martes, agosto 18, 2009

CARTA DE ALIANZA

Queridos hermanos en la Alianza:

Al venir al Santuario de la Mater en Florencio Varela mucha gente comenta la pobreza que se ve en barrios y “villas miserias” de Bernal, Quilmes oeste, San Francisco Solano y Florencio Varela. Para algunos es un comentario desde la lejanía de una realidad diferente, pero para muchos otros un dolor profundo que no se puede definir…Vemos la pobreza junto a la Terminal de Retiro o en el Bajo Flores de Capital Federal, en las periferias de Córdoba, Rosario, Mendoza y Tucumán, como también la vemos en Formosa, Resistencia, La Rioja o Neuquén; la vemos a los costados de las rutas, al borde de los arroyos y ríos, en los terrenos baldíos y casas tomadas, debajo de las autopistas o pegadas a las vías de los ferrocarriles, en los campos y entre las montañas; allí vemos cómo se desarrolla la geografía de la pobreza argentina. Y duele como una espina clavada en los ojos y en el alma. Pero ese dolor se agranda y agudiza de sólo pensar en toda la pobreza que no alcanzamos a ver…

Cuenta Juan Carr (fundador de la ONG Red Solidaria): “En un barrio humilde del interior llega una enfermera a una salita de primeros auxilios con volantes de la gripe A. Lo primero que piensa es "acá no hay cloacas" o "tienen a su chico internado por desnutrición". ¿Qué les puedo decir de la gripe A?” (La Nación, 16 de agosto 2009).

El 6 de agosto el Papa Benedicto XVI, en un mensaje breve pero muy contundente, en ocasión del lanzamiento de la colecta nacional “Más por Menos”, advirtió sobre la necesidad de "reducir el escándalo de la pobreza y la inequidad social" en la Argentina. Estas palabras del Papa levantaron mucha polvareda en el gobierno y la oposición aprovechó la ocasión para la crítica.

Pero ¿la situación es más vergonzante porque nos lo dijo el Papa? ¿Acaso le agrega más dramaticidad porque lo observe el Papa? No. La pobreza de millones de argentinos es en sí misma dramática y un escándalo para todos. El Papa sólo ha repetido y acentuado las reiteradas denuncias de los obispos argentinos sobre el agravamiento de las condiciones de la pobreza y miseria en el país.

- Sería un error querer tapar esta dolorosa realidad con “cortinas de humo mediáticas”, fútbol o escándalos variopintos: los pobres seguirán estando allí.

- Sería un insulto a los pobres interpretar esta situación desde una perspectiva teórico-ideológica y reeditar la recalcitrante y anacrónica discusión de derecha o izquierda: los pobres han aumentado a pesar de la “lucha” de unos y otros, y peor aún: muchas veces los pobres son usados como la causa de existencia y subsistencia de unos y otros.

- Sería una vergüenza limitarlo a una discusión de porcentajes, si son 15, 20 o 40 % de pobres; pero ocultar y/o cambiar el porcentaje real de pobres en el país es mentir, y una mentira que incide en la vida y la muerte de millones de personas es un crimen.

-Sería miopía política o estúpida arrogancia pretender que la pobreza la solucione el gobierno de turno. Más bien la superación de la pobreza deviene de políticas de estado concensuadas entre los partidos políticos, apoyadas por las instituciones de la sociedad, y aplicadas coherente y fielmente a lo largo del tiempo por los gobiernos de turno. Pero para tener políticas de estado se necesitan políticos con inteligencia, sabiduría y grandeza de estadistas, dispuestos a un verdadero diálogo y con miras al bien común que supere las repudiables mezquindades partidarias y sectoriales.

- Sería una hipocresía si como cristianos dejáramos el problema de la pobreza en las manos de los políticos y economistas desentendiéndonos de toda responsabilidad. “El que dice: Amo a Dios, y no ama a su hermano, es un mentiroso. ¿Cómo puede amar a Dios, a quien no ve, el que no ama a su hermano, a quien ve?" (1Jn 4,20).

En la última encíclica social el Papa nos dice: “Sin verdad, sin confianza y amor por lo verdadero, no hay conciencia y responsabilidad social, y la actuación social se deja a merced de intereses privados y de lógicas de poder, con efectos disgregadores sobre la sociedad, tanto más en una sociedad en vías de globalización, en momentos difíciles como los actuales” (Benedicto XVI, Caritas in veritate nº 5).

La pobreza es un problema que nos incumbe a todos como sociedad y a cada uno según su rol y responsabilidad. Pensando en el Bicentenario de la Patria que festejaremos el año que viene, como argentinos y católicos no podemos dejar de cuestionarnos y buscar caminos eficaces para ayudar a superar la situación de pobreza de millones de hermanos. Al respecto nos dicen nuestros obispos: “Con vistas al Bicentenario 2010-2016, creemos que existe la capacidad para proyectar, como prioridad nacional, la erradicación de la pobreza y el desarrollo integral de todos.


Anhelamos poder celebrar un Bicentenario con justicia e inclusión social. Estar a la altura de este desafío histórico, depende de cada uno de argentinos. «La gran deuda de los argentinos es la deuda social. Podemos preguntarnos si estamos dispuestos a cambiar y a comprometernos para saldarla. ¿No deberíamos acordar entre todos que esa deuda social, que no admite postergación, sea la prioridad fundamental de nuestro quehacer?». No se trata solamente de un problema económico o estadístico. Es, primariamente, un problema moral que nos afecta en nuestra dignidad más esencial y requiere que nos decidamos a un mayor compromiso ciudadano. Pero sólo habrá logros estables por el camino del diálogo y del consenso a favor del bien común, si tenemos particularmente en cuenta a nuestros hermanos más pobres y excluidos” (CEA, Hacia un Bicentenario en justicia y solidaridad, nº 5).

Queridos hermanos, en María vemos brillar el amor a Dios que se hace vida en el servicio concreto a los hermanos. Es la cultura de la Alianza de Dios con el hombre y del hombre con sus hermanos que nos enseñó el Padre Kentenich y que nosotros debemos forjar día a día. “Si nosotros como Movimiento Apostólico no intervenimos allí donde nos es posible de una manera enérgica y vigorosa en el engranaje que mueve la historia, entonces habremos soñado un hermoso sueño sobre la renovación moral del mundo. Por ello debemos colaborar para solucionar la cuestión social en nuestros ámbitos” (P. José Kentenich).

Desde el Santuario reciban un cordial saludo y bendición en este día de Alianza.

P. Javier Arteaga

“Familia viva, ¡esperanza argentina!”

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