jueves, diciembre 03, 2009

MES DE MARÍA
3 minutos diarios con el P.Kentenich en este mes de María
Reflexión elaborada por los Padres de Schoenstatt de Córdoba, Argentina

3 de diciembre

La Santísima Virgen es el milagro de los milagros, el misterio de los misterios. Y ella nos ha sido regalada en Schoenstatt como el “tesoro escondido en el campo” (Mt 13, 44). ¡Cuán insensibles nos hemos tornado ante lo sobrenatural! Por esa razón, yo quisiera con san Bernardo estremecerme al descubrir este misterio. Pero quisiera pedir también a la Santísima Virgen: ¡ayúdame tú! Quisiera pedirle que nos visite, como visitó a Isabel. Isabel queda llena del Espíritu Santo y comienza a proclamar la grandeza de María: “Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno” (Lc 1, 42) (Schoenstatt, septiembre 1941).
Ella es, en verdad, la Compañera del Rey de todos los mundos: Compañera de Cristo. Elegimos conscientemente la expresión “consors” (compañera) porque se aplican de buen grado y a menudo a María en los documentos de la Iglesia. A nosotros se nos ha dado ser partícipes de la naturaleza divina; así describe San Pedro el estado de gracia del cristiano (2P 1, 4). Y San Pablo ve en nuestra participación en los sufrimientos de Cristo el fundamento de nuestra esperanza. La vida cristiana es, estrictamente hablando, en su esencia más íntima, un “consortium cum Christo”, una comunidad de destinos con Cristo. Nunca, empero, esta esencia del cristianismo se realizó de manera tan perfecta como en María (Milwaukee, 1954).

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