viernes, agosto 21, 2020

Hoerde 2020

  «Vivimos en tiempos difíciles y a menudo, la gente no puede mantenerse fuerte en este proceso de purificación que se está llevando a cabo. Caen en acusaciones contra Dios y el bien, pierden la fe en el bien y en los seres humanos.”

 Vivimos en tiempos difíciles…. Sin embargo, la cita anterior tiene casi 100 años de antigüedad. Procede de una carta de Alois Zeppenfeld, escrita en abril de 1920. La carta está escrita a partir de la impresión sobre la conferencia de Hoerde, que él mismo había organizado tan sólo unos meses antes (1).

Nosotras también estamos transcurriendo tiempos difíciles, tiempo de pandemia, de incertidumbre, miedo de enfermarnos y que se enfermen nuestros seres queridos… problemas económicos, pérdidas de trabajos, nuestro trabajo se multiplica ya que lo hacemos desde nuestro hogar, nuestros hijos- nietos no tienen colegio, hay que ayudarlos con tareas escolares…y a todo esto se sumó el gran dolor de las acusaciones a nuestro querido Padre Kentenich, un tsunami…. Lo vivimos con mucho dolor pero con la fidelidad intacta, orgullosas de pertenecer a una Familia tan bendecida por la cruz y por eso, llamada a la victoria de Dios en el alma de cada una de sus hijas.

Cómo hace 101 años, los primeros congregantes como nosotras hoy, estamos viviendo tiempos difíciles...

Leamos lo que escribe Zeppenfeld: «¡Nuestra Federación no conoce pesimismo alguno! Al radicalismo del mal contrapone un radicalismo del bien y cree que el bien prevalece, sí, debe prevalecer. Sólo un sano optimismo ayuda a la gente y al mundo; ¡el pesimismo nunca edifica, a menudo solo derriba todo!”.

Nuestro Padre y sus cofundadores están convencidos de que detrás de lo sucedido el 18 de octubre de 1914 y en los años posteriores, hay una iniciativa divina. Desde entonces, esto ha moldeado decisivamente la mentalidad de nuestra familia de Schoenstatt: estamos convencidos del actuar de Dios en el pasado y en el presente. Sin esta convicción, Hoerde no hubiera sido posible, y sin esta convicción, la historia concreta de Hoerde, la génesis de la federación apostólica y del movimiento apostólico, no hubiera sido posible (1). 

¿Que quiere el Señor de nosotras? …todo apostolado debe tener su fuente en el amor de Dios estamos llamadas a amar con autenticidad, solo lo lograremos si nos mantenemos unidas al manantial de gracias, unidas íntimamente en el corazón de Dios, nuestra realidad lo apremia, aquí radica la esencia del apostolado: todo apostolado debe tener su fuente en el amor de Dios. (2)

Es un regalo grande encontrarse con mujeres que irradian la alegría de ser ellas mismas y de estar llenas de Dios, nuestra comunidad existe realmente en la medida que esté animada por el amor. Es eso lo que la hace digna de aspirar a mostrarle al mundo un “modelo” posible de lo que llamamos una “comunidad nueva” (2)

Entonces, como primera tarea aprender a construir y a vivir plenamente nuestra comunidad familiar, y también nuestra comunidad de hermanas, aprender a actuar en estas nuevas modalidades que estos momentos nos exigen (todos los medios disponibles, zoom,whassap,etc).

Contribuir a crear una buena atmósfera comunitaria entre nosotras debería ser una actividad y actitud apostólica prioritaria. ¿Por qué? Porque todo apostolado verdadero es una cuestión de amor, no de estar en acción. (2)

La comunidad también está para educarnos; es el lugar donde vamos a ser  “pulidas”, “purificadas”, ”preparadas” para amar bien, y así, realizar un auténtico y cualificado apostolado exterior. Dejémonos educar por nuestras hermanas.

Este tiempo de cuarentena nos empuja a hacer apostolado  ́hacia adentro de nuestras familias, nuestra comunidad de hermanas (CL, CO) es momento de practicar hacia adentro, nos enseñará  cómo hemos de hacerlo hacia afuera. Nos ejercita “en casa” en la actitud de amor correcta, la única que hace verdaderamente fecundo el trabajo del apóstol hacia afuera. Pule y purifica nuestra capacidad de amar. Nos capacita para el amor sincero, generoso, verdadero y desinteresado, porque la vida comunitaria “nos pone a prueba”, pone permanentemente en juego nuestra capacidad de amar y la educa.(2)

Es un tiempo difícil, lo veamos como una gran oportunidad de crecer en unidad en el corazón de Dios, anclarnos en El y así ejercer nuestra práctica apostólica en nuestro núcleo íntimo familiar, y cuando la pandemia lo permita lo seguiremos haciendo hacia fuera.

 Un saludo fraterno, hermanas de la Federación apostólica de Madres

 Argentina – Paraguay.

 Lucrecia Villegas de Carranza

Consejo Territorial

 Bibliografía.

 1- Homilía en la Misa Pontificia del 18.08.2019 en Schoenstatt, Mons. Dr. Michael Gerber, Obispo de Fulda).

 2- Retiros de la Hna Bárbara agosto 2019 

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