sábado, octubre 11, 2014

Carta de Alianza octubre 2014

Mensaje de la Presidencia del Movimiento Apostólico de Schoenstatt de Argentina
1914 - 18 de octubre - 2014

CIEN AÑOS DE ALIANZA DE AMOR, NUESTRA GRATITUD Y COMPROMISO

Queridos hermanos en Cristo y María, querida Familia del Padre:

Si volvemos nuestra mirada a los 100 años de vida del Movimiento de Schoenstatt vemos claramente la conducción providente y misericordiosa de Dios. Somos testigos de la presencia actuante de Dios y de María en las vidas de miles de personas que han hecho este camino a lo largo de estos 100 años.

Damos gracias por la gran fecundidad de aquellos humildes comienzos, con instrumentos humanamente pobres pero inmensamente generosos en la fe ante Dios, generosos en la esperanza ante la vida, y generosos en el amor al servicio de los hermanos.



La memoria de los 100 años transcurridos nos revela la fidelidad de la Santísima Virgen a la Alianza sellada, así como las maravillas que Dios hizo con nosotros, frágiles instrumentos. La misma memoria hace aflorar en nuestro interior el reconocimiento de nuestras faltas y miserias, por las que pedimos filialmente perdón para renovar nuestra entrega.

Nuestro Fundador, el P. José Kentenich, en medio del drama histórico de la primera guerra  mundial, escuchó en su interior la invitación de Dios a comenzar algo nuevo, un nuevo camino de la mano María. Estaba convencido de que la Santísima Virgen quería colaborar en la configuración de la nueva época que estaba comenzando.

El Padre Kentenich junto con algunos jóvenes se puso a disposición de María y se consagraron a Ella en la antigua Capilla del valle de Schoenstatt. Le pidieron a María que obrara allí regalando sus gracias, y con su presencia convirtiera esa capillita en un lugar de  peregrinación. Desde entonces el Santuario original en Schoenstatt, con sus santuarios filiales en diversos países del mundo, se ha convertido en lugar de gracias para millares de peregrinos, y hogar espiritual del Movimiento de Schoenstatt.

Esa fue la hora de nuestra fundación. A esa sencilla consagración sellada con la Santísima Virgen María el 18 de octubre de 1914 la llamamos Alianza de Amor.

La Alianza de Amor es la fuente y el centro de la espiritualidad de Schoenstatt, a partir de la cual se ha desarrollado todo, y es el carisma, el aporte de Schoenstatt a la Iglesia y a la sociedad.

Esa Alianza de Amor tiene sus raíces en las Sagradas Escrituras, ya que el tema central, el “hilo rojo” que atraviesa toda la historia de salvación, es la Alianza de Dios con los hombres, una Alianza cuyo núcleo es el amor.

La Alianza de Amor con María nos conduce al encuentro personal y profundo con Dios, fortalece nuestra fe, es nuestro modo de seguir a Cristo y nos impulsa a dar frutos de vida. El Papa Francisco dice al respecto:
“La Iglesia, cuando busca a Cristo, llama siempre a la casa de la Madre y le pide: «Muéstranos a Jesús». De ella se aprende el verdadero discipulado. He aquí por qué la Iglesia va en misión siguiendo siempre la senda de María (…). Queridos amigos, hemos venido a llamar a la puerta de la casa de María. Ella nos ha abierto, nos ha hecho entrar y nos muestra a su Hijo. Ahora Ella nos pide: “Hagan todo lo que él les diga” (Jn 2,5)”.

Estas palabras del Papa Francisco nos motivan a escuchar atentamente la voz de Dios, como María. Un Dios que nos interpela en las voces del tiempo actual y del mundo; un Dios que nos
habla en la conciencia; y como María también nos pide ponernos en camino y actuar consecuentemente. Nuestro Padre y Fundador resumía esta actitud en una frase elocuente: estar “con la mano en el pulso del tiempo y el oído en el corazón de Dios”. Esta fue su actitud creyente y proactiva a lo largo de toda la vida. Actitud que para nosotros es un desafío constante.

Celebramos los 100 años de una Alianza de Amor que ha sido inmensamente fecunda y rica en vocaciones de vida, en instituciones educativas y sociales, en proyectos apostólicos y acciones misioneras repartidos en los 5 continentes. Siempre como María, con la mano en el pulso del tiempo… nuestro tiempo, y allí descubrir y escuchar la voz de Dios.

¿Qué nos está diciendo Dios en este nuestro tiempo, el de nuestra Argentina, el de nuestro mundo hoy? No es difícil constatar que:
- somos una sociedad muy dividida y polarizada, nos cuesta buscar caminos de encuentro;
- somos una sociedad con personas cada vez más solas y aisladas, no obstante y/o a raíz de tener más medios de comunicación;
- somos una sociedad muy individualista. Nos cuesta dialogar, consensuar y asociarnos. Prevalece siempre el interés individual por sobre el bien común;
- somos una sociedad cada vez más agresiva y violenta, corroída por la corrupción y la impunidad que genera más pobreza y hambre, más miseria y exclusión, más violencia y muerte.

