viernes, marzo 18, 2011

Carta de Alianza

Marzo 2011

Queridos hermanos en la Alianza:

Nos vamos acercando al final del verano y ya los parques y jardines comienzan a manifestar sus cambios en los colores rojizos de las hojas. Pareciera que la vida se fuera apagando. Pero no es así. Me decía un jardinero experimentado que cuida un parque hermoso, que en esta época la vida no desaparece sino que se renueva desde adentro: esta es una buena época para limpiar y podar las ramas secas de las plantas (la poda mayor viene en invierno) y también para curar y fertilizar las plantas dañadas. El jardín comienza a “tranquilizarse luego del esplendor del verano”, las plantas comienzan un tiempo de trabajo interior, de recuperación de fuerzas para una futura y nueva primavera.

Algo semejante sucede con nuestra vida espiritual. La cuaresma es ese tiempo de gracia que nos invita al trabajo interior, a la renovación desde adentro, desde las fuentes más profundas de nuestra alma. Jesús pasó cuarenta días en el desierto antes de emprender su misión; hoy, del mismo modo, la Iglesia nos invita a entrar en un tiempo fuerte de reflexión y oración, de renovación y purificación de nuestra vida en la fuerza del Espíritu para encaminarnos, después, a la alegría de la resurrección.

Decía el Papa Juan Pablo II: “Así se nos revela el significado y la necesidad del tiempo cuaresmal que, con la llamada a la conversión, nos lleva, mediante la oración, el ayuno y los gestos de solidaridad fraterna, a fortalecer en la fe nuestra amistad con Jesús, a liberarnos de las promesas ilusorias de felicidad terrena, y a gustar nuevamente la armonía de la vida interior en la auténtica caridad de Cristo” (Juan Pablo II, miércoles de ceniza de 1998).

Rezar, ayunar y ayudar solidariamente son tres actitudes que brotan de un corazón que anhela amar más y están intrínsecamente unidas entre sí.

En la oración nos encontramos con el Dios de nuestra vida que quiere que en este tiempo crezcamos más en el Amor. “Orar es un hablar personalísimo con el buen Dios, con el Dios vivo. Es un constante diálogo del corazón profundamente cimentado en una viva vinculación con el buen Dios, en un diálogo del corazón que finalmente se transforma en un diálogo de la vida” (P. Kentenich, “Tú y tu Dios”, pg. 17). Finalmente la oración nos mueve a escuchar, a estar abiertos y anhelantes de la Palabra del Señor, como María: “hágase en mi según tu Palabra”.

El ayuno y la ayuda solidaria van de la mano y son expresión de un corazón que vive en Dios. Nos dice el Card. Bergoglio: “No creamos que es el comer o el ayunar lo que importa. Lo que hace verdadero el ayuno es el espíritu con que se come o se ayuna. Si pasar hambre fuera una bendición, serían benditos todos los hambrientos de la tierra y no tendríamos por qué preocuparnos. «Ningún acto de virtud puede ser grande si de él no se sigue también provecho para los otros... Así pues, por más que te pases el día en ayunas, por más que duermas sobre el duro suelo, y comas ceniza, y suspires continuamente, si no haces bien a otros, no haces nada grande» (San Juan Crisóstomo). Jesús ayunó según la tradición de su pueblo pero también compartió la mesa de ricos y pobres, de los justos y pecadores (Mt. 11,19). Ayunemos desde la solidaridad concreta como manifestación visible de la caridad de Cristo en nuestra vida. Así tiene sentido nuestro ayuno como gesto profético y acción eficaz. Así cobra sentido nuestro ayunar para que otros no ayunen. Ayunar es amar” (Card. Bergoglio, Mensaje de cuaresma 2011).

Ayuno de egoísmo y tener más compasión por los más necesitados.
Ayuno de palabras hirientes y tener más palabras bondadosas.
Ayuno de descontento y agradecer más.
Ayuno de pesimismo y poner más confianza en Dios.
Ayuno de juzgar a otros y descubrir a Jesús que vive en ellos.
Ayuno de revancha y buscar la reconciliación.
Ayuno de mis palabras y escuchar más a los otros y a Dios.

Queridos hermanos en la Alianza, aprovechemos decididamente este tiempo de cuaresma; que sea para todos un tiempo de profunda renovación en Cristo.
- Qué el Señor, como aquel buen jardinero, pode, cure y haga fecunda nuestra vida en su Amor.
- Que este 18 de marzo, al consagrarnos a la Sma. Virgen, renovemos nuestro compromiso de ser, con Ella y como Ella, profetas de la Vida, para que todos en la próxima Pascua tengamos Vida y Vida en abundancia.
- Que el 19 de marzo, día de San José, padre adoptivo del Señor, esposo de María y patrono del P. Fundador, renovemos con él nuestro amor al servicio de Cristo y María.
- Y por último el próximo 25 de marzo, Anunciación del Señor, celebraremos también el día de la vida por nacer; en cada Santuario y ermita pidamos, acompañemos y ayudemos a todas las madres, verdaderos santuarios y profetas de la Vida.

Reciban desde el Santuario del Padre un cordial saludo y mi bendición.

En Cristo y María,

P. José Javier Arteaga

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