“Según los deseos de Dios,
usa de nosotros enteramente para tu Reino de Schoenstatt”
Objetivo: Reconocer
que por pertenecer a Federación somos instrumentos en las manos de nuestro
Padre y Fundador, ¡él nos necesita!
Podemos
constatar cuánto ha ido obrando la Mater en nuestras vidas desde que sellamos
la Alianza con Ella. Cada una de nosotras fue elegida de manera particular, nos
miro especialmente y en un momento determinado para transitar este camino de amor,
camino de Alianza. Nos escogió también para formar parte de un curso de
Federación de Madres y reflejar un rayo de su luz y de su gloria. Descubrimos
cómo sus promesas se han ido cumpliendo en nosotras. Ella nos atrajo hacia sí,
nos ha hecho experimentar su presencia maternal y su mano educadora en el
Santuario. La Alianza de Amor ha dado frutos. Sin embargo, estos frutos no son
sólo un regalo de crecimiento personal, sino que la Mater nos ha elegido para
que seamos sus instrumentos e instrumentos de su Hijo en medio del mundo.
“Schoenstatt nació como un Movimiento marcadamente apostólico y así quiere
seguir su camino a través de los tiempos. De allí que la entrega a María necesariamente implique un compromiso apostólico” (1).
Por la
Alianza nos hacemos instrumentos en manos de María, apóstoles y constructores
del Reino de Dios aquí en la tierra. De esta manera, nos hemos convertido en
ciudadanos del Reino de Schoenstatt (1).
Schoenstatt
es expresión de la vida del Padre Kentenich. Su espiritualidad es la forma
original en que el Padre vivió su relación con Dios. En la profundidad de su
alma palpitaba un entrañable amor a María que encontró cauce en la Alianza de
Amor. Este es el misterio mariano del Padre y si nos adentramos en él,
descubrimos que, por esta Alianza de Amor, siempre se consideró -de modo
especialísimo- ‘obra e instrumento’ de la Santísima Virgen. El 18 de octubre de
1914 marcó decisivamente la vida del Padre Kentenich y la vida de todas las que
fuimos llamadas a acompañarlo en este camino de amor, en quienes nos hemos
insertado en su carisma.
El Padre Menningen propone la tesis de que la fundación de Schoenstatt ha
de ser entendida como el “yo ampliado del Fundador”. Dice el Padre Kentenich: “Me hace tomar conciencia nuevamente de que
no tengo derecho a considerar la historia de mi alma como un secreto personal,
sino que he de concebirla como patrimonio común de la Familia. Precisamente
porque toda la historia de la Familia constituye, como se puede demostrar, una ampliación
y reiteración de la historia de mi alma” (2).
“Hay que recordar que a lo largo
de toda la historia de la familia yo jamás aparezco solo. Siempre lo hago por
un lado, en un íntimo y vivo contacto con la Santísima Virgen y por otro, jamás
sin una semejante y muy íntima unión con los seguidores. Por eso, con todo
derecho, puedo decir: Para mí el NADA SIN TI se refiere no sólo a la Santísima
Virgen sino también a mis seguidores. Con razón se puede decir que se ha
gestado una obra común en el sentido aludido. No he utilizado la vida
espiritual de mis seguidores como fuente de conocimiento y campo de siembra….ni
una mera comunidad de trabajo. El
fundamento fue siempre una comunidad espiritual profunda y abarcadora, un
incomparable estar el uno en el otro, con el otro y para el otro….En suma, no
estoy en la historia de la Familia como individuo aislado, sino siempre como
cabeza de la Familia”. (2)
Hoy somos NOSOTRAS las seguidoras del Padre Kentenich. Puedo escuchar su
voz que me interpela, me interpela a mí, a vos: “la obra que se ha fundado aquí es igualmente la obra de los
colaboradores. No se me puede imaginar a mí sin ellos”.
Es más, el Padre nos confiesa: “Cuando
era niño compuse una pequeña oración. Me arrodillaba y rezaba Dios te salve
María por tu pureza… ¡Qué hermoso! Ábreme ampliamente tu corazón y el corazón
de tu Hijo… Dame almas y todo lo demás tómalo para Ti”. “Dame almas…” ¡Cuántas
personas nos regala Dios! Cada vez que alguien viene hacia mí para confiarme
sus necesidades, Dios me está dando almas. Y yo puedo entonces esparcir la
semilla. “Dame almas…” Así como yo me brindo, así serán formados los que acuden
a mí; y lo que yo les diga, germinará en ellos. … Queremos ganar almas” (2).
¡Qué hermoso
es pensar que nuestro Padre y Fundador, ya siendo un niño, imploró a nuestra
Santísima Madre, mi alma, tu alma y Ella nos eligió y se las entregó! El Padre
nos necesita y nos quiere usar como sus instrumentos. En el plan divino hemos
estado siempre íntimamente unidos a él, nunca se vio solo, ni se encontró solo,
nada de lo que hizo fue en soledad, siempre estuvo con la Santísima Virgen y
sus colaboradores, nosotras.
Hoy nos mira a los ojos y nos dice: ¿Quieres trabajar conmigo? ¿Quieres
cooperar conmigo? ¿Quieres crear historia conmigo? ¿Quieres guiarte por mis
deseos y mi plan de amor? (1). ¿Quieres ser
mi alma y corazón?¿Quieres ser un líder según mi corazón?
Podemos responder: “Sí, Padre, quiero, ¡aquí estoy!”; o bien “No, no me
interesa, no puedo, no se como" El siempre nos deja libertad.
El Padre Kentenich, un instrumento escogido en las manos de Dios, hoy nos
invita a ser sus instrumentos. El 20 de septiembre de 1949 dijo: “¡Qué pesada carga es el apostolado! Está
bien quejarnos de cuando en cuando pero la actitud fundamental debería ser
siempre: ¿Para qué estamos? Para consumirnos por el Reino de Dios.”
Preguntas de
reflexión:
ü ¿Me he
sentido utilizada por Dios, por la Mater, por el Padre Kentenich para realizar
alguna tarea? Si así fue: ¿cómo me sentí al responderle, al efectuarla?
ü ¿Confío en
que si Dios me da una tarea me da las gracias para realizarla? ¿Qué gracias he
experimentado que me regala Dios al realizar lo que me confía?
Esta conciencia de ser instrumento en manos del Padre es esencial en el
líder schoenstattiano, ya que es su Obra, no mi obra. Que como federadas
aprendamos a decir como Jesús: "Mi alimento es
hacer la voluntad del que me ha enviado y llevar a cabo su obra." (Jn.
4, 34)
Bibliografía
1.
“Espiritualidad del
Instrumento” P. Rafael Fernández.
2.
. Kentenich Reader
Tomo 1: Encuentro con el Padre Fundador, Peter Locher y Jonathan Niehaus.
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