sábado, febrero 07, 2009

Conferencia 2014

SALUDO DE BIENVENIDA – JORNADA DE PLANIFICACIÓN, 1-2-09
P. Heinrich Walter

¡Queridos Directores y Hermanas del Movimiento
queridos representantes nacionales de nuestro Movimiento!

En nombre de la Presidencia General les doy una cordial bienvenida. Hemos esperado con anhelo su llegada, los equipos de trabajo se han esforzado para tener todo preparado.¡Siéntanse en casa! A menudo hemos escuchado en visitas a algunos países: mi casa es su casa. Hoy podemos responderles: nuestras casas son sus casas. Bienvenidos, most welcome.

El Padre reúne a sus dirigentes de todo el mundo en su casa. Con esto ya comienza la preparación al Gran Jubileo del 2014. De reojo miramos hacia Davos, en Suiza. Allí está reunida la elite de la economía mundial. Tienen mucha más competencia en sus filas, poder político y económico. Los observamos en su manejo de la crisis mundial, aunque miramos el mismo mundo desde otra perspectiva. También nosotros nos preocupamos de un mundo mejor, un mundo más moral, sostenido por la humildad ante Dios y por la solidaridad en una recíproca alianza del amor. Davos tiene una desventaja: no tienen a nuestro Padre que dé orientación profética. Esta ventaja nos compromete en estos días para realizar un trabajo cualificado en la responsabilidad ante él y ante todo el Movimiento.

Somos los más estrechos colaboradores de nuestro Padre. Somos sus jefes. Nos recibió allí afuera con los brazos abiertos. Nos ha abierto su casa. Su casa es nuestra casa. Con él estamos en casa. Los mayores entre nosotros dirán: cuando en 1965 estuvimos en Roma, era diferente; allí nos interpretó el Concilio, unificó las corrientes que había entre nosotros, dio seguridad en la interpretación del tiempo, nos condujo y nos educó.
Lo echamos de menos. Los más jóvenes no lo experimentaron nunca así. Buscaron caminos para encontrarlo y dicen: él vive en nosotros. Su carisma vive en nosotros. Él actúa a través de nosotros. Él interpreta a través de nosotros el acontecer del mundo. Nosotros continuamos conduciendo su obra.

¡Queridos responsables!
Como su Familia somos los portadores de su carisma. Él sólo nos tiene a nosotros. Está orgulloso de cada uno y su herencia continúa viviendo en nosotros. En una familiar confianza podemos mostrarnos la vida que ha crecido, todos los conocimientos y también las preguntas abiertas. En una Familia lo importante es la recíproca complementación. Ninguno tiene todo pero cada uno tiene una parte en el carisma y unidos podemos ser grandes y fuertes. Luego de muchas visitas, he vuelto abundantemente enriquecido al Santuario original. Los carismas originales de las Familias locales son nuestra gran riqueza. Nos podemos complementar unos con otros.
Veo ante mí el íntimo amor al Padre en la estatua de Querétaro, el servicio de reconciliación del pueblo en Bujumbura, la irradiación de las jóvenes familias en torno al Santuario de Los Pinos (Viña del Mar, Chile), la conciencia social y política en Asunción, la pasión pedagógica en los muchos colegios, la competencia en la formación del matrimonio y familia, el impulso misionero de miles de jóvenes en este mes y la voluntad de configuración en el “Foro del Futuro” en Alemania. Queremos escuchar estos testimonios. Ellos hacen ver que el carisma de nuestro Padre vive en la Familia. Comenzamos una semana de conducción federativa de nuestro Movimiento. La autoridad del fundador, su (autoridad) para configurar y conducir no tiene sucesor. No hay un Presidente con las mismas facultades de acción de un fundador, como en el movimiento de los Focolares. El P. Kentenich quiere regalarle al mundo un nuevo modelo, que él ha “espiado” o extraído de la vida misma. Concibió su obra federativamente. A esto corresponde que procedamos con autoridad en principio y democráticamente en la aplicación. La Presidencia Internacional tiene la última responsabilidad por el carisma de Schoenstatt y por la unidad de la Familia. Pero no tiene el bastón de mando. Es la instancia coordinadora para aquello que ustedes mueven como responsables de las Centrales nacionales. Nuestro Padre practicaba la dirección a través de autoridad moral y de corrientes de vida. Este es un arte difícil. Nos dejó en herencia la “ley de construcción” a la que le bastan sólo las obligaciones necesarias y que necesita mucha libertad. Pero lo decisivo es el permanente cultivo del espíritu, para que la vitalidad y la constante renovación estén aseguradas. Sabemos que nuestra estructura federativa suena muy bien pero representa un gran desafío. Puede también bloquear y paralizar en vez de generar vitalidad y dinamismo. En eso estamos, aprendiéndolo cada vez mejor. Por eso me alegro de que la mayoría de los miembros de la Presidencia General puedan estar presentes. Tenemos la oportunidad única de escuchar en vivo los testimonios de la vida que viene de los 33 países. Podemos vivir una semana en directa comunicación entre nosotros. Se preparará así el terreno para que después de la jornada, a partir de la vivencia común, pueda confirmar las ideas y propuestas trabajadas y clarificar preguntas abiertas.

