Mayo
2013
Queridos hermanos
en la Alianza:
Como bien sabemos,
en este año 2013 estamos transitando el ‘año
de la misión’ camino hacia el gran jubileo del centenario de Schoenstatt el
año que viene. Esta corriente misionera ha despertado mucho interés e
inquietud, llevando a muchos hermanos a cuestionarse sobre el compromiso, la
disponibilidad y la actitud misionera.
En una reunión con
matrimonios se planteó que Schoenstatt
tiene una misión marcadamente mariana. Esta aseveración, que hemos
escuchado y leído en muchas oportunidades, es correcta pero no es suficiente. Hay
muchos movimientos de Iglesia que también son marcadamente marianos. ¿Entonces,
para qué fuimos fundados, para repetir lo que ya existe? ¿O tenemos algo propio
que aportar a la Iglesia y al mundo? ¿Cuál es el aporte mariano específico de Schoenstatt a nuestro tiempo?
El P. Kentenich
decía que nuestro tiempo se caracteriza por las ‘herejías antropológicas’, o sea, concepciones sobre el hombre que,
directa o indirectamente, atentan contra el hombre mismo y que por lo tanto son
in-humanas. ¿Qué es el hombre para el hombre? Se lo exalta pero de facto se lo
denigra; se rompen los lazos vitales del respeto a la vida, del respeto a la
dignidad de la persona; se rompen los vínculos personales y se ‘cosifica’ el
amor; se rompe así el proceso de desarrollo de la persona hacia su plenitud, y
finalmente se rompe el tejido social.
Muchas veces - con
la excusa del desarrollo, de la economía, de la ciencia o aún de la paz- el
hombre se vuelve un dictador manipulando, usando, abusando y descartando al
propio hombre: guerras, manipulación genética sin límites para todo tipo de
fines; aborto y eutanasia; corrupción de personas indefensas, débiles,
especialmente de menores; violencia física, verbal o síquica cada vez más
generalizada; corrupción y autoritarismo político, y la voracidad económica sin
ética: “La crisis mundial que afecta las
finanzas y la economía parece poner de relieve sus deformidades, y, sobre todo,
la grave falta de su orientación antropológica, que reduce al hombre a una sola
de sus necesidades: el consumo. Y peor aún, el ser humano es considerado hoy
como un bien en sí que se puede utilizar y luego desechar” (Papa Francisco, 17 de mayo
2013).
El
P. Kentenich veía todas estas
convulsiones de nuestro tiempo como fruto de una ruptura profunda en el
interior del hombre: el rechazo a Dios.
Y cuando el hombre rechaza a Dios, se pone en su el lugar y juega a ser Dios,
¿cuáles son los parámetros para lo bueno o malo? ¿Cuáles son los límites para
la vida o la muerte? Por eso decía: humanidad sin Divinidad tarde o temprano
lleva a la bestialidad.
A esta forma de pensar que separa, polariza y contrapone en forma mecánica los elementos que de por sí
están unidos - como Dios y el hombre, naturaleza y gracia, libertad y
autoridad, persona y comunidad, economía y bien común, trabajo y honradez,
poder y servicio, hombre y mujer, amor y sexo - el P. Kentenich la llama “mecanicismo”. El pensar mecanicista tiende a excluir polaridades y no busca puntos de congruencia. Esta forma de
pensar se manifiesta también en una forma de amar, o no amar: el egoísmo, y de vivir: el individualismo. Si miramos en
nuestra vida, en nuestro ambiente y en nuestra realidad argentina, seguramente
advertiremos de cuánto mecanicismo esquizoide estamos enfermos. Por eso el P.
Fundador comparaba al mecanicismo con un bacilo que infecta y corrompe nuestro
modo de pensar, de amar y de vivir.
A este hombre
mecanicista, desintegrado interiormente e inorgánico, tan común de nuestra
cultura, se contrapone el hombre
integrado en sus vínculos con Dios, con los hombres, sus hermanos, y con la
naturaleza. Imagen perfecta de este
hombre integrado es la Sma. Virgen María.
Nuestro P. Fundador
veía en María a la vencedora de esas ‘herejías antropológicas’, pues en Ella
reina la armonía entre la naturaleza y la gracia. Más aún, María no solo es imagen y modelo del hombre integrado y santo sino que
está llamada a ser la Madre y
Educadora de los discípulos de
Jesús, hombres nuevos y apóstoles de su Reino.
Esa fue la
experiencia personal del P. Kentenich: “El
amor a María regala siempre de por sí esta manera de pensar orgánica”. Durante toda su vida el P. Fundador vivió
de su Alianza de Amor con María y condujo a todos a la Alianza con la Sma.
Virgen. “Permítanme llamarles la atención sobre una ley fundamental que he
seguido siempre en todas las luchas de mi vida, una ley que me ha ayudado a no
sucumbir jamás. Claro está que si hablara como médico les cobraría mucho por la
receta. Pero por el momento no lo haré. Porque la receta se formula rápido,
pero no es aplicable con la misma rapidez. ¿Qué dice esta receta? ¿Cuál es la
gran ley fundamental? Tomar en serio la
Alianza de Amor. Es mi total convicción que sobre la Alianza de Amor se puede
basar toda la vida. Podría comprobarles esto en todas las situaciones de mi
vida” (P. Kentenich, Plática en el
Monte Schoenstatt, 19 de junio de 1966).
En este sentido la Alianza de Amor con María no es un aislado acto de piedad
personal. La Alianza nos une filialmente
a la Sma. Virgen y Ella
1.
nos
enseña a vivir en la fe y a estar
abiertos a la voluntad de Dios;
2.
nos une a Cristo y nos educa en los valores
de su Evangelio;
3.
nos
educa como reflejos del amor y sabiduría
del Padre y constructores de familia;
4.
nos vincula a los hermanos forjando Iglesia
y Patria con alma de familia;
5.
nos envía como misioneros para que muchos
hermanos conozcan el amor del Señor
6.
y nos impulsa a gestar una cultura nueva basada en los valores evangélicos de
solidaridad, diálogo y servicio, una
cultura de Alianza.
Este es el marcado carácter mariano de nuestra misión:
vivir y anunciar la Alianza de Amor con María.
En este mes de
mayo, de Pentecostés, de la Patria y de la misión del 31 mayo, le pedimos a la
Mater que implore para nosotros el mismo espíritu de apóstol y misionero que
ardió en el corazón del P. Fundador que nos envíe desde sus Santuarios y
ermitas a anunciar la Alianza para una renovación de nuestra querida Argentina.
Querida Familia de
Schoenstatt, desde el Santuario les mando un cordial saludo y bendición
especialmente a las novicias de las Hermanas de María que hoy reciben el
vestido de María, a la Familia de San Isidro que hoy celebra los 25 años del
Santuario y a la Familia de Rosario que el 26 de mayo celebrará los 20 años de
su Santuario.
¡Feliz día de
Alianza!
P. José Javier Arteaga
¡CON MARÍA ARDAMOS POR LA
MISIÓN!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario