viernes, octubre 19, 2007

La Hna. Luciane Machens, Jefa de la Federación de Madres en Alemania nos dice:

En Nuevo Schoenstatt nos encontramos con el Padre

Excedería los límites de este relato si quisiéramos contar todo con detalles. En Nuevo Schoenstatt nos encontramos con el Padre, nos sumergimos aquí en un clima familiar. La Argentina ahora no es más para nosotros un país lejano, el recuerdo está vivo en nuestros corazones.
En los dos días siguientes también experimentamos la cordialidad de las madres.
Estando ya en la Argentina, queríamos conocer algo de Buenos Aires, de la gran capital. También esto había sido cuidadosamente planeado. Por ejemplo, hicimos un recorrido de tres horas de duración, con un guía competente. La gran pregunta, o mejor el deseo que todas teníamos en nuestros corazones después de lo vivido: que el proyecto de la generación joven de transformar la Argentina, con la fuerza de la Alianza de Amor, en una Argentina limpia, tenga un gran éxito. A la Juventud de Schoenstatt de La Plata (en esos días había encontrado en Internet el artículo sobre la "Primavera joven 2007": “limpia a la Argentina, limpia tu actitud”) le deseamos mucha perseverancia en su proyecto y rezamos para que muchas personas comprometidas se unan a ellos y les ayuden en la realización de su sueño de una nueva Argentina. Jóvenes, ¡cuenten con nosotros!

Villa Ballester: el broche de oro de la hospitalidad argentina
El broche de oro de la hospitalidad que experimentamos en este país, vivimos junto al Santuario de Villa Ballester. Participó también el cielo, pues volvió a brillar el sol cuando llegamos al Santuario a la mañana.
Aquí, en la colectividad alemana, se presentó un grupo de madres de la Federación argentina para pasar el día con nosotros. También estaban el matrimonio de Odette y Alfredo Vallendor, de la Obra Familiar, y las Hermanas que trabajan en este Santuario y en la comunidad alemana.
Cada una de nosotras fue recibida con un hermoso ramo de flores en el Santuario. Rezamos juntas allí por un alegre encuentro y pedimos bendiciones para nuestras comunidades.
Después del saludo en el Santuario – para llegar allí habíamos viajado una hora y media en auto – nos invitaron con café y masitas, y ya en ese momento no quedaba ni huella de timidez. Nos contamos mutuamente de nuestras comunidades, de los cursos, de los ideales de curso, etc. Es verdad que en los encuentros fue una pena que las alemanas no domináramos totalmente el castellano, pero el idioma del corazón completó, en ambos lados, lo que faltaba en las palabras.
A continuación escuchamos atentamente todo lo que nos contaron del tiempo de las visitas de nuestro Padre Fundador, escuchamos de las dificultades y preocupaciones por la construcción de una nueva y sencilla casa del Movimiento y de nuevo estábamos impresionadas por la fidelidad y la confianza victoriosa de los miembros del Movimiento de Schoenstatt, que en tiempos difíciles se mantuvieron siempre fiel a nuestro Padre Fundador y al Santuario. Este encuentro familiar terminó con un almuerzo realmente de fiesta. Nos habían preparado comidas típicas argentinas: sabrosas empanadas, asado a la parrilla, ensaladas y bebidas para todos los gustos y postres exquisitos. Luego dimos una vuelta por la casa.
Ya había transcurrido un buen tiempo cuando nos reunimos nuevamente en un encuentro familiar en el parque. Para gran sorpresa nuestra, nos sirvieron aún un café express y una torta típica. Las amas de casa percibieron con cuanto esmero y alegría fue preparado este encuentro. Y nosotras estábamos – se lo debe decir otra vez – muy, muy impresionadas por una hospitalidad tan natural. Aquí no se encontraban mujeres extrañas, sino hermanas en la Alianza de Amor, aunque jamás se hayan visto antes y quizás tampoco se volverían a ver después.

Mate, globos y oraciones que suben al cielo
Y finalmente no podía faltar la "ceremonia de mate". Con esto se anunciaba el final del encuentro. Pero aún faltaba un elemento más: cada una recibió un globo con una imagen de la MTA. Nuestros mutuos buenos deseos, y el anhelo por la canonización de nuestro Padre y Fundador, a quien le debemos esta maravillosa Familia de Schoenstatt internacional, los enviamos simbólicamente al cielo.
Rezamos juntas un Avemaría, un Padrenuestro y la pequeña consagración mientras los globos se elevaban en las alturas, hasta que los perdimos de vista.
Llegó el momento de una cordial despedida, pues ya estaban listos los autos que nos debían trasladar a Nuevo Schoenstatt. Un último adiós, hasta que las madres desaparecieron de nuestra vista.

De vuelta en Alemania
Estamos de nuevo en nuestras casas, en Alemania. Con un corazón lleno de vivencias y con una enorme gratitud por nuestra vocación en la Federación de madres. Muchas gracias a todos los que nos ayudaron con las traducciones, a todos los que nos dieron alojamiento en Nuevo Schoenstatt, gracias a todas las madres de la Federación en la Argentina por las grandes y pequeñas muestras de simpatía y de alegría. Muchas gracias a María Inés Erice de Podestá, la jefa de la Federación de madres en la Argentina.

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