Buenos Aires, 11 de febrero de 2013
Querida Familia de Schoenstatt en Argentina:
Esta mañana hemos
recibido
asombrados
la
noticia
de
la renuncia
del Santo
Padre,
Benedicto XVI, como obispo de Roma y por lo tanto al papado. Las agencias de noticias mundiales no
paran de reproducir imágenes de
sus
7
años de pontificado y las repercusiones que va despertando esta noticia. Pero más importante es leer lo que el mismo Papa ha dicho a los cardenales y obispos al trasmitirles esta decisión:
"Queridísimos hermanos:
Os he
convocado
a
este
Consistorio, no
sólo para
las
tres causas de canonización, sino también para comunicaros una decisión de gran importancia para la vida de la Iglesia.
Después de
haber examinado ante
Dios reiteradamente mi conciencia,
he llegado
a
la certeza de que, por la edad avanzada, ya no tengo fuerzas para ejercer adecuadamente el ministerio petrino. Soy muy consciente de que este ministerio, por su naturaleza espiritual, debe ser llevado a cabo no únicamente con obras y palabras, sino también y en no menor grado sufriendo y
rezando. Sin embargo, en
el
mundo de hoy, sujeto a
rápidas transformaciones y
sacudido por cuestiones de gran relieve para la vida
de la fe, para gobernar la barca de San Pedro y anunciar el Evangelio, es necesario también el vigor tanto del cuerpo como del espíritu, vigor que, en los últimos meses, ha disminuido en mí de tal forma que
he de reconocer mi
incapacidad
para ejercer
bien
el ministerio que me
fue encomendado. Por esto, siendo muy consciente
de la seriedad
de este
acto, con plena libertad, declaro que renuncio al ministerio de Obispo de Roma, Sucesor de San Pedro, que me fue confiado por medio de los Cardenales el 19 de abril de 2005, de forma que, desde el 28 de febrero de 2013, a las 20.00 horas, la sede de Roma,
la sede de San Pedro, quedará vacante y
deberá
ser
convocado, por
medio
de
quien
tiene
competencias, el cónclave para la elección del nuevo Sumo Pontífice”.
La causa de su renuncia es “por la edad avanzada” y porque “ya no tengo fuerzas para ejercer adecuadamente el ministerio petrino”, y luego aclara que el mundo de hoy es muy exigente, sujeto a rápidas transformaciones que requieren fuerzas y vigor del cuerpo y del espíritu que él ya no tiene. Estas palabras nos dejan un mensaje claro: como discípulos y misioneros de Cristo debemos estar en medio del mundo con una fe fuerte y renovada testimoniando con vigor la Verdad y
el Amor de Jesús. Y cuando Dios así los disponga, humildemente saber renunciar y
seguir sirviendo a su Iglesia desde un nuevo lugar.
Para muchos esta inusitada noticia les ha producido consternación y desazón. Pero más allá del entendible
dolor debemos destacar
del Papa Benedicto la lucidez de su amor a la Iglesia, la humildad en el reconocimiento de sus limitaciones y la sinceridad de conciencia
ante Dios al tomar esta trascendente decisión para la Iglesia y el mundo.
Benedicto XVI, en su forma sabia, profunda y a su vez sencilla, nos ha conducido en estos años
a lo esencial en la Iglesia, por eso para el 2013 llamó a un Año de la fe. En este sentido podemos decir que ha sido el Papa de la razón porque ha promovido el diálogo de la fe con la razón y la ciencia moderna; pero también es el Papa del corazón, y
su primera encíclica “Deus caritas est” versaba sobre los caminos del amor de Dios y de los hombres.
Benedicto XVI ha sido un Papa coherente y valiente desde el comienzo de su pontificado, especialmente en difíciles momentos de la vida de la Iglesia, buscó la verdad en el amor. Con el mismo amor, coherencia de vida y valentía culmina también su ministerio pontificio. Creo que las palabras del P. Kentenich “Quien tiene una misión ha de cumplirla aunque un salto mortal sigan uno tras otro” ilustran muy bien esta profética decisión del Papa.
Agradezcamos al Señor por habernos regalado estos años un Padre y Pastor de la Iglesia cálido y firme, de gran inteligencia y profundidad, un Papa dialogante preocupado por la paz, la misericordia y la unidad en la vida de los hombres y entre los pueblos.
Los invito a pedir cada día a la Sma. Virgen por la Iglesia, que nos guíe y acompañe en este tiempo de espera y esperanza, y por el futuro Papa que conducirá la barca de San Pedro mar adentro, hacia las nuevas playas.
Desde el Santuario, en el
día de Ntra. Sra. de Lourdes, les mando un cordial saludo y bendición,
P. José Javier Arteaga
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