Asunción de María
Padre Nicolás Schwizer
N° 183- 01 de agosto de
2016
Todos
conocemos el contenido del misterio de la Asunción: María fue llevada al cielo
con su cuerpo y con su alma. Ella es el único ser humano ‑ a excepción de su
Hijo Jesús ‑ que está en el cielo con su cuerpo. Esa es la verdad de fe que el
Papa Pio XII ha dogmatizado en el año 1950.
Pero, ¿por
qué este privilegio? Sabemos que María ha tenido en su cuerpo inmaculado a
Cristo, el Hijo de Dios, y le ha dado un cuerpo humano. Y el Hombre‑Dios está
con su cuerpo glorioso en el cielo. Conviene, por eso, que también su Madre
participe en esta incorruptibilidad y glorificación del cuerpo. Y así está
también Ella con su cuerpo transfigurado en el cielo.
La Asunción es
así como la coronación de su vida y nos da una visión más clara de Ella. Es
compañera y ayudante de Cristo durante toda su vida: desde la encarnación hasta
la cruz, y ahora también lo es en el cielo. Y así participa en el Reino de
Cristo y de la Sma. Trinidad.
Por eso es la
más poderosa abogada del cielo. Y como está con su cuerpo, está también con su
corazón humano, con su corazón maternal.‑ Y porque no solo es la Madre de
Cristo, sino también nuestra Madre, entendemos cómo y por qué actúa siempre
desde el cielo por nosotros, sus hijos. Y ahora nos preguntamos: ¿qué quiere
decirnos Dios por medio de este dogma de la Asunción? La Virgen glorificada
en el cielo es un signo de esperanza y de promesa para todos nosotros. En Ella
podemos ver prefigurado nuestro propio destino.
La idea de la
muerte hace temblar a muchos cristianos. Es natural cierto temor ante lo
desconocido, como también el dolor por la separación de una persona querida.
Pero para muchos no se trata solo de esto: En el fondo no creen que también
nuestros cuerpos resucitarán como el de Cristo. Piensan que después de la
muerte llevaremos una especie de vida a medias, como hombres incompletos, como
ánimas.
María, en el misterio de su Asunción en cuerpo y alma, nos recuerda que
la plenitud del hombre se alcanzará precisamente más allá de la muerte. Recién
allá Cristo colmará nuestra alma y nuestro cuerpo de su vida nueva, se
alcanzará nuestra liberación definitiva, que incluye la liberación de la
muerte. Por eso, sólo Cristo es nuestro verdadero liberador, que nos resucitará
a todos.
La Sma. Virgen fue la primera. Ella mereció seguir a Cristo antes
que nadie en su Resurrección, porque como nadie le siguió aquí en la tierra.
Por eso, desde el cielo, María nos recuerda también la importancia de esta vida
terrenal. Es en nuestra lucha diaria, en medio de este mundo, donde se va
conquistando poco a poco nuestra propia Resurrección. Así habrá una continuidad
total entre nuestra vida en la tierra y nuestra vida en el cielo.
Podemos preguntarnos también: ¿por qué Dios quiso proclamar este dogma
de la Asunción? Me parece que Dios quiso manifestar, en la imagen de la
Asunta, la dignidad del cuerpo humano y, muy especialmente, la dignidad del
cuerpo de la muerte. Cada mujer nació para ser un reflejo de María, para
irradiar esa nobleza y realeza de Ella. Cuando encontramos niñas y mujeres así,
nos emocionan, porque son como un recuerdo de María.
Sin embargo, nuestro mundo de hoy se esfuerza por destruir esta imagen
noble de la mujer. Trata de reducirla a la simple categoría de instrumento de
placer. Basta mirar los quioscos de revistas o la propaganda de las películas,
para ver la imagen de mujer que se le vende hoy a la sociedad. No podremos
construir una sociedad más cristiana, si no forjamos también un tipo nuevo y
digno de mujer, según la imagen de María. El idealismo, la moral y la
fecundidad de un pueblo se mantiene o desmorona con sus mujeres.
Queridos hermanos, pidamos a la Asunta que Ella siempre nos
recuerde la dignidad y nobleza a que toda mujer está llamada. Con Ella, la
mujer revestida del Sol y coronada de estrellas, queremos estar, un día todos
juntos en el cielo. Pidámosle, por eso, también que Ella vele maternalmente por
cada uno de nosotros y nos conduzca a la Casa del Padre.
Además de madre, ¿es la Virgen María mi abogada del cielo?
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