Queridas hermanas, madres de Federación,
Me las imagino preparando sus corazones y hogares para
recibir a Jesús.
Desde el Santuario Hogar, como hijas fieles, alma y corazón,
salimos al Encuentro del Niño Dios y le llevamos a muchos lugares donde se
necesita amor, comprensión, compañía, solidaridad y calidez.
¡Cuántos regalos podremos poner al pie del pesebre! Un año
cargado de vivencias, júbilo, misión. Le ofreceremos todo, todo lo bueno,
también lo triste; los logros, también los fracasos; los vínculos, también las
pérdidas. Capital de Gracias hecho ofrenda para Dios.
Las lecturas bíblicas del tiempo de Adviento nos muestran la
misión de Jesús, la luz verdadera que trae libertad y un futuro diferente. Is
61, 1-11.
En la mirada de Dios, nos dice la lectura del profeta Isaías,
los que sufren, los de corazón desgarrado, los cautivos, son los primeros. Ellos
han de experimentar esa vida más digna y liberada que Dios quiere para todas sus
criaturas.
¿Qué rostros, historias y heridas presento hoy ante el
Señor?
Hay etapas en la vida en las que se hace urgente escuchar la
promesa de algo bueno. Escucharla y creerla porque viene de Dios. Y nuestro Dios
es fiel y cumple su palabra. Llegará la sanación de las heridas, la luz en las
tinieblas.
¿Qué espacios de mi vida necesito abrir a la Esperanza?
Anhelo, sed, aproximación a la luz, expectación. Eso es el
Adviento. Es tiempo de prepararse a algo grande. Nos preparamos para la venida
de Aquel que hace que todo sea distinto.
¿Qué puedo hacer para que se note la venida de Jesús, en mi
familia, en mi comunidad, en mi ámbito cotidiano?
CANTO DE
ADVIENTO
No hay que temer al
fracaso, a la lucha,
al dolor, a los pies de
barro
o a la
debilidad.
No hay que temer a la
propia historia,
con sus aciertos y
tropiezos;
ni a las dudas; ni al
desamor;
que la vida es así,
compleja,
turbulenta, hermosa,
incierta.
Pero
luchemos
contra la tristeza
perenne,
esa que se instala en el
alma
y ahoga el
canto.
Alimentemos la semilla
de la alegría
que Dios nos plantó muy
dentro.
Qué surja, poderosa, la
voz esperanzada,
esa que clama en
desiertos y montes,
en calles y
plazas,
en
hospitales,
en
prisiones,
en hogares y
veredas.
Cantemos, hasta la
extenuación,
la vida de Dios hecho
Niño,
el Niño hecho
hombre,
del Hombre
crucificado
que ha de vencer la
cruz, una vez más.
Nadie va a detener el
Amor
que se despliega,
invencible,
en este mundo que
aguarda.
Aunque
aún no lo veamos.
José María
Rodríguez Olaizola, sj
¡Les deseo una feliz Navidad y buen
año nuevo 2015!
Lux
Elena
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