domingo, julio 05, 2015

Reflexiones

Amar a los enemigos

 Padre Nicolás Schwizer

N° 170 -  01 de julio de 2015

La ley del amor del cristiano es universal, sin límites. No podemos excluir a nadie: ni a cristianos ni a paganos, ni a ricos ni a pobres, ni a amigos ni a enemigos, ni a personas simpáticas ni antipáticas. Pero no podemos regalar a todos el mismo amor. Existe un orden en el amor.

1º. Estamos nosotros mismos. Cristo supone este amor propio, cuando nos dice que la norma para el amor al prójimo es el amor a nosotros mismos. Pero tiene que ser un amor sano, equilibrado, maduro – no un amor egoísta.

2º. El amor a nuestros seres queridos: familiares, amigos, personas cercanas. Porque “el amor ha de comenzar por casa”.

Y resulta que muchas veces es más difícil amar a los cercanos que a los lejanos. Puede pasar por ejemplo en un matrimonio o en una comunidad religiosa: con el correr del tiempo uno se olvida de los valores y virtudes del otro y se fija casi sólo en sus defectos. Uno se molesta más por los defectos que se alegra por los valores del otro.

3º. También son prójimos los que nos han hecho mal: puede tratarse de una falta de caridad, como por ejemplo desatenciones, pequeñas ofensas, mal humor, o pueden ser injusticias, como injurias, calumnias, robos. A este tipo de personas las llamamos enemigos nuestros.

Exigencias de Cristo para ser sus discípulos. El Evangelio nos muestra los distintivos del verdadero cristiano. Nos presenta las exigencias del Señor para todos aquellos que queremos ser sus discípulos.

+ Son exigencias muy claras: tenemos que amar a los enemigos. Tenemos que amar sin esperar retribución de los demás. Tenemos que amarlos como queremos que ellos nos amen a nosotros.

+ Son exigencias muy concretas: por ejemplo: hacer el bien a los que nos odian. Orar por los que me injurian. Al que me pega, ofrecerle también la otra mejilla. Al que me roba la capa, darle también la túnica.

Prestar a los demás, sin esperar que me lo devuelvan. Son exigencias tan concretas, que nadie puede escaparles o decir que nos las entiende.

+ Son exigencias muy difíciles: se trata de un ideal muy alto, difícil de alcanzar. Porque se trata de criterios totalmente opuestos a los que valen en nuestro mundo de hoy:
·         Criterios del amor – no del egoísmo o instinto.
·         Criterios de la generosidad – no de la estrechez de espíritu.
·         Criterios de Dios – no criterios del hombre.

Es por eso que causan extrañeza, incomprensión, burla de parte de los demás. Sin embargo, como auténticos discípulos de Cristo, tenemos que aspirar a ellas.

+ Son exigencias muy fecundas: que nos regalan una recompensa eterna: se trata de imitar el mismo actuar de Dios, que es bueno también con los malos: no juzgar, ni condenar, sino ser comprensivo, perdonar, dar – como Dios lo hace. Si actuamos así, nuestra recompensa será grande:
Seremos tratados por Dios de la misma manera, con la misma medida, como lo hicimos nosotros.
Seremos acogidos con generosidad, misericordia y amor paternales por parte de Dios.

Queridos hermanos: tratemos a los demás con compasión, perdón y amor desinteresado.
Entonces, Dios nos pagará con una medida generosa, colmada y rebosante.

Examen de conciencia.

1. ¿A qué personas considero poco simpáticas, pesadas, mal intencionadas, enemigas?
2. ¿Quiénes me han ofendido, han sido injustos conmigo?
3. ¿Y cómo es mi actitud frente a estas personas? ¿Las trato con frialdad, busco evitarlas, las tengo marcadas para siempre, les guardo rencor, deseo vengarme de ellas…? ¿Y no será que soy exageradamente susceptible frente a sus declaraciones, sean reales o imaginadas?

Si desea suscribirse, comentar el texto o dar su testimonio, escriba a: pn.reflexiones@gmail.com

No hay comentarios.: