domingo, noviembre 17, 2013

Carta de Alianza


Carta de Alianza
Noviembre 2013

 
Queridos hermanos en la Alianza:

Hace un mes hemos comenzado el Año Jubilar del centenario de la Alianza de Amor con la Virgen que dio origen al Movimiento de Schoenstatt. Un año diferente a los demás, un tiempo especial de gracia. Por tal motivo el Papa Francisco otorgó la posibilidad de obtener la Indulgencia plenaria a todos los que peregrinen, durante este año 2013 - 2014, a cualquier Santuario de Schoenstatt en todo el mundo, implorando esta gracia y cumpliendo los requerimientos para tal fin.

Este Año Jubilar también es un tiempo de renovación. Siempre es necesario “volver a las fuentes” de nuestra vida y nuestra vocación para renovarnos en el amor que nos dio origen. Providencialmente llegó a mis manos el texto de una homilía del entonces arzobispo de Buenos Aires, Mons. Jorge Bergoglio, dada a todos los movimientos de la arquidiócesis en mayo de 1999. Allí nos decía: “`Señor, conviértenos en tu herencia´ (Ex. 34,9). ¿Qué heredamos? Heredamos la gracia de Nuestro Señor Jesucristo, el amor del Padre y la comunión del Espíritu Santo. Derroche de gracia, derroche de gratuidad. Debemos ser conscientes que heredamos esa gracia”.

La pregunta nos llega también hoy a nosotros, Movimiento de Schoenstatt, que cumpliremos 100 años: ¿qué recibimos como herencia a partir del 18 de octubre de 1914?

Heredamos una Alianza de Amor, que es el acto fundacional y el corazón de Schoenstatt. Por esta Alianza con María heredamos también:

·      un Santuario, el lugar de gracias y de la Alianza con María.

·      una Familia, no solo un vínculo personal con la Mater sino también un vínculo con el P. Fundador y con todos los hermanos en la Alianza, Familia de Schoenstatt.

·      un carisma y una misión. Hemos recibido una misión, la misma misión del P. Kentenich: anunciar a María, la colaboradora de Cristo en la obra redentora. María, la discípula y misionera del Señor. Anunciar la Alianza con María en el mundo de hoy.

Mons. Bergoglio continuaba diciendo: “Es una herencia para dejar en herencia. Y dejar en herencia todos los días de nuestra vida.

Cada día de nuestra vida. Hoy también. Se trata de la actualidad de esta herencia, recibida por pura gracia de Dios, que nos ha cambiado la vida y nos ha traído tanta felicidad y bien. Una herencia que nos ha sido dada para dar en un tiempo y un lugar específicos:

·      al hombre de hoy que busca ser feliz y confunde felicidad con diversión; que tiene más medios de comunicación pero está más solo; que “adora” la naturaleza pero destruye la propia; que conquista el macrocosmos pero sigue ignorando su propio microcosmos.

·      al país de hoy: cada vez más dividido y polarizado por la pobreza, la exclusión y la violencia, por el individualismo, la corrupción y la impunidad.

·      el Papa Francisco, que con su austeridad, su cercanía y su mensaje claro nos interpela a una renovación en Cristo y nos propone la cultura del encuentro.

Estos signos de nuestro tiempo son una voz fuerte de Dios que nos “marca” el tiempo en que celebramos el Jubileo.

Mons. Bergoglio terminaba su prédica diciendo: “¡Qué triste cuando un movimiento o una institución se enferman y en vez de ser pastores de pueblo, se convierten en “peinadores de ovejitas” y se pasan todo el tiempo en las reuniones “maquillándose el alma”! (…) ¡Cuidado! Cuidado con las élites. Las élites se cierran en la burbuja, pierden el horizonte misionero, pierden el empuje, pierden el coraje. Las instituciones y movimientos tienen que dar la herencia. Ustedes me preguntarán: “Padre, ¿dónde?”. En la calle, en la calle. Allá donde se está jugando la vida de nuestra ciudad. Como obispo les pido: Por favor, no se guarden la herencia en la vitrina para mostrársela a las visitas. Llévenla a la calle, busquen horizontes misioneros, “juéguensela” todas los días, que esta herencia, que tan gratuitamente hemos recibido, sea fermento de esta ciudad”.

Hemos recibido un regalo para regalar hoy, una herencia para dejar en herencia hoy. Tenemos una Alianza que es nuestro bien y felicidad y puede ser bien y felicidad para muchos hermanos en esta Patria hoy. No queremos guardarla en una “vitrina”, no queremos “licuarla” ni ponerla en el “frízer”. La Alianza es para vivirla, que se haga nuestro modo de pensar, de decidir, de vincularnos, de vivir… Una cultura de Alianza.

Como los apóstoles de Cristo, tampoco nosotros hoy podemos callar aquello que hemos visto y oído (cf. Hech. 4, 20). ¡No podemos callar la Alianza con la Mater, no podemos dejar de compartirla! Dicen que el peor pecado de un beduino en el desierto es haber descubierto un oasis donde calmar la sed y no compartirlo. Una Alianza vivida y compartida cada día se hace misión.

Es por esto que en la Jornada de Delegados del Movimiento en Argentina, realizada a principios de noviembre, escuchando la voz de Dios que nos habla por estos signos de los tiempos, nos hemos propuesto los siguientes objetivos para el Año Jubilar 2014:

1º.     Salir a anunciar la Alianza de Amor a todos los ambientes.

Para ello es necesario también:

2º.     Profundizar en la originalidad del carisma.

El lema que nos inspirará en el 2014 es ¡TU ALIANZA, NUESTRA MISIÓN!

“¿Cuál es la gran ley fundamental? Tomar en serio la Alianza de Amor. Es mi total convicción que sobre la Alianza de Amor se puede basar toda la vida. Podría comprobarles esto en todas las situaciones de mi propia vida”. (P. Kentenich, 19. 7. 1966)

Queridos hermanos, renovemos nuestra vida en la fuente de la Alianza de Amor con María y compartámosla como nuestro mejor regalo y misión.

Desde el Santuario les mando un cordial saludo y bendición,

P. José Javier Arteaga


¡TU ALIANZA, NUESTRA MISIÓN!

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