En el camino hacia el año 2014 queremos aprovechar las oportunidades de la federatividad. Nuestro Padre quería a través de ella lograr un “plus” en plenitud de vida, mayor variedad. Quería abrirle la puerta a la vida más fuerte y posibilitar iniciativas que provengan de la base. Todo esto resulta cuando hay espíritu de generosidad. La vida auténtica viene desde adentro y de las pequeñas células. En la pluralidad surgirá una tensión creativa. Así concibió los Cursos en nuestras Federaciones e Institutos. Estas chances avanzan cuando unos a otros nos damos un anticipo de confianza. Cada uno quiere dar lo mejor por amor a la Familia. Nadie lo puede todo, nos necesitamos unos a otros. Cada uno pone su parte del carisma, su parte del manto de profeta de nuestro Padre. Ansias propias de dominación, quiera el Espíritu Santo echarlas fuera. Entonces podemos tratarnos unos a otros libres de angustia y encendernos con el fuego de la misión.

Al inicio de estos días le pedimos a la Santísima Virgen las actitudes del espíritu del Cenáculo. Quiera Ella mañana, en el día de su fiesta, regalarnos este espíritu cuando peregrinemos al Santuario original:

· el respeto por los testimonios de la vida vivida de ramas y países;
· el respeto ante las originalidades nacionales y culturales;
· la actitud de que no cuentan la cantidad numérica ni la nacionalidad, sino los dones del Espíritu y la vida que ha generado la gracia;
· la confianza que cala más hondo que cualquier opinión preconcebida, que cualquier sospecha y cualquier prejuicio;
· el escuchar atento, que nos ayuda a descifrar lo que Dios quiere decir a través de los otros;
· el valor de representar con confianza en sí mismo, lo que la voz del Espíritu Santo me dice.
· El amor en nuestra Alianza, que nos hace libres de concepciones y necesidades propias para servir al bien del conjunto.

Querida Familia del Padre:

Vivimos en alianza de amor con María y a través de Ella con el Dios trino. Que esta semana nos compruebe cuán profundamente vivimos en alianza de amor recíproca entre naciones y comunidades. Donde está María está muy cerca el Espíritu Santo. Que nos conduzca, que nos señale el camino, que nos regale corazones abiertos y la valentía de nuestro Padre.

¡Cordialmente bienvenidos en la casa del Padre!

P. Heinrich Walter


SALUDO DEL ARZOBISPO DE FRIBURGO Y PRESIDENTE DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL ALEMANA MONS. DR. ROBERT ZOLLITSCH A LOS DIRIGENTES DEL MOVIMIENTO APOSTÓLICO DE SCHOENSTATT

Queridos participantes en la Conferencia de dirigentes:

Me alegra mucho que, con ayuda de la técnica actual, pueda estar presente en vuestra Conferencia en días tan apasionantes para nuestro Movimiento. ¡Los saludo con gran afecto! Unidos en la alianza de amor nuestros corazones laten al unísono y percibo nuestra comunión. Al mismo tiempo les agradezco por el gran compromiso que aportan a Schoenstatt.

