente la depositó en la parte de su hermano. A la mañana siguiente, al levantarse, ambos quedaron sorprendidos al comprobar que sus depósitos estaban repletos como la noche anterior. No obstante, ninguno se animó a hacer el menor comentario.

A la noche siguiente decidieron repetir la misma operación.
Cada uno esperó hasta bien tarde y cuando consideró que el otro ya estaba dormido, se levantó, tomó la porción preparada y se encamino donde estaba la cosecha del otros. A mitad de camino se encontraron. Sorprendidos al principio, reconocieron, inmediatamente, la intención que ambos tenían y, dejando sus gavillas en el suelo, se abrazaron emocionados.

Dios, así termina la leyenda, miraba complacido esta escena y exclamaba: "Santo, santo es este lugar. Aquí quiero habitar en medio de los hombres".

¿No podríamos vivir, también nosotros, la actitud fraterna descrita en el ejemplo de los dos hermanos? Se trata, propiamente, de abrir el corazón a aquellos que están más cerca y dejar que ellos penetren en mi corazón reconciliado y lleno de la fuerza del amor que Jesús viene a traer.

El egoísmo que surje del hombre viejo, esa especie de pegamento tan difícil de quitar, será rebasado y liberado por la ley fundamental de la caridad. A Jesús no le interesará tanto las pequeñas reformas, las de la corteza de la historia. Irá al nervio mismo: "El amor es paciente, es servicial; el amor no es envidioso, no hace alarde, no se envanece, no procede con bajeza, no busca su propio interés, no se irrita, no tiene en cuenta el mal recibido, no se alegra de la injusticia, sino que se regocija con la verdad. El amor todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.

Aquellos que han sellado una Alianza de Amor con María se saben y sienten doblemente hermanos. Experimentan la fraternidad, regalada por Jesús en el bautismo, y la ratifican conscientemente en la Alianza. Un signo de esa fraternidad será el compartir las alegrías y tristezas del hermano, rezar por él llevarlo espiritualmente al Santuario y percibir su anhelo de Dios y de vida nueva.

Palabras del Padre Kentenich

"Quien no haya aprendido a amar humanamente no aprenderá a amar sobrenaturalmente. El amor humano no debe ser aplastado por el amor divino. En mi amor a Dios se debe hallar incluido el amor a mis padres. En el cielo no habrá una celda para cada uno, donde encerrarse a repetir en soledad: "Señor mío y Dios mío" No; allí más bien estaremos espiritualmente el uno en el otro; realidad que el mundo de hoy ya no comprende" (P.K).

Algunas preguntas para la reflexión

1 - ¿Hay en mi corazón algún rencor o resentimiento contra alguien?
2 - ¿Expreso mi reconocimiento y sana alabanza a aquellos que están cerca de mí y hacen algo por mí?
3 - ¿Me dejo tiempo para dialogar con algún hermano, con quien hace tiempo que no entro en relación más personal?
4- ¿Sé mantener diferentes puntos de vista con alguien, sin que por eso se resienta nuestra relación?

"Peregrinando a Belén Novena Navideña" Guillermo Carmona, págs. 17 a 22

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