domingo, diciembre 03, 2006

ADVIENTO

Queridas madres de Federación:

Es una gran alegría volver a estar en contacto con ustedes a través de este nuevo medio. Agradezco especialmente a Malvina López Alconada y a su colaboradora Pelusa Bieule el que generosamente hayan aceptado este desafío y pido a la Mater que las acompañe en esta tarea que les ha regalado.

Es un clamor de las madres de Federación crecer en vínculos y para ello es muy necesario estar comunicadas. Principalmente por problemas económicos no es posible continuar con nuestro Boletín impreso, pero los avances técnicos nos permiten hacerlo a través de este medio.

Y justamente el “lanzamiento” coincide con este tiempo litúrgico tan importante para la Iglesia, ya que estamos comenzando el Adviento.

Aún transitando el mes de María en Argentina, continuamos con un tiempo mariano por excelencia ya que acompañamos a María durante las cuatro últimas semana de su embarazo. Estas semanas nos recuerdan la espera confiada de María en el misterio del nacimiento de su Hijo y nos invitan a disponer nuestro corazón, como lo hizo nuestra Madre, para que Cristo nazca en nosotros. Ella es modelo de espera confiada.

Terminamos el mes de María con la solemnidad de la Inmaculada Concepción que se celebra como "preparación radical a la venida del Salvador y feliz principio de la Iglesia sin mancha ni arruga” (Marialis Cultus 3). La “Virgen del Adviento” nos regala no sólo su presencia, sino también la de su Hijo y la gracia de la salvación.

Este tiempo nos invita a prepararnos para acoger al verbo que se hace carne para salvarnos y ennoblecernos, para que anunciemos su venida como hicieron los pastorcitos y que lo alabemos como lo hicieron los Reyes Magos. Salgamos de nosotras mismas y de nuestro entorno para anunciar la buena nueva, nuestra salvación y la felicidad en sentido pleno. Aún en medio de las dificultades cotidianas, esperemos con alegría la venida de Jesús.

Preparemos la corona de Adviento para que cada vela que encendamos nos recuerde que el Reino de Dios está cerca, que Jesús pronto va a llegar y busca un lugar donde alojarse. Vigilemos, estemos atentas y salgamos al encuentro del necesitado porque allí está Cristo. Esa vela es el signo visible de la preparación de nuestro corazón para su venida.

Esperemos confiadas, con profunda alegría, porque el Señor está por llegar y como todos los años volveremos a verlo nacer en el pesebre, en el lugar que cada uno de nosotras le ha preparado.

Es tiempo para reflexionar sobre nuestra vida, sobre las situaciones de nuestra vida, dolorosas y alegres Pensemos cómo está nuestro corazón. ¿Hay lugar para Jesús? ¿Le abrimos la puerta para que entre? Él nos llama, digamos con fuerza “Ven Señor Jesús”.

Así como los deportistas se entrenan antes de una competencia, nosotras también tenemos que entrenarnos espiritualmente en este tiempo fuerte de la liturgia para que ese encuentro sea fecundo.

Pidamos a la Mater que Ella convierta nuestro corazón y transforme nuestras debilidades y fortalezas en gracias para que nuestro corazón sea un floreciente jardín de María y se produzca en cada una de nosotras el “milagro de la Nochebuena”.

Acompañemos a José y María en este peregrinar buscando un albergue para recibir a Jesús y que encuentren nuestro corazón preparado para su nuevo nacimiento. Que el gozo anunciado por el ángel la noche de Navidad permanezca en nosotras, porque vuelve a la tierra el Emmanuel, Dios con nosotros.

Les deseo un feliz y fecundo Adviento, con mucho cariño,

M.Inés E. de Podestá





















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