Novena Navideña 2015:
Navidad de la misericordia
P.Guillermo Carmona
Noveno día: El ladrón más inteligente
de la historia.
Oración inicial
Padre, has enviado
al Hijo como prenda de tu amor.
Por amor se hizo
carne y vino a nosotros en este mundo.
Por amor se entrega
como ofrenda y alimento sobre el altar.
Allí quiere reinar
siempre entre nosotros
y
habitar en nuestra cercanía.
Amor dio al Hijo la
vida en la Madre y Esposa.
Por amor, a través
de su Palabra,
vive y continúa
activo en nuestras filas
como fuente de la
eterna verdad divina,
llena
de ardor y refulgente claridad.
Del Amor eterno con
diafanidad vemos fluir torrentes de amor,
derramarse por
cielos y tierra
y retornar a su
fuente. (Del HP).
(Rezamos: Padre
nuestro; 10 Ave Marías y gloria).
1. Texto bíblico: Lucas 23, 33-43
“Cuando llegaron al lugar llamado ‘del Cráneo’, lo
crucificaron junto con los malhechores, uno a su derecha y el otro a su
izquierda.
Jesús decía: ‘Padre, perdónalos, porque no saben lo
que hacen’. Después se repartieron sus vestiduras, sorteándolas entre ellos.
Sobre su cabeza había una inscripción: ‘Este es el
rey de los judíos’.
Uno de los malhechores crucificados lo insultaba,
diciendo: ‘¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros’.
Pero el otro lo increpaba, diciéndole: ‘¿No tienes
temor de Dios, tú que sufres la misma pena que él? Nosotros la sufrimos
justamente, porque pagamos nuestras culpas, pero él no ha hecho nada malo’. Y
decía: ‘Jesús, acuérdate de mí cuando vengas a establecer tu Reino’.
Y él le respondió: ‘Te aseguro, hoy estarás conmigo
en el Paraíso’”
2. Reflexión
El villancico “Tristeza de Navidad” vincula la Nochebuena
con la cruz. Curioso título y curiosas afirmaciones: “Llorarán también, tu muerte Señor, las estrellas que
alumbran por tu amor. Quién como el zorzal, mi niño Jesús, cantará, si
pudiera, para velar tu sueño feliz, porque
al despertar, ya comenzarás a llevar la cruz.”
Hay dos signos que siempre recuerdan el amor
misericordioso de Dios: el pesebre y la cruz, el comienzo y el aparente fin.
Belén es puro regalo del Padre; la cruz es la misericordia vuelta a los
hermanos: “Nadie tiene más amor que aquél que da la vida por sus amigos” (Jn
15,13). Ambos, pesebre y cruz, nos traen salvación. Mirar al Niño y mirar la
cruz nos redime y nos salva.
La cruz puede ser un motivo de lejanía o rebeldía
de Dios. Pero puede ser también una oportunidad para sanarnos. Así
interpretamos la escena del Calvario que hemos escuchado o leído: no todo fue
insulto y burla a Jesús en el momento de la Cruz. También hubo compasión.
Nada sabemos con certeza sobre la vida del “buen
ladrón”. Según una tradición apócrifa se llamaba Dimas, de allí la devoción que
se cultiva en ciertos lugares a “San Dimas”.
¿Qué
fue lo que conmovió a ese hombre a dirigirse a Jesús pidiendo clemencia? ¿Habrá
sido la mirada del Señor, mirada de misericordia y de perdón? En su cara
abofeteada y escupida, la mirada de Cristo -mirada que había llamado a Mateo y
a tantos otros- debió haber traspasado el corazón del que compartía la misma
desventura.
Según la tradición ambos ladrones habían
delinquido, robado y extorsionado. En el caso del “buen ladrón”, su inclinación
se transmutó en fuente de salvación y de gracia. Tres privilegios robó él
aquella tarde y que se hallan en la respuesta del Señor: “hoy estarás conmigo
en el Paraíso”. San Agustín reflexiona: nadie pudo haber ido tan rápido y
seguro (“hoy”), en la mejor de las compañías (“conmigo”) y al mejor lugar
inimaginable (“al Paraíso”).
Así como los
pastores en la Noche Buena habían recibido el premio por haberse olvidado de sí
mismos y arriesgado a la aventura, así también el buen ladrón fue premiado por
haber creído, confiado y arriesgado.
Imagino que Jesús tiene que haber valorado, como
pocas veces en su vida terrena- la palabra del compañero de suplicio aquella tarde.
Quizás brilló su rostro como habrá brillado el del Niño en medio de la noche. Jesús
había declarado la alegría del cielo por un pecador que se arrepiente y ahora,
en el momento más trágico de la historia, veía como ese hombre se tornaba un
hijo pródigo. Si Jesús hubiera podido, se habría desclavado por unos momentos
de la cruz, para abrazar al hijo que volvería muy pronto a la casa del Padre.
Y todo esto en un instante. Toda conversión es
cosa de un instante, pero suele tener una preparación. No se explicaría así la
reprensión de Dimas al otro ajusticiado: “¿No tienes temor de Dios, tú que sufres la misma pena que él?" Ilusiones,
vanidades, honores, títulos, dineros, goces, todo pierde valor ante la vida que
se va. Quizás entendió el buen ladrón que la Justicia divina es muy superior a
la justicia humana. El temor humano se torna temor de Dios y este temor lo
salva: es el respeto ante quien no puede ser engañado porque es misericordioso.
En esta Nochebuena la promesa de Jesús puede ser
un dardo de fuego en la conciencia de quienes acudimos al pesebre. ¡Qué
contraste! ¡Qué injusticia condenar a un
inocente! Yo, al igual que Dimas en esta Noche Santa, con mi corazón arrepentido,
veo la Luz y alabo la inocencia. Y pido en el pesebre que yo también pueda
robar un día y para siempre la Misericordia del Padre.
Preguntas para la
reflexión
-
El gozo de Jesús: ¿Qué motivos puede
alegrar el corazón del Niño en esta noche?
- Dimas le pidió a Jesús algo muy grande. ¿Qué pedidos le quiero hacer al
Niño en esta noche?
-
La conversión es un proceso de humildad
y de verdad. ¿Qué puede hacernos más humildes esta noche y veraces ante el Niño?
- ¿Qué me dice a mi Jesús en este día? ¿Puedo escucharlo?
Acción
sugerida
Cultivar
la alegría de Jesús en este tiempo de Navidad. Vivenciarlo especialmente cuando
surgen las dificultades, conflictos o los problemas.
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