jueves, abril 28, 2016

El Puente N° 4 / 2016 - HIJA FIEL


HIJA FIEL, viviendo la filialidad de la vida diaria en la escuela de María


¡HOGAR, CORAZÓN Y NIDO!


Aporte del Curso 6 - Región Metropolitana

Construir un nido es concebir un fruto del amor que busca proyectarse y dar vida. Nosotras anhelamos ser además de hogar que contiene, cobija, da calor, luz y alimento, ser para los demás un nido que con su calidez ayude a plasmar todo lo que se gesta para que nazca, para dar a luz, para tener vida abundante…




Nuestro Ideal de Curso es ser “FILIA, COR UNUM IN PATRE”: HIJA, UN SOLO CORAZÓN EN EL CORAZÓN DEL PADRE. Nosotras, a la luz de este Ideal asumimos la misión de ser hogar, ser corazón, ser nido. 

Construir un nido es concebir un fruto del amor que busca proyectarse y dar vida. Nosotras anhelamos ser además de hogar que contiene, cobija, da calor, luz y alimento, ser para los demás un nido que con su calidez ayude a plasmar todo lo que se gesta para que nazca, para dar a luz, para tener vida abundante, que crezca y se desarrolle; acompañando con acción y oración todos los proyectos y emprendimientos, ya sean del corazón, espirituales o materiales que nos ayuden a ser instrumentos dóciles, activos y vehementes en la construcción del Reino de Dios.

Para lograrlo, nuestros corazones están siempre alertas y dispuestos, abiertos y receptivos, ardientes e impetuosos, para detectar las necesidades entre nosotras y hacia afuera del curso; cultivando el cobijamiento, la alegría, la misericordia, las obras temporales y espirituales, tal como urge el amor, satisfacer las necesidades de nuestros hermanos, dentro de la familia, de Schoensttat, como de la Iglesia que tanto amó nuestro Padre y Fundador.

Dios nos pensó desde la eternidad para ser corazón de la Iglesia. Corazón que ama sin medida, como dice San Agustín: “La medida del amor, es amar sin medida”.

Queremos vivirlo en Alianza de Amor con María, como hijas de nuestro Padre y Fundador que fue un solo corazón en Su Corazón, viviendo esa misión dentro de Schoenstatt, la Iglesia y el mundo.

¿A qué aspiramos? Aspiramos a hacer presente a María en medio del mundo, así Ella dará nuevamente a luz a Cristo. Aspiramos a anunciar con nuestro ser y obrar el Ideal de mujer, esposa y madre irradiando el rayo de las glorias de María, siendo hijas fieles.

¿Cómo lo queremos vivir? Pretendemos vivir la santidad de la vida diaria en libertad y magnanimidad. Cobijadas en el Corazón de María y desde allí enfrentar las crisis trasladándonos, espiritual o físicamente, al Santuario para recibir sus gracias haciendo vivas las palabras de nuestro Padre y Fundador: “Sin Santuario no hago nada”.

¿Qué actitud tratamos de asumir? Anhelamos una entrega amorosa a la voluntad del Padre, basada en la fe práctica de la Divina Providencia con alegría, humildad, confianza y entrega absoluta. 

Como hijas, nos sabemos y sentimos amadas con predilección. Nos exigimos vivir una intensa vida de oración con largos y profundos momentos de silencio y Adoración Eucarística para permitirle a Dios Padre que nos exprese su voluntad, ya sea a través de Su orden de ser, de otras personas, o de las voces del tiempo.  

Adoptando la actitud de María que siempre dio su Fiat, su Sí incondicional, cobijándonos en el amor del Padre podemos cobijar a otros, primero cobijándonos entre nosotras, conociéndonos, comprendiéndonos y aceptándonos. Somos hogar en nuestra familia y luego con aquellos que a diario se nos presentan. “Si somos fiel instrumento Tuyo, nos ayudas en todo instante para que demos abundante fruto” (Padre Kentenich).

Ser hijas de María nos conduce al Padre, nos cobija, nos transforma y nos envía. Ofrecemos diariamente nuestros esfuerzos por la autoeducación, la generosidad y la frecuencia de los sacramentos. 

Nos sabemos instrumentos débiles pero confiamos en la Divina Providencia con filialidad heroica. Decimos en nuestra oración de Curso: “Tú, compañera y colaboradora de Cristo, eres modelo de nuestro ideal. Llévanos a Él para mostrar al mundo Su victoriosidad con lo que somos y tenemos”.

En este Año Jubilar nos dirigimos a la Madre de la Misericordia como nos pide nuestro Papa Francisco: “para que la dulzura de Su Mirada nos acompañe en este Año Santo. Para que todos podamos redescubrir y experimentar la alegría de la ternura de Dios…” 

La Madre del Crucificado Resucitado entró en el Santuario de la Misericordia Divina porque participó íntimamente en el misterio de Su Amor...

María fue preparada desde siempre por el amor del Padre para ser Arca de la Alianza entre Dios y los hombres. Custodió en su corazón la Divina Misericordia en perfecta sintonía con su Hijo Jesús...

Al pie de la cruz, María junto a Juan, el discípulo del amor, es testigo de las palabras de perdón que salen de la boca de Jesús. El perdón supremo ofrecido a quien lo ha crucificado nos muestra hasta dónde puede llegar la Misericordia Divina. 

María atestigua que la misericordia del Hijo de Dios no conoce límites y alcanza a todos sin excluir a ninguno.

Aspiramos vivir en clave mariana, asemejándonos a Ella en su actitud interior para llegar a ser transparentes más puros, para nuestros hijos y nietos, para todos los hombres y así, nuestros apostolados serán mucho más fecundos. 

Por la Alianza de Amor le hemos entregado todo lo que somos y tenemos y Ella, Nuestra Madre y Reina, se hace cargo de todo lo nuestro, nosotras sólo somos sus pequeños instrumentos. 

¡Gracias Mater!!!
   
Dolores Villanueva, Amalia Torino, Leonor Mesones, Susana Trevisán, Norma Cadorini
Curso 6 - Región Metropolitana

No hay comentarios.: