jueves, diciembre 24, 2015

Novena de la misericordia- noveno día

Novena Navideña 2015:
Navidad de la misericordia
P.Guillermo Carmona

Noveno día: El ladrón más inteligente de la historia.  
Oración inicial
Padre, has enviado al Hijo como prenda de tu amor.
Por amor se hizo carne y vino a nosotros en este mundo.
Por amor se entrega como ofrenda y alimento sobre el altar.
Allí quiere reinar siempre entre nosotros
y habitar en nuestra cercanía.
Amor dio al Hijo la vida en la Madre y Esposa.
Por amor, a través de su Palabra,
vive y continúa activo en nuestras filas
como fuente de la eterna verdad divina,
llena de ardor y refulgente claridad.
Del Amor eterno con diafanidad vemos fluir torrentes de amor,
derramarse por cielos y tierra
y retornar a su fuente. (Del HP).
(Rezamos: Padre nuestro; 10 Ave Marías y gloria).

1. Texto bíblico: Lucas 23, 33-43
“Cuando llegaron al lugar llamado ‘del Cráneo’, lo crucificaron junto con los malhechores, uno a su derecha y el otro a su izquierda.
Jesús decía: ‘Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen’. Después se repartieron sus vestiduras, sorteándolas entre ellos.
Sobre su cabeza había una inscripción: ‘Este es el rey de los judíos’.
Uno de los malhechores crucificados lo insultaba, diciendo: ‘¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros’.
Pero el otro lo increpaba, diciéndole: ‘¿No tienes temor de Dios, tú que sufres la misma pena que él? Nosotros la sufrimos justamente, porque pagamos nuestras culpas, pero él no ha hecho nada malo’. Y decía: ‘Jesús, acuérdate de mí cuando vengas a establecer tu Reino’.
Y él le respondió: ‘Te aseguro, hoy estarás conmigo en el Paraíso’”

2. Reflexión
El villancico “Tristeza de Navidad” vincula la Nochebuena con la cruz. Curioso título y curiosas afirmaciones: “Llorarán también, tu muerte Señor, las estrellas que alumbran por tu amor. Quién como el zorzal, mi niño Jesús, cantará, si pudiera, para velar tu sueño feliz, porque al despertar, ya comenzarás a llevar la cruz.”
Hay dos signos que siempre recuerdan el amor misericordioso de Dios: el pesebre y la cruz, el comienzo y el aparente fin. Belén es puro regalo del Padre; la cruz es la misericordia vuelta a los hermanos: “Nadie tiene más amor que aquél que da la vida por sus amigos” (Jn 15,13). Ambos, pesebre y cruz, nos traen salvación. Mirar al Niño y mirar la cruz nos redime y nos salva.  
La cruz puede ser un motivo de lejanía o rebeldía de Dios. Pero puede ser también una oportunidad para sanarnos. Así interpretamos la escena del Calvario que hemos escuchado o leído: no todo fue insulto y burla a Jesús en el momento de la Cruz. También hubo compasión.
Nada sabemos con certeza sobre la vida del “buen ladrón”. Según una tradición apócrifa se llamaba Dimas, de allí la devoción que se cultiva en ciertos lugares a “San Dimas”.
        ¿Qué fue lo que conmovió a ese hombre a dirigirse a Jesús pidiendo clemencia? ¿Habrá sido la mirada del Señor, mirada de misericordia y de perdón? En su cara abofeteada y escupida, la mirada de Cristo -mirada que había llamado a Mateo y a tantos otros- debió haber traspasado el corazón del que compartía la misma desventura.
Según la tradición ambos ladrones habían delinquido, robado y extorsionado. En el caso del “buen ladrón”, su inclinación se transmutó en fuente de salvación y de gracia. Tres privilegios robó él aquella tarde y que se hallan en la respuesta del Señor: “hoy estarás conmigo en el Paraíso”. San Agustín reflexiona: nadie pudo haber ido tan rápido y seguro (“hoy”), en la mejor de las compañías (“conmigo”) y al mejor lugar inimaginable (“al Paraíso”).
Así como los pastores en la Noche Buena habían recibido el premio por haberse olvidado de sí mismos y arriesgado a la aventura, así también el buen ladrón fue premiado por haber creído, confiado y arriesgado.
Imagino que Jesús tiene que haber valorado, como pocas veces en su vida terrena- la palabra del compañero de suplicio aquella tarde. Quizás brilló su rostro como habrá brillado el del Niño en medio de la noche. Jesús había declarado la alegría del cielo por un pecador que se arrepiente y ahora, en el momento más trágico de la historia, veía como ese hombre se tornaba un hijo pródigo. Si Jesús hubiera podido, se habría desclavado por unos momentos de la cruz, para abrazar al hijo que volvería muy pronto a la casa del Padre.
Y todo esto en un instante. Toda conversión es cosa de un instante, pero suele tener una preparación. No se explicaría así la reprensión de Dimas al otro ajusticiado: “¿No tienes temor de Dios, tú que sufres la misma pena que él?" Ilusiones, vanidades, honores, títulos, dineros, goces, todo pierde valor ante la vida que se va. Quizás entendió el buen ladrón que la Justicia divina es muy superior a la justicia humana. El temor humano se torna temor de Dios y este temor lo salva: es el respeto ante quien no puede ser engañado porque es misericordioso.        
En esta Nochebuena la promesa de Jesús puede ser un dardo de fuego en la conciencia de quienes acudimos al pesebre. ¡Qué contraste!  ¡Qué injusticia condenar a un inocente! Yo, al igual que Dimas en esta Noche Santa, con mi corazón arrepentido, veo la Luz y alabo la inocencia. Y pido en el pesebre que yo también pueda robar un día y para siempre la Misericordia del Padre.

Preguntas para la reflexión
-      El gozo de Jesús: ¿Qué motivos puede alegrar el corazón del Niño en esta noche?
-      Dimas le pidió a Jesús algo muy grande. ¿Qué pedidos le quiero hacer al Niño en esta noche?
-      La conversión es un proceso de humildad y de verdad. ¿Qué puede hacernos más humildes esta noche y veraces ante el Niño?
-      ¿Qué me dice a mi Jesús en este día? ¿Puedo escucharlo?

Acción sugerida

Cultivar la alegría de Jesús en este tiempo de Navidad. Vivenciarlo especialmente cuando surgen las dificultades, conflictos o los problemas.
 

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