lunes, mayo 31, 2010

31 de MAYO
TERCER HITO EN LA HISTORIA DE SCHOENSTATT

Después de la guerra, durante la cual la Obra de Schoenstatt había sido probada hasta el extremo, el padre Kentenich advierte que las relaciones humanas fueron elementales no sólo para subsistir, sino incluso para el crecimiento de sus hijos en la vida espiritual y en la santidad; sintió la obligación de plantearle a la Iglesia la necesidad de enraizar el amor de Dios en el alma, a través de lo humano de todo lo creado, como medio para llegar al amor a Dios. Que la fe penetrara la vida, y eso no sería posible si no se profundizaba el organismo de vinculaciones naturales y sobrenaturales.

El 31 de mayo de 1.949 el padre Kentenich deposita sobre el altar del Santuario de Bellavista, en Chile, la primera parte de una larga carta que enviaría al obispo de Tréveris, diócesis en la que encuentra Schoenstatt, Alemania, en la que expresa estas ideas con todo respeto, pero a la vez con absoluta claridad. Por muchos siglos se acentuó en la Iglesia la necesidad de morir a los sentidos y a los deseos para crecer en santidad y muchas veces de distanciarse del afecto de las personas para purificar el amor a Dios. El padre Kentenich advierte que esta forma de pensar es mecanicista y no sólo no acerca a Dios, sino que se aleja de Él y propone en la carta del 31 de mayo una forma de pensar, amar y vivir orgánica. Y llega a la osadía de afirmar que en este punto se juegan los destinos de la Iglesia y del mundo.

El hombre orgánico – a diferencia del mecanicista – capta la relación orgánica entre lo natural y lo sobrenatural. Por eso puede ver y amar a Dios en y a través de las criaturas. Las criaturas que son imagen, camino y garantía del amor a Dios, no constituyen, por lo tanto un obstáculo o impedimento para amarlo, sino por el contrario son una ayuda necesaria para conocerlo y amarlo. Las criaturas son huellas, expresión, profetas o un saludo de Dios.

El padre Kentenich sintetizo en forma excepcional la teología de la Iglesia, pero su mayor genialidad consistió en utilizarla para bajarla a la práctica, a la vida diaria y vivirla personalmente. Todos sus esfuerzos estuvieron dirigidos a que la verdad se refleje plenamente en la vida, la plasme, la eleve, así, por ejemplo, el axioma “María une la gracia y la naturaleza” fue uno de los motores de su espiritualidad y apostolado. Dios, causa primera, actúa a través de causas segundas, de todo lo creado, pero especialmente a través de su creación predilecta, María.

"Quien lleva a María marcada a fuego en su corazón, no puede fallar en sus vinculaciones porque llevará al mismo Dios. "

(Fuente: Boletín de Schoenstatt Tucumán)

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