Queridos hijos de la Mater, querida familia de
Schoenstatt Argentina,
¡Bendiciones en este
nuevo aniversario de la primer
Alianza de Amor
con María! Nos unimos a todos los aliados del mundo y
peregrinamos espiritualmente al Santuario original, para allí renovar nuestra consagración.
“Ahora tienen
para ello la mejor oportunidad”
Hace más de 100 años el P. Kentenich
impulsaba a los primeros congregantes a consagrarse a María justamente por la situación trágica que atravesaba
Alemania y toda Europa. “Ahora
tienen para ello la mejor oportunidad. Según el plan de la Divina Providencia,
debe ser la gran guerra europea, un medio extraordinariamente provechoso para
ustedes en la obra de su propia santificación”. El P. Kentenich vio en la terrible desgracia
de la guerra una “mejor
oportunidad y un medio
provechoso” para entregarse más enteramente a Dios y así crecer
en santidad.
Esta intuición de nuestro fundador sigue vigente ante las dificultades
de nuestra patria. Sintámonos también hoy nosotros impulsados a renovar nuestra
consagración, porque el momento en que estamos como argentinos es desafiante.
Aunque haya una distancia no menor entre ambas situaciones, lo que está de
fondo se mantiene.
Dado el aceleramiento de la historia, acelerar el desarrollo de nuestra propia
santificación y, de esta manera, transformar nuestra capilla en un lugar de peregrinación. Las dificultades e inseguridades no solo los llevaron a
buscar en Dios seguridad sino a crecer en santidad y realizar una obra apostólica especial: la constitución de un lugar de peregrinación. Ese fue el programa hace cien años y sigue siendo
una invitación abierta a todos los que quieren ser protagonistas de su tiempo.
Transformados
(sanados) en el peregrinar
En nuestro caminar como pueblo, estamos atravesando complejas
situaciones políticas, económicas y sociales. Estamos en camino
y por ende sufrimos necesidades y precariedades. Dios
y María saben de ellas. No temamos. Nos ayuda el vivir en constante actitud de
peregrino. Sabemos a dónde vamos.
Dios nos guía y fortalece para caminar.
Releyendo crónicas de aquel 18 de octubre de 1914, nos enteramos que
Schoenstatt (Vallendar, Alemania) estaba lleno de heridos a causa de la primera
guerra mundial que ya se había
desatado. El terreno del Santuario y sus inmediaciones era
un hospital de campaña.
¿Acaso este hecho histórico no nos habla de cómo los heridos han
formado parte de la vida de Alianza desde sus inicios? Hoy tenemos otras guerras y otras
heridas. Dios y María lo saben. El Santuario sigue siendo ese hospital de
campaña que nos atiende, sana y salva.
Además, María nos quiere protagonistas. Hijos comprometidos con el Santuario. Servidores y
custodios del misterio. Ella cuenta con nosotros y quiere que, en ese
peregrinar, nos transformemos en sus brazos y manos que reciben, sostienen y
elevan; en sus ojos tiernos que miran y cuidan maternalmente; y en su dulce voz que consuela,
anima y alienta.
¿Hasta dónde comprometernos en la vida política?
Ante la noticia de que la Mater Peregrina había visitado al Presidente
de la Nación recibí diferentes reacciones. Comparto con Uds. una humilde
reflexión. En primer lugar, nos alegramos que María se haya abierto camino para
bendecir a nuestros gobernantes. De hecho, por mandato evangélico (1 Tim 2) que
se expresó desde temprano en la vida de la Iglesia, en cada misa rezamos por
ellos.
No caigamos en la tentación de pretender que Dios, la vida de fe,
María y la Iglesia no se metan en política, como si la política fuera algo
objetivamente sucio donde la gracia de Dios no debe entrar. Justamente todo lo
contrario. Dios quiere estar presente en todo el quehacer del hombre, también
en la política, que por esencia es (o debiera ser) servicio a los demás,
caridad en acción.
Sin embargo, esta participación en lo político como fieles cristianos,
debe realizarse lúcidamente. La Iglesia y el Movimiento como instituciones, no
pueden, oficialmente, manifestarse de manera explícita por un partido político.
Ser Iglesia católica tiene como consecuencia una apertura universal a todos los
partidos. Creo que la Iglesia está llamada a ponerse al servicio de la clase
política y de los gobernantes (como de cualquier otro tipo de dirigentes) para inspirarlos, intelectual y espiritualmente, para
que su actividad esté más llena de espíritu de servicio y caridad.
Ningún partido político o ideología económica en concreto derivan
directamente del Evangelio. Nuestra fe cristiana puede aterrizarse e iluminar
múltiples tonalidades políticas. Existe una relativa autonomía de la política y
la economía en este sentido y de cualquier disciplina en general (GS 36). Por lo que identificaciones de partidos políticos concretos con la Iglesia o el Movimiento, en nuestro caso, no concuerdan con la amplitud
de nuestra fe. Todos
somos hijos de Dios y de María.
Es deseable entonces que, como apóstoles, busquemos que Cristo y María
estén cerca de todo político ¡Qué grandioso sería tener una pastoral de
dirigentes políticos que pueda complementarlos, nutrirlos y enriquecerlos desde dentro! No comprender nuestra
mirada de Iglesia solamente en la denuncia
desde fuera. Que la dirigencia política pueda experimentar que la Iglesia es también una
madre para ellos y no una acusadora de sus errores. Esa tradicional frase:
“que se vayan todos” peca
de superficial y prejuiciosa. Debemos
“quedarnos todos” y construir juntos el país que soñamos, que Dios quiere regalarnos.
No nos ayuda demonizar partidos e identificar otros directamente con
el cristianismo. No se trata aquí de “buenos y malos”. Desde otro ángulo es lo que quisimos
expresar, como familia de Schoenstatt argentina, coronando a María como “Reina de la unidad de los argentinos”. Cada fiel en particular deberá
luego, en conciencia y espíritu de fe, decidir
cuál de las propuestas y candidatos le convence más.
Hasta aquí mi aporte sobre fe y política. Apelo a su benévola
comprensión en un tema que despierta muchas sensibilidades. Que estas nunca
prevalezcan al Espíritu de Dios que nos hermana. Hoy más que nunca, los invito
a renovarnos en la alianza que nos une, peregrinando al Santuario, ermita o
ante alguna imagen de la MTA, con velas, medallas y cartas en mano. Los invito a unirnos especialmente a la familia
de Salta que celebra las bodas de plata de su Santuario y al caminar de miles
de hijos de la Mater en Entre Ríos en la tradicional peregrinación Hassenkamp-La Loma.
Les envío saludos
y bendiciones especiales a todas las mujeres que tienen la gracia de ser madres y a
quienes en unos días las celebraremos.
Quedamos en eso, permanecemos fieles.
P. Pablo Gerardo Pérez
Director Nacional
Movimiento Apostólico de
Schoenstatt Argentina