Ante estas voces de Dios, que nos habla en los dolores de nuestro tiempo, hay también muchos signos de vida y esperanza. Tal vez el signo más paradigmático que nos une y mueve es el Papa Francisco, quien nos propone un verdadero cambio de actitudes frente a la vida para enfrentar tanto desencuentro, un cambio hacia una cultura diferente:
“La cultura del encuentro es lo único que hace que una familia y los pueblos vayan hacia adelante. En el friso de la Catedral de Buenos Aires está graficado el encuentro entre José y sus hermanos (aquella imagen del Antiguo Testamento). Uno se podría preguntar ¿qué tiene que ver José y sus hermanos con el principal templo porteño? Sucede que se plasmó en la época de la organización nacional (1852 - 1880) para significar el deseo de encuentro para todos los argentinos”. (El jesuita, pág. 109 / 110)

Acercarnos, encontrarnos, dialogar, respetarnos y consensuar son palabras de un nuevo lenguaje que debemos aprender como sociedad; son las actitudes que dan fundamento y sustento al cambio que hoy necesitamos. Nos dice el Papa:
“Cuando los líderes de los diferentes sectores me piden un consejo, mi respuesta es siempre la misma: Diálogo, diálogo y diálogo. El único modo de que una persona, una familia, una sociedad crezca, la única manera de que la vida de los pueblos avance, es la cultura del encuentro, una cultura en la que todo el mundo tiene algo bueno que aportar, y todos pueden recibir algo bueno a cambio”. (SS. Francisco a los dirigentes, Río de Janeiro, 27/7/2013)

Esta propuesta del Papa Francisco de la cultura del encuentro coincide con lo que en Schoenstatt llamamos la Cultura de Alianza, una cultura, una forma de vivir, que es fruto de la Alianza de Amor con María. Porque María es la mujer del encuentro y la Alianza entre el cielo y la tierra, entre Dios y los hombres, que genera bien, paz y vida.

Es por eso que nuestro compromiso presente y en el futuro, como miembros del Movimiento de Schoenstatt, se centra en 3 áreas prioritarias:

  • en el trabajo con las familias y los jóvenes, desde donde construimos una cultura de los vínculos y una sana identidad del varón y de la mujer; donde fomentamos una cultura del diálogo, de la confianza y unidad familiar
  • en el área pedagógica, donde aportamos al desarrollo integral y orgánico del hombre con una Pedagogía de la Alianza;
  • y en nuestros emprendimientos sociales y misioneros, donde trabajamos por una sociedad más justa, más fraterna, más democrática y solidaria, una sociedad con alma y rostro de familia.

Nuestra misión ha sido y seguirá siendo siempre vivir con generosidad nuestro carisma en la Iglesia, que es Madre. En ella y con ella se fortalece nuestra Alianza de Amor, porque en la Iglesia Cristo renueva su Alianza con nosotros. Nuestra Cultura de Alianza nos debe arraigar más hondamente en la vida eclesial y hacernos uno con todos.

Queridos hermanos, con 100 años de vida probada y ofrecida, la cultura de Alianza es nuestra misión y compromiso en la hora actual de nuestra Iglesia y nuestra sociedad:

  • salir al encuentro del hermano con humildad y estrechar vínculos,
  • enseñar a tender “puentes” de reconciliación sincera y respeto cordial,
  • y el compromiso ineludible de ser hoy factores de unidad y diálogo social, construyendo así una cultura del encuentro, la Cultura de Alianza.

Expresión de esta Alianza de Amor es el símbolo de Dios Padre que recorrió el mundo entero y que será colocado el 18 de octubre de 2014 en el Santuario original, símbolo que fuera regalado por nuestro Padre y Fundador con el anhelo de que - en el tiempo previsto por Dios- encontrara su lugar definitivo en nuestra fuente de origen. Anhelamos que nuestra Familia, reunida en torno a nuestra MTA y a nuestro Padre, crezca en la unidad y se vea fortalecida para un mejor servicio a la Iglesia y al mundo. Como familia argentina, este símbolo nos desafía así a seguir gestando una Cultura de Alianza.

En este 18 de octubre de 2014 ya no somos unos pocos. Somos miles de aliados de la Mater en todo el mundo. ¡Cuántos corazones jóvenes más vendrán en los próximos cien años gracias a la Alianza que hoy renovamos! El mejor agradecimiento por estos 100 años pasados, sea nuestro compromiso por la Alianza con María en el presente y el futuro, para la gloria de Dios y la vida de los hombres.

Que las gracias de este jubileo fecunden la entrega de todos los que con corazón limpio buscan el Reino de Dios, que la Virgen María nos conduzca seguros al corazón de la Santísima Trinidad y que nuestro Padre Fundador nos bendiga.

Santuario del Padre, 18 de octubre de 2014

P. José Javier Arteaga – Director del Movimiento Apostólico de Schoenstatt

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