jueves, mayo 15, 2008



Carta de Alianza – mayo 2008

Queridos hermanos:

Hace un mes una vasta zona desde Rosario hasta La Plata se vio envuelta en una densa nube de humo provocada por grandes incendios de pastizales en las islas del delta del Paraná. Esos incendios no solamente ocasionaron problemas de salud, daños materiales y ecológicos sino que también, a causa del humo y las neblinas, se produjeron graves accidentes en las rutas que causaron muertes y muchos heridos.

Por otra parte en estos días hemos recibido las imágenes impresionantes de las explosiones del volcán Chaitén, en el sur de Chile, cuyas grises cenizas han cubierto las localidades aledañas nublando la visión, irritando los ojos, haciendo irrespirable el ambiente y provocando la evacuación masiva de las poblaciones. Las cenizas ya han cruzado la cordillera cubriendo ciudades y campos de nuestra patagonia y pampa.

Humo y ceniza, falta de visión e irritación, dolor y desconcierto, parecen una metáfora de lo que hoy, en otro orden, también estamos viviendo los argentinos. Hablo de otro humo, denso y peligroso, que nos está impidiendo convivir como hermanos, ver con claridad nuestra realidad, y crecer como nación.

- Es el humo de la soberbia que hace extralimitarse en los poderes, abusar de ellos, comprar voluntades y querer “doblegar y arrodillar” al oponente.
- Es el humo de la intolerancia que nos separa en “nosotros y aquellos”, en ganadores y perdedores, que confunde opositores con “enemigos” buscando la confrontación constante, como justificación de su existencia, y provocando desunión.
- Es el humo de la mentira como modus operandi, que encubre y tergiversa la verdad para acaparar rapazmente más poder y riquezas: “miente, miente que algo quedará…”
- Es el denso y fiero humo del odio que obnubila la razón y las conciencias confundiendo el derecho con revancha y la justicia con venganza.
Pero el humo, con todo lo irritante y pernicioso que es, es también inconsistente.

Hace dos semanas, luego del primer paro agropecuario, todos nos alegramos cuando el gobierno y las organizaciones que representan al campo se sentaron a dialogar. En algunos temas hubo avances, pero en el más controvertido, las retenciones móviles, se tiene la sensación de que fue un juego de desgaste, de dichos y desmentidas para dilatar los tiempos con el doble fin de irritar al campo y obligarlo a “reaccionar” con otro paro y, por lo tanto, no llegar a tocar el tema de las retenciones. Y así fue: el campo está de paro nuevamente. “Ellos serán los responsables del desabastecimiento y la inflación”, acusan cerca del gobierno. Pero se sabe que la inflación no ha sido provocada por el campo.
“El que gana más debe aportar más” critican de un lado, pero nadie pone eso en duda; lo que se discute es el método: las retenciones, al no ser coparticipables, no llegan por igual a todos como los impuestos y pueden ser usadas arbitrariamente. En la escalada de imputaciones y sospechas mutuas debemos tener cuidado: siempre hay grupos que se aprovechan de nuestras peleas, y hay otros grupos de exaltados obsecuentes que pueden hacer desastres. Se están atizando hogueras de rencores, violencia y enfrentamientos. Es un juego peligroso e irresponsable de imprevisibles consecuencias en donde todos los argentinos podemos perder mucho. Por eso el llamado imperioso a las partes implicadas en esta crisis: PIENSEN EN EL BIEN DE TODOS Y RETOMEN EL DIALOGO. Pero para un verdadero diálogo hay que:
1º decir la verdad, 2º escuchar respetuosamente al otro, 3º buscar el bien de todos, 4º estar dispuesto a renunciar en algo. O sea, un gran cambio de actitud.

Los argentinos venimos de una larga historia de desencuentros y no queremos más confrontaciones y rupturas. Esa horrorosa historia ya la conocemos, esos caminos equivocados ya los hicimos y nos costaron profundas divisiones, irreparables pérdidas humanas, debilitamiento de las instituciones y retraso en el desarrollo social, cultural y económico. Son cicatrices de heridas profundas que todavía están allí y duelen mucho. Los argentinos no necesitamos nuevas luchas que abran heridas antiguas.
Hoy necesitamos dirigentes políticos del gobierno y de la oposición que ayuden a que estas heridas cicatricen bien y definitivamente; que sepan dialogar respetando las diferencias; que sepan consensuar políticas de estado a largo plazo. Líderes sociales y empresariales que cuiden la unidad, el desarrollo y la paz del tejido social; líderes que sepan luchar por los proyectos propios sin “aniquilar” a los demás. Argentina una vez fue grande porque sus dirigentes supieron incluir y sumar inteligencias y voluntades en un proyecto de Nación que nos transformó en “tierra de esperanza”.

Incluir, dialogar, respetar, consensuar son palabras de un nuevo “lenguaje” que debemos aprender todos los argentinos. Incluir, dialogar, respetar y consensuar son las actitudes que dan fundamento y sustento a la vida social, democrática y republicana que hoy debemos conquistar en todos los ámbitos, hasta en la vida familiar. Cambiemos hacia una convivencia más dialogante y respetuosa que busque la unidad. Basta de luchas y revanchas; ¡caminemos hacia una cultura del encuentro, hacia una cultura de Alianza!

Pero en medio de estas oscuras nubes podemos ver algunas luces de esperanza que brillan ante nuestros ojos y nos sirven como indicadores para el camino a seguir:
- la dignidad de un pueblo que pide firme y pacíficamente se respeten sus derechos;
- el apego a la democracia participativa como forma de gobierno y vida ciudadana;
- la exigencia de independencia, sanidad y agilidad de los tres Poderes del Estado;
- el diálogo sincero y respetuoso como modo de dirimir nuestras diferencias;
- la búsqueda del bien común como valor mayor.

Creo que el Padre Kentenich hoy nos repetiría las palabras de San Pablo a los Romanos (8, 22): “Sabemos que hasta hoy la creación entera está gimiendo con dolores de parto”. En Argentina hoy estamos sufrimos los dolores del parto de una nueva cultura más solidaria, más responsable, más dialogal y más democrática. Una Patria con alma de Familia.

Queridos hermanos, pronto celebraremos el 25 de mayo, camino a bicentenario del 2010. Pidamos confiadamente a María por la unidad y el progreso de los argentinos. Trabajemos firmemente por ese fin. Ese día un grupo de peregrinos de varias comunidades celebraremos la Sta. Misa en el Santuario de Luján y, en representación de toda la Familia de Schoenstatt, renovaremos la coronación a la Virgen como “Reina de la Patria Familia” hecha hace 20 años. Esa es nuestra herencia y nuestra gran misión que pide toda nuestra entrega, hoy más que nunca.

Les deseo un bendecido día de Alianza.

P. José Javier Arteaga

"DESDE EL SANTUARIO, DISCÍPULOS - MISIONEROS PARA UNA PATRIA FAMILIA"

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