miércoles, diciembre 24, 2014

Saludo Lux Elena

Queridas hermanas, madres de Federación,

Me las imagino preparando sus corazones y hogares para recibir a Jesús.

Desde el Santuario Hogar, como hijas fieles, alma y corazón, salimos al Encuentro del Niño Dios y le llevamos a muchos lugares donde se necesita amor, comprensión, compañía, solidaridad y calidez.

¡Cuántos regalos podremos poner al pie del pesebre!  Un año cargado de vivencias, júbilo, misión. Le ofreceremos todo, todo lo bueno, también lo triste; los logros, también los fracasos; los vínculos, también las pérdidas. Capital de Gracias hecho ofrenda para Dios.

Las lecturas bíblicas del tiempo de Adviento nos muestran la misión de Jesús, la luz verdadera que trae libertad y un futuro diferente. Is 61, 1-11.
En la mirada de Dios, nos dice la lectura del profeta Isaías, los que sufren, los de corazón desgarrado, los cautivos, son los primeros. Ellos han de experimentar esa vida más digna y liberada que Dios quiere para todas sus criaturas.
 ¿Qué rostros, historias y heridas presento hoy ante el Señor?

Hay etapas en la vida en las que se hace urgente escuchar la promesa de algo bueno. Escucharla y creerla porque viene de Dios. Y nuestro Dios es fiel y cumple su palabra. Llegará la sanación de las heridas, la luz en las tinieblas.
¿Qué espacios de mi vida necesito abrir a la Esperanza?

Anhelo, sed, aproximación a la luz, expectación. Eso es el Adviento. Es tiempo de prepararse a algo grande. Nos preparamos para la venida de Aquel que hace que todo sea distinto.
¿Qué puedo hacer para que se note la venida de Jesús, en mi familia, en mi comunidad, en mi     ámbito cotidiano?


CANTO DE ADVIENTO                              

No hay que temer al fracaso, a la lucha,
al dolor, a los pies de barro
o a la debilidad.
No hay que temer a la propia historia,
con sus aciertos y tropiezos;
ni a las dudas; ni al desamor;
que la vida es así, compleja,
turbulenta, hermosa, incierta.
Pero luchemos
contra la tristeza perenne,
esa que se instala en el alma
y ahoga el canto.
Alimentemos la semilla de la alegría
que Dios nos plantó muy dentro.
Qué surja, poderosa, la voz esperanzada,
esa que clama en desiertos y montes,
en calles y plazas,
en hospitales,
en prisiones,
en hogares y veredas.
Cantemos, hasta la extenuación,
la vida de Dios hecho Niño,
el Niño hecho hombre,
del Hombre crucificado
que ha de vencer la cruz, una vez más.
Nadie va a detener el Amor
que se despliega, invencible,
en este mundo que aguarda.
Aunque aún no lo veamos.
José María Rodríguez Olaizola, sj

¡Les deseo una feliz Navidad y buen año nuevo 2015!

Lux Elena

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