miércoles, octubre 20, 2010

Consagración Perpetua 10° Curso

Susana
Rosita Ciola
Rosa Andrada
Pamela
Nora
Irma
Hilda
Graciela
Elsa
Ana María
Ana Lucía

Desde la mañana temprano, la Mater susurraba en nuestros corazones: ¡Llegó el gran día de vuestro sí para siempre! Unidas en comunidad, entrelazando sus corazones, entregadas al Padre, sellando la Alianza de Amor Perpetua.
Nos encontramos en nuestro querido Santuario Nazaret, de Villa Ballester, donde nos esperaba la Hna. Gertrudis quien nos dijo de la importancia de este día, el regalo de Gracias que íbamos a recibir, y del compromiso que asumimos a la misión del Padre.
De rodillas ante la Mater, le rogamos su cobijamiento en este nuevo camino que comienza, como lo hizo hasta ahora, cada una fue dejando su intención y gratitud, ofreciendo todo al Capital de Gracias, ya que somos el primer curso de Villa Ballester de Federación de Madres.
Salimos emocionadas, entre risas y fotos, al encuentro de nuestros esposos que ya, impacientes, nos esperaban para partir al Santuario de Florencio Varela donde nos esperaban Inés, nuestra Jefa Territorial, y nuestra educadora Silvia Sánchez.
Llegamos muy contentas y agradeciendo a Dios Padre que algunos de nuestros maridos nos acompañaran en este día tan especial para nosotras.
Luego, reunidas en un salón del Solaz, Inés nos preguntó que sentíamos cada una. Después de responderle, les mostramos como quedó encuadernado nuestro Estilo de Vida. Fuimos preparando las ofrendas, la canasta con nuestras Novelas de Vida junto a los capitalarios, la bandeja con las medallas con los nombres, la vela del curso y una más pequeña para cada una, el cuaderno del curso y las crónicas.
Realizamos la votación de la madre de curso, Inés nos informó la forma a seguir. Hubo una primera votación pero no se llegó a la mitad mas uno, en la segunda quedaron en mayoría los nombres de Graciela y Ana María. Por este motivo, se tuvo que realizar una tercera votación, cuyo resultado -el nombre de la madre elegida- se daría conocer en la misa.
Caminamos juntas hacia el Santuario, allí nos dio la bienvenida el Padre Javier. Nos ubicamos, lentamente fuimos preparando nuestro corazones para la Santa Misa donde daríamos nuestro “Sí para siempre”. Para la celebración, habíamos elegido la lectura de las Bodas de Caná. Fue todo celestial: el arreglo del Santuario, las canciones, la ceremonia, la homilía del Padre Javier, parecía que el cielo había bajado hasta el Santuario. En medio de este clima, llegó el momento de nombrar a la madre curso; la Mater para esta nueva etapa nos regaló su don en otra hermana, Graciela Greco.
En nuestros corazones, no podíamos dejar de agradecer a nuestra querida madre saliente, Ana María, quien por tantos años nos brindó tanto amor y cobijamiento.
Terminada la ceremonia, abrieron las puertas y si algo le hubiera podido faltar a este cielo, todo fluyó al oír resonar las campanas. Con tanta emoción y gozo, nos recibieron con besos, regalos, fotos y nos invitaron a pasar a un salón con nuestros maridos, donde nos sorprendieron con un té, con delicias dulces y una riquísima torta. De pronto, llegó un grupo de Hermanas de María que con sus voces angelicales y acompañadas con guitarras, nos cantaron una hermosa canción compuesta especialmente para nosotras. La Hna. Mariela se sumó al coro para agasajarnos. ¡¡¡Cómo agradecer a todos quienes nos mimaron tanto, rezando por nosotras, enviándonos regalitos, acompañándonos con su presencia y festejándonos en nuestro gran día!!! ¡¡¡Muchísimas gracias!!!
Finalmente, luego de nuestro Sí Perpetuo, regresamos cada una a nuestros hogares (yo –como vivo en San Luis- me hospedé con Jorge, mi marido, en lo de Ana María), despidiéndonos hasta el sábado 25 en que sería la fiesta con nuestras familias. ¡Oh, sorpresa! Al llegar a casa de Ana María, nos recibieron con una fiesta íntima sus hijos, nietos e hijos políticos; cuánta emoción nos embargó por este recibimiento con comida rica, flores y alegría. Así, terminamos este día de agradecimiento profundo diciendo: “Madre, no retires nunca tu sol de nuestro cielo”
Quiero compartir con todas mis hermanas de Alianza los festejos de nuestras Bodas de Caná en la casa de Ana María, que con tanto amor nos recibió junto a su familia. Lo primero en llegar fue un gran ramo, con una flor bellísima con el nombre de cada una, un mensaje de la Sma. Virgen y un regalito incluido.
Después, comenzaron a llegar cada una con su familia, con vianditas incluidas. Besos, presentaciones, ¡¡¡cuánta algarabía!!! ¡¡¡Hasta la hermana Gertrudis vino, trayéndonos un presente a cada una y hasta una carta de Monseñor con una bendición especial para nosotras extensivas a nuestras familias!!! Así comenzamos nuestra gran fiesta, no faltó nada, buen vino, gaseosas y muchísima comida, dulce, salado y una gran torta, con nuestro símbolo, que preparó nuestra hermana Irma y fue también para festejar el cumpleaños de nuestra hermana Rosa Ciola.
En cierto momento, nuestros esposos dijeron que debíamos escucharlos. Guillermo, el marido de Susana, nos había escrito una carta en la que con mucho humor, expresaba la visión de ellos hacia nosotras y sobre todo este tiempo transcurrido. No parábamos de reírnos y aplaudirlo por sus ocurrencias, le pedimos fotocopia de la carta para todas. Luego de transcurrido un tiempo, habló Orlando -el esposo de Ana María- diciendo que como egresadas debíamos recibir un regalo. Aclaró que no era un viaje a Alemania y, en complot con su hija Mariana que las había hecho, nos entregaron a cada una, unas tocas azules que imitaban la de las hermanas, con una inscripción que decía Egresadas Consagración Perpetua y la fecha. Las recibimos con gritos de entusiasmo, nos las pusimos y nos sacamos fotos, con la alegría de todos y aplausos por las ocurrencias de nuestros esposos.
Después de soplar las velitas de la rica torta, brindis, más risas, aplausos, cafecito, llegó la hora de la despedida ¡¡¡No nos queríamos despedir!!! Queríamos seguir juntas, en familia, festejando.... pero ya era muy tarde. Fuimos, de a poco, despidiéndonos una de otras, con besos y abrazos, para que quedara sellado en nuestros corazones, en ese beso y abrazo, ese sentimiento hecho hoy realidad: el de ser hermanas para siempre.
Perdónenme lo extensivo de la crónica, pero no podía dejar de contarles tanta alegría compartida, en estos días que he vivido junto a mi curso Hija de la Divina Providencia, Instrumento de Luz.
Rosa Andrada, desde Merlo San Luis
10º Curso de Villa Ballester - Región Metropolitana

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