martes, junio 21, 2011


Carta de Alianza                                    
Junio 2011
 Queridos hermanos en la Alianza:

Hace unos días estando en nuestra Casa de Sión, mientras miraba el noticiero, pasaron un aviso que me pareció muy interesante. En medio de la noche, aparece un hombre durmiendo solo, en una cuna de bebé, acomodándose y tapándose como puede en ese lugar tan pequeño. En la última imagen aparece un niño durmiendo tranquilo y bien estirado en una gran cama matrimonial, en el lugar de su papá, y se lee en la pantalla: “Así de grande es tu papá”. Es sabido que nuestros publicistas son muy creativos, pero aquí hubo también un certero y excelente mensaje para celebrar a los padres en su día.

Un padre de familia me decía que su experiencia de paternidad fue creciendo con cada hijo, y que ser padre era, para él, darle la vida al hijo de muchas y diferentes maneras, siempre, a lo largo de la vida. El P. Kentenich definía la paternidad como “servicio desinteresado a la vida ajena”. Servicio de entrega que nace instintivamente del amor que une al padre con el hijo. Desinteresado porque su único interés es el bien del hijo. A la Vida que habita en el hijo, una vida nueva que es toda promesa y esperanza. Vida ajena porque no es “la propia” ni tampoco es “posesión” del padre o madre; pero no obstante siendo ajena no le es en absoluto “ajena”, ya que es la vida más querida y amada: es su hijo. ¿Qué no hace un padre por el bien de su hijo?

Está comprobado que la presencia real del papá regala al hijo seguridad existencial, apoyo emocional, valentía y libertad para el crecimiento integral y capacidad de apertura a los vínculos. A ello agregaba el P. Kentenich que el vínculo bueno y sano del hijo con el padre hace más viable su fe en Dios, que es Padre. Santa Teresita cuenta en “Historia de un alma” que cuando ella contemplaba a su padre se decía: “si mi papá es así de bueno ¡cuánto más debe serlo Dios!” Pero también se da, desgraciadamente, la realidad contraria: “¡Cuántos millones de hombres ya no tienen padre! No tienen más conciencia de tener padre, no tienen un verdadero padre. ¿Qué resuena hoy en la palabra "padre"? Millones y millones de hombres no tienen idea de los rasgos paternales de Dios porque nunca han percibido algo de Él, de su paternidad, en un padre humano.” (P. Kentenich, Nuevo Schoenstatt, 19 de marzo de 1952).

Sergio Sinay, psicosociólogo, describe esta dolorosa situación afirmando: “Hay dos tipos de huérfanos. Uno es el de los que, desgraciadamente, han perdido físicamente a sus padres, aun cuando no estén muertos. Esta sería una orfandad “técnica”, muy dolorosa. Sin embargo, puede repararse a través de adultos significativos y amorosos. La otra es más grave aun. La sufren los chicos cuyos padres no sólo están vivos, sino que conviven bajo el mismo techo e incluso los ven diariamente. Chicos que reciben regalos, comodidades y artefactos, pero carecen de lo esencial de la función materna y paterna: presencia física y emocional; reconocimiento de las características como personas; ejemplos; modelos de vida plenos de sentido. Huérfanos son los que no tienen límites ni orientación de sus padres, o cuyos progenitores hacen del cariño una simple transacción, como si fuera negociable.(…) Huérfanos son los hijos que tienen padres “amigos”, que confunden paternidad con complicidad. O aquéllos para los cuales sus padres jamás tienen tiempo, que sí lo tienen para amigos, deportes, reuniones sociales, de negocios, etcétera. Este tipo de orfandad es hoy una epidemia, un verdadero mal social con trágicas consecuencias: accidentes, drogadicciones, pésimo rendimiento escolar, violencia...”. Teniendo en cuenta esta realidad, ¡qué bendición es tener un padre (carnal o espiritual) y poder ser hijos!

Hemos festejado el día del padre; para muchos es el día para expresar el amor al papá; para otros es solo un armado comercial; otros ya piden que se lo quite del calendario por ser una fiesta “discriminatoria”. Personalmente creo que es una muy buena oportunidad para celebrar y agradecer a los papás que nos han dado la vida, que nos han amado, contenido, educado y guiado; es la oportunidad para agradecer también a aquellos padres espirituales y maestros de vida, como el P. Kentenich, que nos han ayudado con su amor magnánimo a crecer en plenitud sintiéndonos verdaderamente “hijos amados”. Y agradecer también a todos ellos ya que por su amor entrañable nos han manifestado el amor de Dios que es Padre y fuente de toda paternidad.

Queridos hermanos, no es casualidad sino providencia que en ese mismo día del padre, en Paraguay, el P. Pedro Miravalles y el P. Alfredo (Pope) Pereyra celebraron su primera Misa. El Señor nos regaló dos nuevos sacerdotes - Padres de Schoenstatt - que fueron ordenados el 18 de junio pasado en el santuario de Tuparendá y más de dos mil personas, con contingentes venidos de Argentina, Uruguay, Chile, Brasil y Ecuador, festejaron este gran regalo de Dios. Esa es la causa del retraso de esta Carta de Alianza, una santa causa que espero sepan comprender. Dos nuevos sacerdotes, que como padres espirituales cuidarán y servirán desinteresadamente la vida de cada hijo que el Señor les confíe a su cuidado. Padres en el Padre y padres de padres.

El día del padre ha pasado, pero el año del Padre Kentenich continúa. Camino al gran jubileo del 2014 él nos anima a vivir esta vocación de amor que es ser padres. ¡Una tierra de padres es una tierra de hijos y hermanos! Gestemos desde nuestros hogares y ambientes una sociedad más unida, dialogante, sincera y fraterna, ¡una sociedad con alma de familia!

Un cordial saludo y bendición,

P. Javier Arteaga

HEREDEROS DEL PADRE, PROFETAS DE LA VIDA

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