Temor o confianza
Padre Nicolás Schwizer
N° 174 - 01 de noviembre
de 2015
Muchas
veces Jesús exhorta a sus discípulos: “no
temáis”. Y no queda duda, de que dirige esta exhortación hoy también a
todos nosotros: “no temáis”.
El
Señor lo sabe y nosotros lo experimentamos siempre de nuevo que el temor es un
sentimiento primario del hombre. A la existencia humana están apegados el
desamparo y la inseguridad y, por consiguiente, la angustia y el miedo, ya sea
escondido o manifiesto, ya sea consciente o no.
Y hoy en día los sentimientos de temor o impotencia contra los oscuros
riesgos y amenazas de la vida son más grandes que nunca y nos acompañan a cada
paso. Nos angustiamos por la situación económico social de nuestra patria. Por
el futuro político de nuestro pueblo.
Los padres se inquietan por el porvenir de sus hijos y de su familia.
Los ancianos y jubilados se preocupan de su pan de cada día. Muchos tienen
miedo de los demás, no sólo de asaltantes y malhechores, sino también de
vecinos o parientes, e incluso tienen miedo de Dios. Y, por último, todos
tenemos temor a la muerte.
¿Por
qué tanta desconfianza y miedo? ¿Cuál es el sentido de la inseguridad y de la
angustia que sufrimos en el mundo actual?
Una
verdad conocida, que olvidamos en el trajín de nuestra vida, nos revela que la
seguridad y el cobijamiento no podemos encontrarlos en este mundo, debemos
buscarlos en el otro mundo, debemos buscarlos en Dios. El temor extraordinario
de hoy – en su valor positivo – nos lleva a buscar la ayuda de Dios. Esto es lo
que el Padre del cielo quiere decirnos por medio de nuestra situación difícil:
Buscad tranquilidad, amparo
y cobijamiento en mí, en mis manos bondadosas, en mi corazón paternal.
Porque
Dios no se preocupa solamente del mundo en general, ni de un pueblo
determinado, sino que también – impulsado por una profunda paternidad – vela
por cada individuo. Frecuentemente recalca Jesús que el Padre se preocupa de
cada uno personalmente, incluso hasta de sus pequeñeces más insignificantes.
“¿Acaso no se vende un par de gorriones por unas monedas? Y sin
embargo, ni uno solo cae al suelo sin que lo disponga vuestro Padre. Pues
vosotros hasta los cabellos de la cabeza tenéis contados. Por eso, no tengáis
miedo, no hay comparación entre vosotros y los gorriones”.
Aquel que cuida de las aves
del cielo, cuánto más se preocupará por cada ser humano, cuánto más amará, con
su cariño paternal, a todos sus hijos.
Todos
debemos llegar a ser héroes de la confianza. Sin esa confianza filial, hoy es
imposible permanecer firme y victorioso en medio de las tormentas de este
mundo. No se puede dominar la vida actual, ninguno de nosotros podrá hacerlo,
si Dios no está a nuestro lado.
Entonces,
si tenemos esa confianza profunda en Dios, venceremos el temor y la inseguridad
de este mundo. Si aceptamos filialmente la voluntad del Padre, en horas
agradables y en horas difíciles, dando así testimonio valiente de Cristo,
entonces Él nos recibirá un día en la casa del Padre.
“Si uno se pone de mi parte ante los hombres, yo
también me pondré de su parte ante mi Padre del cielo. Y si uno me niega ante
los hombres, yo también lo negaré ante mi Padre del cielo.”
Preguntas para
la reflexión
1. ¿Siento temor ante el futuro?
2. ¿Qué cosas me angustian?
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