jueves, noviembre 16, 2017

Campaña para los capitulos





En el plan de Dios, fuimos pensados con nuestro Padre y fundador, para que él pudiera, con nosotros y a través de nosotros, realizar su misión histórica
Sabemos que hemos sido especialmente elegidas y que somos el yo extendido del Padre por lo tanto todas nuestras tareas deben reflejarlo nítidamente. El 15 de septiembre último comenzó el año del Padre que terminará el próximo 15 de septiembre con motivo de los 50 años de su Pascua. El sentido de este año jubilar es profundizar el vínculo con él para así poder ser fieles reflejos del Padre. ¿Cómo podemos lograrlo? Viviendo una unión y una dependencia extraordinariamente fuerte a él.
Durante este encuentro compartiremos textos extraídos de la JORNADA PARA JEFES DE LA RAMA FAMILIAR, de 1992. Allí se nos dan pautas de cómo alcanzar un vínculo más profundo con nuestro Padre.
El vínculo con el Padre y Fundador es, con toda seguridad, absolutamente personal; por eso, lo que cada una refleje de él será totalmente original pero su grandeza no se mostrará al mundo si no cuenta con cada una de nosotras.
Si fuéramos elegidas para cualquier rol de conducción tenemos que tener claro que, en esta elección, somos partícipes de un envío de Cristo. El Señor lo expresaba diciendo: "Así como el Padre me envió, así también yo los envío a ustedes“. Por lo tanto nuestro nombramiento es un encargo del Señor. Él les dice a sus apóstoles: "Ustedes no me eligieron a mí, yo los elegí a ustedes y yo los destiné para que den fruto y un fruto abundante". "Ustedes sin mí nada pueden hacer".
Si no fuera así, nos sentiríamos extraordinariamente desvalidos, porque las tareas son a veces demasiado grandes para nuestras fuerzas. El Padre Kentenich repite una y otra vez: "Dios gobierna el mundo a través de causas segundas libres". Dios no es paternalista, no hace solo las cosas: él reparte tareas. Busca personas, las llama, las convoca, les regala un encargo y pide su colaboración. Les dice: Yo necesito tu colaboración, te necesito a ti. Y si, libremente, tú aceptas, te voy a dar mi apoyo, las gracias necesarias, para que saques adelante conmigo esta Obra.
Por otro lado,el ser elegidas jefas en Schoenstatt quiere decir que el Señor nos destinó para esta Familia, para ejercer una co-responsabilidad en el ámbito de esta Familia y con las fuentes de vida propias de esta comunidad. De allí que nuestra fecundidad, como dirigentes, está supeditada a la relación que tengamos con aquella causa segunda, con aquel hombre clave que Dios puso como fundador de la Obra en la cual estamos participando. El encargo y el envío, pasa del Padre Dios a Cristo, de Cristo al Padre José Kentenich y de él a nosotras.
Dios no me encarga cosas mecánicamente; me las ofrece, me pide. Si yo me decido a aceptar, a dar mi sí y me abro a él y le pido que las haga conmigo, diciéndole: "¡Señor, ayúdame tú, porque yo no soy capaz!" entonces empieza a haber vida en mí. De modo semejante, si yo le doy cabida al Padre en mi corazón, también voy a experimentar que él está más preocupado que yo mismo de la vida de la comunidad que me encomienda; que él cree en mí y en nosotros. Él tiene poder de intercesor ante el Señor y la Mater, para pedir las gracias que necesitamos a fin de lograr nuestras metas como jefes. "Sin mí nada pueden hacer", dice el Señor, y esto es absoluto en relación a él. Pero, para nosotros, dirigentes schoenstattianos, analógicamente también el Padre Kentenich puede decirnos: "Ustedes sin mí no pueden hacer nada". ¿Por qué? "Porque Dios los condicionó a mí, al elegirme como Fundador y Padre de la Familia: él me confió Schoenstatt a mí, me los confió a ustedes a mí“. Si yo ejerzo mi responsabilidad de jefe por cuenta propia, sin tener una fuerte unión a ese hombre clave, a ese fundador que Dios puso en el ámbito de mi vida, entonces simplemente no voy a poder ser fecundo para Schoenstatt
¿De qué se trata esta unión al Fundador? Lo primero es que somos dirigentes, dependientes; del Padre participamos del carisma del Padre. Estamos llamados a vivir una unión y una dependencia extraordinariamente fuerte a él. Unión y dependencia que implica conocerlo profundamente, quererlo y seguirlo.
