Magnificat
Padre Nicolás Schwizer
N° 141 – 01 de febrero
de 2013
El gran cántico de la Sma. Virgen en su visita a la casa de Santa Isabel
es el Magnificat. Expresa su inmensa alegría por todo lo que Dios ha hecho en
su humilde esclava.
La cuarta estrofa del himno de María resume su visión de la historia. Y
se reduce a una sola idea: el reino de Dios, que su hijo trae, no tiene nada
que ver con el reino de este mundo.
Y ésta es la parte subversiva del himno que no podemos disimular: para María el signo visible de la venida del Reino de Dios es la humillación de los soberbios, la derrota de los potentados, la exaltación de los humildes y los pobres, el vaciamiento de los ricos.
Estas palabras no deben ser atenuadas: María anuncia lo que su Hijo predicará en las bienaventuranzas: que Él viene a traer un plan de Dios que deberá modificar las estructuras de este mundo de privilegio de los más fuertes y poderosos.
Los pobres y humildes de los que habla María son los que sólo cuentan con Dios en su corazón: los humildes, los que temen a Dios, los que se refugian en él, los que le buscan, los corazones quebrantados y las almas oprimidas. María no habla tanto de clases sociales, sino más bien de clases de almas. ¿Y quién podrá decir de sí mismo que es uno de esos pobres de Dios?
María no habla solamente de la pobreza material o de la pobreza espiritual. Habla de la suma de las dos. Y al mismo tiempo ofrece un programa de reforma de las injusticias de este mundo y de elevación de los ojos al cielo. Son dos partes esenciales de su Magnificat y del evangelio, dos partes inseparables.
María, en el Magnificat, no separa lo que Dios ha unido por medio de su Hijo: los problemas temporales de los celestiales. Su canto es, verdaderamente, un himno revolucionario, pero de una revolución integral. Por eso María puede predicar esa revolución con alegría.
Pienso que es necesario que también todos nosotros cantemos con ella, y como ella, atreviéndonos a decir toda la verdad que María anuncia.
Preguntas para la reflexión
1. ¿Me considero una persona humilde?
2. ¿Se nota mi riqueza espiritual, en mi vida diaria?
3. ¿He reflexionado sobre el Magnificat?
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