Amar a los enemigos
Padre Nicolás Schwizer
N° 170 - 01 de julio de 2015
La ley del amor del cristiano es universal, sin límites. No podemos
excluir a nadie: ni a cristianos ni a paganos, ni a ricos ni a pobres, ni a
amigos ni a enemigos, ni a personas simpáticas ni antipáticas. Pero no podemos
regalar a todos el mismo amor. Existe un orden en el amor.
1º. Estamos nosotros mismos. Cristo
supone este amor propio, cuando nos dice que la norma para el amor al prójimo
es el amor a nosotros mismos. Pero tiene que ser un amor sano, equilibrado,
maduro – no un amor egoísta.
2º. El amor a nuestros seres queridos:
familiares, amigos, personas cercanas. Porque “el amor ha de comenzar por
casa”.
Y resulta
que muchas veces es más difícil amar a los cercanos que a los lejanos. Puede
pasar por ejemplo en un matrimonio o en una comunidad religiosa: con el correr
del tiempo uno se olvida de los valores y virtudes del otro y se fija casi sólo
en sus defectos. Uno se molesta más por los defectos que se alegra por los valores
del otro.
3º. También son prójimos los que nos han hecho mal:
puede tratarse de una falta de caridad, como por ejemplo desatenciones,
pequeñas ofensas, mal humor, o pueden ser injusticias, como injurias,
calumnias, robos. A este tipo de personas las llamamos enemigos nuestros.
Exigencias de Cristo para ser sus discípulos.
El Evangelio nos muestra los distintivos del verdadero cristiano. Nos presenta
las exigencias del Señor para todos aquellos que queremos ser sus discípulos.
+ Son
exigencias muy claras: tenemos que
amar a los enemigos. Tenemos que amar sin esperar retribución de los demás.
Tenemos que amarlos como queremos que ellos nos amen a nosotros.
Prestar a
los demás, sin esperar que me lo devuelvan. Son exigencias tan concretas, que
nadie puede escaparles o decir que nos las entiende.
+ Son
exigencias muy difíciles: se trata
de un ideal muy alto, difícil de alcanzar. Porque se trata de criterios
totalmente opuestos a los que valen en nuestro mundo de hoy:
·
Criterios del amor – no del egoísmo
o instinto.
·
Criterios de la generosidad – no de
la estrechez de espíritu.
·
Criterios de Dios – no criterios del
hombre.
Es por eso
que causan extrañeza, incomprensión, burla de parte de los demás. Sin embargo,
como auténticos discípulos de Cristo, tenemos que aspirar a ellas.
+ Son
exigencias muy fecundas: que nos
regalan una recompensa eterna: se trata de imitar el mismo actuar de Dios, que
es bueno también con los malos: no juzgar, ni condenar, sino ser comprensivo,
perdonar, dar – como Dios lo hace. Si actuamos así, nuestra recompensa será
grande:
Seremos
tratados por Dios de la misma manera, con la misma medida, como lo hicimos
nosotros.
Seremos
acogidos con generosidad, misericordia y amor paternales por parte de Dios.
Queridos
hermanos: tratemos a los demás con compasión, perdón y amor desinteresado.
Entonces,
Dios nos pagará con una medida generosa, colmada y rebosante.
Examen de conciencia.
1. ¿A qué
personas considero poco simpáticas, pesadas, mal intencionadas, enemigas?
2. ¿Quiénes
me han ofendido, han sido injustos conmigo?
3. ¿Y cómo
es mi actitud frente a estas personas? ¿Las trato con frialdad, busco
evitarlas, las tengo marcadas para siempre, les guardo rencor, deseo vengarme
de ellas…? ¿Y no será que soy exageradamente susceptible frente a sus
declaraciones, sean reales o imaginadas?
Si desea suscribirse, comentar el texto o dar su
testimonio, escriba a: pn.reflexiones@gmail.com
No hay comentarios.:
Publicar un comentario