Es impresionante ver lo que ha surgido en el mundo a partir de la fundación de Schoenstatt; ¡tantas cosas nos han sido regaladas!. Hemos podido impulsar muchas cosas, hemos podido apoyar muchas iniciativas, y ofrecer una y otra vez valiosos impulsos. Pronto 200 Santuarios constituirán una red de amor en nuestro mundo que moverá poderosamente los corazones de los hombres. Podemos constatarlo con admiración y llenos de alegría cuando ahora avanzamos a grandes pasos hacia el Jubileo que celebraremos el año 2014. Los cien años del Movimiento de Schoenstatt nos plantean sin embargo varias exigentes preguntas. En muchos países, justamente también entre nosotros en Alemania, nuestro Movimiento ya no está en proceso de construcción, sino que está establecido y arraigado. Con todas las ventajas que esto significa, que nos permiten actuar en la amplitud. Y sin embargo – un proceso que es del todo natural – a esto se une un gran peligro: el de instalarse, de llegar a ser inmutable, inmóvil, dejando en lo posible todo así como está ¡Qué profundo contraste con aquello que nuestro Padre y fundador nos confió desde el inicio! Hay que despertar siempre de nuevo ese espíritu profético de preguntarse por la voluntad de Dios tras las voces del tiempo, de entregarse sin seguros a la fe práctica en la divina Providencia, ¡Lo decisivo es la mirada hacia el futuro!

En realidad no estamos sólo ante un jubileo, sino que estamos ante preguntas decisivas para nuestro propio Movimiento. Es claro que un movimiento de renovación que cumple cien años, no puede instalarse solamente en las viejas formas y juegos de palabras. Renovación significa preguntarse siempre de nuevo lo que exige el tiempo actual; preguntar hacia dónde nos dirigimos, cómo podemos marcar, sellar, nuestro tiempo y nuestra sociedad. Este encargo básico de nuestro fundador hay que trasplantarlo siempre de nuevo. Él nos dio el ejemplo con palabras y con hechos : hoy podemos continuar su obra: ¡qué tarea tan honrosa!

Una cosa me preocupa especialmente. Sobre el sarcófago de nuestro Padre está escrita la frase, tomada de la Epístola a los Efesios (Ef. 5,25): “Dilexit ecclesiam” – amó a la Iglesia. Sabemos que ese amor fue sometido a una dura prueba; sabemos que el Padre Kentenich a pesar de ello lo conservó siempre con fidelidad. Y somos testigos de cómo este amor encontró respuesta hasta el punto de que en nuestros días, el proceso de beatificación en la diócesis de Tréveris puede terminar y las actas pueden ser llevadas a Roma. Lo percibimos con claridad: el camino de Schoenstatt se introduce en la Iglesia, va directamente a Roma, como lo señala el Centro Internacional de Roma en Belmonte. Para nosotros, como Movimiento, se nos plantea con ello cada vez más la pregunta: ¿qué le damos a la Iglesia, qué aporte podemos entregarle a la Iglesia en el mundo?

Muchos esperan esto y el próximo jubileo nos desafía a seguir avanzando y a entregar en nuestra Iglesia lo que nos ha sido regalado. Vivimos a partir de la fe práctica en la divina Providencia y estamos día a día “buscando huellas” para conocer el actuar de Dios e interpretar a la luz de la fe los signos de los tiempos. En la alianza de amor configuramos nuestra vida cotidiana como contrapartes de Dios y de la Santísima. Virgen y podemos experimentar que estamos unidos por una red de alianzas y que por ellas podemos vivir. Continuemos extendiendo esta red e invitemos a otros a dejarse anudar con esta red por la Santísima. Virgen, nuestra “anudadora en la alianza”.

Lo dinámico, la disponibilidad para ponerse en marcha se nos exige, si no queremos pasar a la historia como un movimiento más del siglo xx, entre muchos otros, sino que queremos seguir trayendo la renovación y la visión profética de nuestro Padre a la Iglesia. Las puertas para ello están abiertas para nosotros, estamos invitados para caminar llenos de confianza hacia el futuro y ofrecerle así un esencial servicio a la Iglesia. El tiempo está maduro para ello; veamos cómo, cien años después de nuestra fundación, podemos dar un nuevo impulso a la Iglesia y renovarnos interiormente nosotros mismos, para plantearnos los desafíos actuales de nuestro tiempo. Muchos lo esperan, lo sé por numerosas conversaciones. ¿Qué podemos hacer con este interés? Lo decidimos nosotros mismos. ¡Está en nuestras manos!

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