domingo, abril 18, 2010

CARTA DE ALIANZA
18 de abril 2010

Queridos hermanos en la Alianza:

Aún están frescos en nuestra memoria la luz del cirio pascual quebrando la oscuridad de la noche, las oraciones, los cantos y las alabanzas de la Noche Pascual. “¡Verdaderamente ha resucitado el Señor tal como nos lo había anunciado!”.

En esta carta quiero compartir con ustedes dos hechos que nos tocan profundamente. El primero nos llama a la reflexión y a la oración; el segundo es una gran invitación.

Primer hecho.

En las Misas de estos días hemos escuchado los relatos sobre las apariciones de Jesús resucitado a María Magdalena, a los discípulos de Emaús y a los once apóstoles. Eran tiempos muy difíciles, de miedos y debilidades. Tiempos de fe probada y heroica.

También hoy vivimos tiempos difíciles, no es fácil ser católico. El P. Joaquín Allende escribe en un artículo: “El escupo dio en la cara atónita del joven sacerdote. Con ojos llenos de odio, el desconocido turista gritó: “¡Pedófilo asqueroso!”. Nadie dijo nada. Los otros visitantes de la Acrópolis de Atenas miraron como distraídos hacia la perfecta línea de columnas de mármol. Nadie hizo nada, mientras el joven sacerdote se limpiaba la mejilla. Hay muchas historias similares por estos días”. Vivimos en tiempos inestables, en los que la tierra se mueve y hay gente que muere o que pierde el fundamento de su vida, como en los devastadores terremotos en Haití y en Chile. Vivimos en tiempos inestables también en nuestra Iglesia que está consternada en lo más íntimo por los terribles casos de abuso sexual a niños perpetrados por sacerdotes. Hay un dolor imborrable en las víctimas y justificada vergüenza en toda la Iglesia. Son hechos reales y muy graves, tan devastadores como un terremoto. A ello se suma un ejército de chacales (anónimos muchos y mediáticos otros) que se lanzan contra el cuerpo herido de la Iglesia, dicen buscar justicia pero sólo quieren atacarla, y si es posible, devorarla. Los ataques a Benedicto XVI recuerdan aquel antiguo verso y revelan sus intenciones: “caído el pastor se dispersó el rebaño”.

Pidamos en este año sacerdotal para que el Señor lave y purifique nuevamente a su Iglesia; que el Señor cure las terribles heridas de tantas víctimas; que fortalezca en la fe a tantos corazones doloridos y que ayude a las autoridades de la Iglesia a encontrar caminos justos e idóneos para que no vuelvan a ocurrir hechos similares. Pero también agradezcamos por los más de 400.000 sacerdotes que son fieles a su vocación y entregan diariamente sus vidas por Cristo en cada rincón de la tierra. Son tiempos difíciles, son tiempos de renovación y fe heroica.

Segundo hecho

El próximo 25 de mayo celebramos el Bicentenario de la Patria, 200 años de un acontecimiento que inició el proceso de independencia de la Argentina. Por eso el 8 de mayo vamos a celebrar como Iglesia el Bicentenario de la Patria. Toda la Iglesia celebra, agradece y pide por la Patria. Tendremos grandes encuentros en las distintas regiones del país con la presencia de obispos, parroquias, movimientos laicales y comunidades religiosas. Nadie debe faltar. El lema que nos guía es:

“¡Con María construyamos una Patria para todos!”

Cada región del Movimiento celebrará el 8 de mayo el Bicentenario en diferentes lugares:
- la región Pampeana celebrará en la basílica de Luján,
- la región del Centro celebrará en Rosario, monumento a la Bandera,
- la región del Noreste celebrará en Corrientes, Santuario de Itatí,
- la región Patagónica celebrará en Bariloche,
- la región Cuyo celebrará en San Juan.

Por eso les pido que consulten pronto a sus coordinadores diocesanos del Movimiento de Schoenstatt o en las parroquias para viajar a estos lugares de celebración. Las inscripciones para viajar en micro ya están abiertas. Participemos y manifestemos nuestro agradecimiento, nuestra esperanza y nuestro compromiso por Argentina.

El 8 de mayo también queremos unirnos como pueblo argentino con un gesto: a las 15 horas, adonde estemos: en el campo, la ciudad, tu casa, la parroquia, el hospital, la cárcel o una ermita, encenderemos una vela y rezaremos un Padrenuestro y un Avemaría por la Patria ¡encendamos una luz nueva de esperanza!

Queridos hermanos, Argentina es tierra mariana. María está grabada en el alma del pueblo argentino y en los paisajes de nuestra geografía: Luján, Itatí, del Valle de Catamarca, de las Nieves, del Carmen de Cuyo, del Milagro, Schoenstatt… María estuvo en cada momento de nuestra historia y nos enseñó a ser Nación; Ella nos guía en los desafíos presentes y Ella nos ayudará a conquistar un futuro mejor. Por eso decimos llenos de confianza:

“¡Con María Reina, construyamos una Patria para todos!”

Nos vemos todos el 8 de mayo. ¡Bendecido día de Alianza!

P. Javier Arteaga

No hay comentarios.: