viernes, noviembre 16, 2007



Queridos hermanos en la Alianza:

Un joven de 11 años, viendo las grandes necesidades de su pueblo, le dijo a su padre: “papá, quiero ser útil a mi gente”. Y le pidió que lo lleve a Buenos Aires para estudiar. Podría haber dicho: “papá, vos y los mayores hagan algo; los políticos y el gobierno mejoren la situación”, pero era tanto el amor y el dolor por su gente que lo llevó a ponerse él mismo al frente para ayudar a los suyos. Ese joven bueno, entregado y fiel hasta el final fue Ceferino Namuncurá; así comenzó su camino de liderazgo y santidad, con un único gran anhelo: “quiero ser útil a mi gente”. Hoy tenemos la alegría de honrarlo como beato Ceferino, hijo de Dios y hermano de todos.

El fin de semana pasado, los dirigentes del Movimiento de Schoenstatt en Argentina nos reunimos para evaluar lo hecho en el año 2007, para descubrir las voces de Dios en los acontecimientos sociales y eclesiales y, finalmente, para decidir líneas de acción para el año 2008. Nos guió una pregunta: ¿en qué trabajaremos para ayudar a la Iglesia y a la Patria camino al bicentenario? El intercambio de ideas y los debates fueron muy fecundos y llegamos finalmente a dos palabras claves:

Liderazgo y Santuario.

Desde hace años advertimos que nuestra Argentina necesita líderes honrados e idóneos que sirvan al bien de todos, que promuevan el diálogo y que impulsen un desarrollo orgánico de la sociedad. Dirigentes en todos los niveles de decisión y en todas las áreas de la sociedad, en la política nacional, provincial y en la barrial; en lo privado y en lo gremial; desde la ciencia hasta los medios de comunicación; en las universidades y en las familias. Argentina hoy necesita, imperiosamente, nuevos dirigentes motivados por una única idea: “quiero ser útil a mi gente”, servir para el bien de todos, a imagen del beato Ceferino. Dios siempre nos regala hombres que con su ejemplo iluminan nuestro camino.

Los líderes del nuevo milenio son los hombres y mujeres que han escuchado el llamado de Cristo y, siguiendo sus enseñanzas, se entregan con fervor al servicio de los hombres y para el bien de los pueblos. Hombres que conciben sus grandes o pequeñas responsabilidades diarias como un aporte a la construcción de una sociedad mejor. Esos nuevos líderes de corazones apasionados al servicio del bien común son los discípulos-misioneros del nuevo milenio.

Pero hay algo más: para que nuestro servicio a los hermanos sea duradero y no solo “buenas intenciones del momento”, tenemos que aprender en la escuela de María: el Santuario. Allí queremos encontrarnos con Ella, primera Discípula y primera Misionera la del Señor, que escuchó la Palabra, la meditó y la hizo carne en su vida diaria; en el Santuario queremos aprender de sus virtudes; desde el Santuario queremos partir con Ella para llevar la Buena Noticia a los hermanos. El Santuario de María es el hogar donde viven y el cenáculo, desde donde parten, los discípulos-misioneros de Cristo.

Así llegamos a la conclusión que el lema del año anterior es muy actual, refleja los conceptos de Santuario y liderazgo y nos marca el camino del 2008.

“Desde el Santuario, discípulos-misioneros
para una Patria Familia”

Queridos hermanos, este 18 de noviembre celebraremos el 122 cumpleaños de nuestro Padre Fundador. Él nos enseñó a vivir como verdaderos discípulos-misioneros de Cristo en la escuela de María. El Padre mismo fue un discípulo-misionero, un líder- servidor de los hombres, entregando su propia vida para que su Familia tenga vida en Cristo. Toda su vida fue en y desde el Santuario, llegando a decir “quien me busque me encontrará en el Santuario”. Querida Familia, sea nuestro mejor regalo al Padre Fundador seguir sus huellas y amar a la Iglesia como él la amó.
¡Feliz día de Alianza!

Reciban un cordial saludo y mi bendición,

P. Javier Arteaga

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