«Vivimos en tiempos difíciles y a menudo,
la gente no puede mantenerse fuerte en este proceso de purificación que se está
llevando a cabo. Caen en acusaciones contra Dios y el bien, pierden la fe en el
bien y en los seres humanos.”
Vivimos
en tiempos difíciles…. Sin embargo, la cita anterior
tiene casi 100 años de antigüedad. Procede de una carta de Alois Zeppenfeld,
escrita en abril de 1920. La carta está escrita a partir de la impresión sobre
la conferencia de Hoerde, que él mismo había organizado tan sólo unos meses
antes (1).
Nosotras
también estamos transcurriendo tiempos difíciles, tiempo de pandemia, de
incertidumbre, miedo de enfermarnos y que se enfermen nuestros seres queridos…
problemas económicos, pérdidas de trabajos, nuestro trabajo se multiplica ya
que lo hacemos desde nuestro hogar, nuestros hijos- nietos no tienen colegio,
hay que ayudarlos con tareas escolares…y a todo esto se sumó el gran dolor de
las acusaciones a nuestro querido Padre Kentenich, un tsunami…. Lo vivimos con
mucho dolor pero con la fidelidad intacta, orgullosas de pertenecer a una
Familia tan bendecida por la cruz y por eso, llamada a la victoria de Dios en
el alma de cada una de sus hijas.
Cómo
hace 101 años, los primeros congregantes como nosotras hoy, estamos viviendo
tiempos difíciles...
Leamos lo que escribe Zeppenfeld: «¡Nuestra
Federación no conoce pesimismo alguno! Al radicalismo del mal contrapone un
radicalismo del bien y cree que el bien prevalece, sí, debe prevalecer. Sólo un
sano optimismo ayuda a la gente y al mundo; ¡el pesimismo nunca edifica, a
menudo solo derriba todo!”.
Nuestro
Padre y sus cofundadores están convencidos de que detrás de lo sucedido el 18
de octubre de 1914 y en los años posteriores, hay una iniciativa divina. Desde
entonces, esto ha moldeado decisivamente la mentalidad de nuestra familia de
Schoenstatt: estamos convencidos del actuar de Dios en el pasado y en el
presente. Sin esta convicción, Hoerde no hubiera sido posible, y sin esta
convicción, la historia concreta de Hoerde, la génesis de la federación
apostólica y del movimiento apostólico, no hubiera sido posible (1).
¿Que
quiere el Señor de nosotras? …todo apostolado debe tener su fuente en el amor
de Dios estamos llamadas a amar con autenticidad, solo lo lograremos si nos
mantenemos unidas al manantial de gracias, unidas íntimamente en el corazón de
Dios, nuestra realidad lo apremia, aquí radica la esencia del apostolado: todo
apostolado debe tener su fuente en el amor de Dios. (2)
Es
un regalo grande encontrarse con mujeres que irradian la alegría de ser ellas
mismas y de estar llenas de Dios, nuestra comunidad existe realmente en la
medida que esté animada por el amor. Es eso lo que la hace digna de aspirar a
mostrarle al mundo un “modelo” posible de lo que llamamos una “comunidad nueva”
(2)
Entonces,
como primera tarea aprender a construir y a vivir plenamente nuestra comunidad
familiar, y también nuestra comunidad de hermanas, aprender a actuar en estas
nuevas modalidades que estos momentos nos exigen (todos los medios disponibles,
zoom,whassap,etc).
Contribuir
a crear una buena atmósfera comunitaria entre nosotras debería ser una
actividad y actitud apostólica prioritaria. ¿Por qué? Porque todo apostolado
verdadero es una cuestión de amor, no de estar en acción. (2)
La
comunidad también está para educarnos; es el lugar donde vamos a ser
“pulidas”, “purificadas”, ”preparadas” para amar bien, y así, realizar un
auténtico y cualificado apostolado exterior. Dejémonos educar por nuestras
hermanas.
Este
tiempo de cuarentena nos empuja a hacer apostolado ́hacia adentro de
nuestras familias, nuestra comunidad de hermanas (CL, CO) es momento de
practicar hacia adentro, nos enseñará cómo hemos de hacerlo hacia afuera.
Nos ejercita “en casa” en la actitud de amor correcta, la única que hace
verdaderamente fecundo el trabajo del apóstol hacia afuera. Pule y purifica
nuestra capacidad de amar. Nos capacita para el amor sincero, generoso, verdadero
y desinteresado, porque la vida comunitaria “nos pone a prueba”, pone
permanentemente en juego nuestra capacidad de amar y la educa.(2)
Es
un tiempo difícil, lo veamos como una gran oportunidad de crecer en unidad en
el corazón de Dios, anclarnos en El y así ejercer nuestra práctica apostólica
en nuestro núcleo íntimo familiar, y cuando la pandemia lo permita lo
seguiremos haciendo hacia fuera.
Un
saludo fraterno, hermanas de la Federación apostólica de Madres
Argentina
– Paraguay.
Lucrecia
Villegas de Carranza
Consejo Territorial
Bibliografía.
1-
Homilía en la Misa Pontificia del 18.08.2019 en
Schoenstatt, Mons. Dr. Michael Gerber, Obispo de Fulda).
2-
Retiros de la Hna Bárbara agosto 2019