Conocer al Padre
¿Cómo lograr un cariño filial y un seguimiento fiel a nuestro Padre, para así poder ser fecundos en nuestra tarea? Si en el plan de Dios es tan importante el Padre para nosotros, como jefes, tenemos que llegar a ser los que más lo conozcan.
Ahora bien, conocer no siempre significa un conocimiento meramente intelectual. Hay conocimientos y conocimientos. Por ejemplo, ustedes conocen a sus hijos, pero no los conocen como un psicólogo, o un profesor, o un médico. Ustedes los conocen con los ojos del corazón. Hay un conocimiento personal, ese que da el amor, y es este el conocimiento que nosotros necesitamos tener de nuestro Padre. Alguien podría leer todos los libros y escritos sobre nuestro Padre, pero, como jefe, no le aprovecharía mucho si el conocimiento adquirido no pasase, de alguna manera, por el corazón. No se conoce de verdad sino con el corazón. Por eso, queremos acercarnos interiormente al Padre.Este conocimiento personal se trata, más bien, de un conocimiento cualitativo, personal, que sabe quién es y lo que siente el otro, que conoce sus costumbres, su estilo, la forma en que reacciona, etc. De esta forma deberíamos adentrarnos, como jefes, en el Padre. Así lo conoceríamos hondamente y no con un mero conocimiento intelectual. Podría ser un grave error creer que, para conocer al Padre, basta con leer sus escritos o escuchar algunos testimonios. Esas cosas, por cierto, pueden servirnos pero, en el fondo, se requiere algo más, un paso que se da con el corazón y no sólo con la cabeza: tengo que dejarlo entrar en mi vida.
San Pablo, respecto a la fe, habla de los "ojos del corazón". La fe no es sólo algo intelectual, es más, supone un adherirse, un adentrarse, un conocimiento personal de Cristo, hasta poder decir: "yo lo conozco y lo amo", en un mismo acto. Así tendríamos que acercarnos al Padre, hasta descubrirlo como alguien a quien Dios me dio como padre, como modelo, como la roca en que me apoyo para cumplir mi tarea de dirigente.
Caminos de conocimiento y acercamiento al Padre
Debemos ir más allá: hay que empezar a conversar, a establecer un diálogo personal con él; atrevernos a darle cabida en nuestra vida. Encomendarle nuestras preocupaciones; poner en sus manos nuestras tareas. En una palabra, tomar en serio que él es alguien vivo junto a nosotros; compartir la vida con él. Si logramos esto, al menos en una cierta medida, podremos ser buenos dirigentes schoenstattianos.
Por eso, desde hoy mismo, empecemos a entregarle tareas al Padre, a compartir nuestras preocupaciones con él; a agradecerle; a ofrecerle pequeños regalos. La amistad se hace así. Cuando ustedes quieren avivar su amor, se hacen regalos, por más pequeños que sean. El marido llega en la tarde con una flor para su esposa y con eso reaviva el amor. El amor se reaviva con pequeños detalles y las leyes del amor son siempre iguales. Si uno empieza a hacer pequeños regalos al Padre, entonces, el conocimiento y la intimidad con él irá creciendo. Si solamente me limito a leer cosas, a reflexionar, o a hacer tareas, desplegando una gran actividad, nunca voy a lograr una relación íntima y personal con él. Como en el matrimonio, en el que, si no se dan expresiones de cariño, delicadezas, si no hay un trato cálido, un compartir preocupaciones, si no hay sacrificios del uno por el otro, o una entrega que se muestre en obras, el amor no crece, se estanca la relación, se marchita la vida.
Para reflexionar
1-      ¿Qué tipo de relación tengo con el Padre?¿Siento que tengo un verdadero vínculo con él?
2-      ¿Lo dejo al Padre entrar a mi vida como si fuera una persona muy querida, que está viva y camina a mi lado? ¿Le abro mi corazón, mi alma?
3-      ¿He pensado alguna vez que él me ha elegido para que sea su hija porque él quiere ser mi padre?
4-      Si ya tengo un vínculo con él, ¿cómo podría acrecentarlo? ¿Qué regalos, gestos, detalles harían que se renovara mi amor a él?
Bibliografía
Jornada para jefes de la Rama familiar 1992

No hay comentarios.: