viernes, marzo 18, 2016

Carta de Alianza




Marzo 2016
Queridos hermanos en la Alianza,

En la primera Carta de Alianza de este año, quiero compartirles el lema que definió la Central y la Presidencia del Movimiento de Schoenstatt Argentina para el 2016: “Misericordiosos como el Padre, salgamos al encuentro”. Se enlaza así el desafío de la Iglesia y lo que veníamos trabajando el año pasado.  
El lema nos recuerda lo que los schoenstattianos llamaríamos el “ideal personal” del Papa Francisco: “miserando atque eligendo” dice su escudo episcopal, “mirándolo con misericordia, lo eligió”. Dios nos mira, golpea la puerta de nuestro corazón, nos pide permiso para ingresar y regalarnos un encuentro de reconciliación y ternura. Si aceptamos su invitación, lo que sucede en la oración y el diálogo interior, experimentaremos su misericordia. Esa experiencia nos asemejará a Jesús y a María y podremos salir al encuentro de los demás, para ser también nosotros misericordiosos.
Juan XXIII, al iniciar el Concilio Vaticano II, afirmó que la Iglesia debía usar la medicina de la misericordia mucho más que la severidad de la ley o la justicia. Al finalizar dicho concilio, Pablo VI confesó que la espiritualidad del samaritano había penetrado el Vaticano II. Cincuenta años después, el Santo Padre Francisco abría en Roma la Puerta Santa iniciando el “Año santo de la Misericordia”.
Nuestro Padre Fundador escribió, después de 14 años de destierro, que esos largos años de Milwaukee le habían servido para certificar la imagen de Dios Padre que Schoenstatt cultiva: un Padre lleno de amor. “Sabíamos también que en ese amor de Dios teníamos que incluir como característica fundamental, su misericordia. Pero lo que resulta nuevo para nosotros es la grandeza extraordinaria de ese amor divino y misericordioso.” decía el padre Kentenich en diciembre del 65.
De allí deviene la imagen del hijo, pecador y miserable, y por eso siempre digno de la misericordia del Padre que lo acoge para darle su apoyo y cercanía.
               ¿Cómo vivir este lema de año? Traspasando la puerta de nuestros Santuarios como puertas de misericordia. Mirándola a la Mater podemos repetir el lema varias veces, deseando que esa misericordia nos inunde. El Santuario es como el redil (Juan 10) donde Jesús es la Puerta, que nos conduce al hogar, a la vida.
Jesús es Puerta para entrar y para salir. Entrar para llenarnos del espíritu de misericordia. Salir para ir al encuentro de los hombres, al encuentro de los espacios donde están sus problemas, sus angustias y sus alegrías.
En la exhortación apostólica La alegría del Evangelio se afirma: “La Iglesia tiene que ser el lugar de la misericordia gratuita donde todo el mundo pueda sentirse acogido, amado, perdonado y alentado a vivir según la vida buena del Evangelio” (EG 114). ¿Podrán ser nuestros Santuarios lugares de la misericordia gratuita? ¿Podrán ser nuestros Santuarios como esos “hospitales de campaña” donde después de una batalla se curen las heridas del desamor, el odio, la soledad o la tristeza?
Pronto viviremos la Semana Santa. Al hacer memoria del dolor de Jesús, podemos recordar vivencias que nos causaron daño. Incrustar en la Cruz del Señor esas experiencias y reconciliarlas con su sangre y con su muerte será también vivir la misericordia. Recordemos también momentos de alegría que serán el anticipo de la Pascua. En ella ponemos la confianza: si Dios y la Mater fueron fieles y misericordiosos en el ayer, lo serán también en el mañana.
               Vivir la misericordia no es algo fácil. Y aunque tengamos la intención a veces no alcanza. ¿Estás dispuesto a perdonar a las tres personas que más te hirieron en la vida? ¿estas dispuesto a pedir perdón -nuevamente- a las tres que más lastimaste en el pasado? Las “obras de misericordia” no son fáciles: perdonar al que habla mal de nosotros o nos critica maliciosamente, disimular los defectos de los que nos rodean o entregar algo de nuestro placard (no siempre lo que no nos sirve) a quien no tiene para vestirse. Pero podemos decidirnos, muchas veces no sin sacrificio, a despertar nuestra conciencia aletargada.
               Queridos hermanos, en este día 18, víspera de San José, les deseo una Semana Santa muy fecunda y una gozosa mañana de la Pascua. Los bendigo desde nuestros Santuarios.

P. Guillermo Carmona.


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