viernes, julio 18, 2014

Carta de Alianza julio 2014







Queridos hermanos en la Alianza:

En la Carta de Alianza del mes de junio los invitaba a “ponernos la camiseta y jugar con pasión” este partido del Año Jubilar de Schoenstatt. Concretamente los invitaba a colaborar en la Colecta Continental para colaborar con la trasmisión de los eventos en Schoenstatt y Roma el próximo 18 de octubre. Pues bien, hoy les escribo para agradecerles por la generosidad y compromiso que han demostrado pues hemos juntado $28.305. ¡Muchas gracias!

Este Jubileo lo vamos construyendo entre todos con fe, sacrificios, entrega, generosidad y con mucha esperanza. Por eso una y otra vez escuchamos y decimos “¡Muchas gracias!”.

En la vida, cuando agradecemos es porque en nuestro interior hemos reconocido nuestra necesidad, que estamos necesitados de los demás, y por eso pedimos ayuda. Y este es un buen punto de partida, pues esta es nuestra realidad. Tanto oímos hablar de independencia y autonomía personal que olvidamos que nos definimos más por nuestra necesidad de los otros en todos los órdenes (material y afectivo), que por las cuotas de autonomía absoluta que conquistamos. La independencia convertida en “dios” se acaba pagando con la soledad; por el contrario, la aceptación sencilla de nuestra necesidad de otros es coronada, al fin y al cabo, con la compañía de los demás. Esa es la raíz y el corazón de la “caridad” y la “solidaridad”.

Detrás de un “gracias” está el aprecio por lo que se ha recibido y por quien nos ha ayudado. Bien se dice que quien agradece vive con más alegría, porque se reconoce beneficiado, “regalado”. ¡Qué bien nos hace agradecer! ¡Y cuánto se puede agradecer! De hecho, casi todo se puede llegar a agradecer. Cada día, con todo su bagaje, se puede convertir en un “regalo” y en motivo de agradecimiento; todo depende con qué ojos y desde qué lugar miremos la vida. El P. Kentenich, en el campo de concentración de Dachau, en esa “ciudad de odio, locura y muerte” como lo llamó, rezaba la oración de la mañana que decía “Gracias por todos tus regalos, por la abundancia que hemos recibido, gracias porque elegiste a Schoenstatt y porque allí Cristo nace de nuevo. Gracias porque desde allí quieres irradiar al mundo las glorias de nuestra Madre, inundando los corazones fríos con torrentes de amor”. Conozco un matrimonio que, cuando sus hijos eran pequeños, se reunían frente al Santuario Hogar para hacer la oración de la noche, y se hacían siempre 3 preguntas: “¿por qué agradecemos hoy? ¿Por qué pedimos perdón hoy? Y ¿por quién pedimos hoy?”. Un simple pero certero ejercicio de fe práctica en la Providencia de Dios para descubrir la presencia de Dios en nuestra vida.

En este Año Jubilar celebramos 100 años de la 1ª Alianza de Amor, de aquella Alianza de los jóvenes y el P. Kentenich con la Sma. Virgen en el Santuario de Schoenstatt. Agradezcamos y alegrémonos por todo lo recibido en estos 100 años, especialmente por el don de la Alianza de Amor, por seguir a Cristo en las huellas del P. Kentenich, por el regalo de los hermanos y ser una Familia, por la misión recibida y compartida, y especialísimamente por el regalo del Santuario original.

Queridos hermanos, este camino de Alianza se ha construido a lo largo de estos 100 años por medio de la entrega generosa de muchos corazones ardientes en amor por la Madre tres veces Admirable. Permítanme agradecer a Dios por la vida del P. Günther Boll, Padre de Schoenstatt alemán, que fue ordenado sacerdote en el Santuario de Nuevo Schoenstatt el 20 de octubre de 1963 y murió este 16 de julio. Un verdadero hijo y aliado de la Mater, discípulo fiel del P. Fundador e incansable apóstol de Schoenstatt. Muchas fueron sus visitas a Argentina, regalándonos siempre con su vasta sabiduría en lo humano y lo divino, y con su cálida paternidad sacerdotal. El nos ayudó a crecer en el amor a Cristo, a María y a la Iglesia. Nos enseñó a vivir la Alianza. En el 40º aniversario del regreso del P. Kentenich del exilio dijo:

“Estos son los fundamentos sobre los que descansa Schoenstatt: el inquebrantable fundamento de la Alianza de Amor con la Mater y este inseparable entrelazamiento de destinos y fusión de corazones entre el Fundador y su Familia. Si hoy nos hemos reunido aquí a fin de reavivar un poco en nosotros lo que este acontecimiento ha traído consigo y lo que significa para nosotros, no es simplemente para echar una mirada hacia atrás, y contemplar lo que sucedió en aquel entonces. Nuestro Padre, con su viva conciencia de la historia, se valió siempre de cada mirada retrospectiva al pasado, cada intento de revivir la experiencia de un momento histórico determinado, para reafirmar al mismo tiempo la misión permanente y proyectar el camino hacia el futuro. Es eso, creo, lo que nuestro Padre y Fundador quiere decirnos en este día, en esta hora y en este lugar: Schoenstatt vive de la fe en la realidad de la Alianza de Amor y del entrelazamiento de destinos entre el Fundador y nosotros, su Familia. Este es nuestro camino. Podríamos pedirle a la Madre tres veces Admirable: ¡acompáñanos en este camino, queremos seguir adelante!".

Queridos hermanos, a imagen del P. Günther y tantos hermanos que nos precedieron en la Alianza, agradezcamos por los dones recibidos y que nuestro agradecimiento se exprese en compromiso de vida, especialmente compromiso por la unidad, crecer en el espíritu misionero y salir, compartir y anunciar la Alianza de Amor con María. Y que nuestra Alianza de Amor vivida ayude a iluminar y transformar nuestra sociedad.

Desde el Santuario reciban un cordial saludo y bendición,
P. José Javier Arteaga

¡TU ALIANZA, NUESTRA MISIÓN!

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