viernes, enero 20, 2017

Carta 20 de enero 2017 - P.Guillermo Carmona

Queridos hermanos y hermanas en la Alianza,        
  
El 20 de enero peregrinamos cada año -física o espiritualmente- a  Nuevo Schoenstatt para renovar nuestra gratitud y entrega. Nos acompañan las palabras del Señor al pie del Monte: “Quítate el calzado, porque la tierra que pisas es tierra santa” (Ex 3,15).

El Santuario del Padre que hoy cumple 65 años de historia -y su prolongación, la Iglesia de Padre que celebra sus bodas de plata- nos recuerda la “tierra del encuentro”, el arca de la alianza, que le certificaba al pueblo la presencia de Dios vivo.

Hoy peregrinamos a ese lugar para beber una vez más del “misterio del templo”: el Dios Tres veces Santo y la Madre Tres veces Admirable han puesto allí su morada. Nosotros somos beneficiarios de este don inmerecido.

El Santuario del Padre sintetiza los hitos del camino de Schoenstatt en nuestra Patria. El 20 de enero es por eso “memoria”, “presencia” y “profecía”.  

Es memoria del origen, de la acción poderosa de Dios que dio vida a la Alianza y al Santuario. Asombro y maravilla surgen de esta constatación: “¿Es que verdaderamente habitará Dios con los hombres sobre la tierra?” se preguntaba el hombre del Antiguo Testamento. 

El Santuario NO se construyó porque el P. Fundador quiso forzar la presencia de María; por el contrario, es Ella quien entró en nuestra historia: no es casa edificada por manos de hombres, sino memoria de la vida nueva que Dios regala.

Es presencia de María porque es lugar de Alianza. Alli se actualiza el pacto de Ella con la Familia y con cada hijo de Schoenstatt. Es el lugar donde se construye comunidad, ya sea que pertenezcamos a los peregrinos, a la Liga Apostólica, Federaciones o Institutos.

El Santuario es el lugar donde profundizamos nuestra fe en el carisma de Schoenstatt, donde crece la esperanza, más allá de las desilusiones, cansancios o desencantos. Donde se vive el amor noble y respetuoso, pero efectivo y no sólo teórico. Nos podemos mirar a los ojos porque la Mater en el Santuario nos ha escogido y reunido.

Es profecía que nos recuerda hacia adónde vamos: “¿Peregrino, hacia dónde va el camino?” nos hemos preguntado alguna vez. Y la respuesta será: hacia el Schoenstatt eterno: “pondré mi santuario en medio de ellos para siempre” (Ez 47,26). Es la Madre que baja ataviada como una esposa y plena de luz, como lo describe el Apocalípsis. Alli no habrá lágrimas, ni tristeza, ni dolor, ni muerte. En perspectivas actuales: no habrán agravios, agresiones, pobres ni indigentes, ni cambios de gobiernos, aunque sean de naciones poderosas... Es la fuerza sanante del Santuario, la victoria del Resucitado.

        Queridos hermanos, el día de hoy es una invitación a la alegría. Los invito también al cambio: la Mater quiere transformar más y más el corazón de piedra en corazón de carne (cf. Ez 36,26). Es la alegría de Zaqueo cuando fue mirado por Jesús en el Sicómoro. Por eso el Santuario no es solo un punto de llegada, sino también de partida. Comenzamos cada día la peregrinación hacia las tres gracias para ser como María: “santuario vivo”.

Hoy en este 20 de enero pido para mí y para cada uno de ustedes ser ese “magnificat misionero” que canta, no sólo con palabras, sino con la vida, las maravillas del Señor. ¡Bendiciones!


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