P. Martin Emge. Hace 70 años, el 7 de abril el Padre Franz Reinisch recibió el llamado al Ejército. Había estado esperando la noticia en su "escondite" en Wegscheid, pues significaba que le había llegado la hora decisiva. Sí. Wegscheid (que se traduce como encrucijada), se había convertido en la encrucijada de su vida. Su conciencia no le permitía hacer el juramento de lealtad a Hitler. "Como cristiano y como austríaco jamás podría jurar lealtad a una persona como Hitler. Tienen que haber personas que protesten contra el abuso de poder, y me siento llamado a hacer esa protesta". Era obvio que esa protesta significaba apostar por la muerte.
La crónica relata cuán unido estaba él a la Madre Tres Veces Admirable en este periodo decisivo de su vida:
Después
de un trabajo temporal como Asistente en Aussergefild y Abenberg, y luego una
visita a Innsbruck y Schoenstatt, el Padre Reinisch tomó su último puesto en
Wegscheid cerca de Passau, en la parroquia de San Juan Bautista desde el 1° de
marzo al 10 de abril de 1942. El párroco era el padre Georg Scharzbauer. El se
hizo cargo del trabajo pastoral del Padre Stunder quien ya había sido llamado a
filas, pero la Gestapo le había prohibido trabajar en escuelas o predicar.
Cuidaba un pequeño hospital de 40 camas, visitando enfermos y trabajando con
los moribundos. Además de eso, trabajaba en la parroquia como confesor.
Cuaresma y Semana Santa fueron para él tiempos de intensa oración y
preparación. Una contemporánea, Kathi Enzbrunner, recordó incluso después de 60
años, como rezó las estaciones del Via Crucis por última vez. Lo rodeaba una
irradiación penetrante. Evidentemente estaba rezando cada Estación, esperando
en cualquier momento recibir los papeles llamándolo a filas, que le llegaron el
Martes de Pascua, el 7 de abril de 1942. Se le ordenaba reportarse el día 14 de
abril en Bad Kissingen. Otra contemporánea, Klothide Fenzl, lo observó durante
la Misa escolar del 8 de abril, donde él ocupó un inusual lugar a la derecha al
final de la iglesia. En medio de la Mosa tomó una carta de su bolsillo y meditó
con ella.
Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres
En
una carta a su Superior Provincial, Padre Muhlbeyer, llamó a esa carta
"una carta de amor del Padre del Cielo, un mensaje de alegría de Cristo
Resucitado y un llamado de amor de nuestra bondadosa MTA". El nombre de
Wegscheid se convirtió para él en encrucijada. Ahí quedó echada su suerte.
Cuando se despidió, regaló sus pertenencias con las palabras "no volveré;
mientras menos tengo, más libre soy". Obviamente el Schwarzbauer trató de
que cambiara de idea e intentó hacerle ver otras cosas que no fueran el
juramento. Pero el P. Reinisch respondió con determinación: "No, Padre,
tenemos que obedecer a Dios antes que a los hombres". Le regaló su imagen
coronada de la MTA a una mujer desconocida en la estación y partió en el tren
de la tarde a las 4.30 PM en dirección a Nurenberg.
El
no esperó más que cuatro largos meses tras su negativa a servir en el ejército
Bad Kissingen y su decapitación en la prisión de Brandenburg Gorden el 21 de
agosto de 1942. Su celda de prisionero en Berlín Tegel se convirtió en un
santuario para él y fue ahí donde compuso su Himno de muerte el 9 de agosto. Se
trata de un registro único del amor de este sacerdote a María, su querida MTA,
a quien honró por sobre todos.
Tú eres el
signo grandioso
lleno de luz y de sol,
todo encendido e inundado
por el amor de Dios.
María, Virgen pura,
enciende todo mi ser,
en tu pequeño santuario
como una llama de amor.
lleno de luz y de sol,
todo encendido e inundado
por el amor de Dios.
María, Virgen pura,
enciende todo mi ser,
en tu pequeño santuario
como una llama de amor.
Como una
rosa doliente,
silente junto a la cruz,
dices tu sí al sacrificio
pues Dios lo quiere de ti.
También hoy llama al padre
héroes para la misión,
aquí me tienes, Madre,
como ofrenda de amor.
silente junto a la cruz,
dices tu sí al sacrificio
pues Dios lo quiere de ti.
También hoy llama al padre
héroes para la misión,
aquí me tienes, Madre,
como ofrenda de amor.
Reina de
todos los mundos,
vence la tempestad,
mata el engendro del diablo,
Tú, Vencedora Real.
Hazme un apóstol de Schoenstatt,
cual caballero estaré
y moriré sonriendo,
querida MTA.
vence la tempestad,
mata el engendro del diablo,
Tú, Vencedora Real.
Hazme un apóstol de Schoenstatt,
cual caballero estaré
y moriré sonriendo,
querida MTA.
En
este septuagésimo aniversario del 7 de abril, el P. Franz Reinisch merece un
lugar en el mosaico de la
Alianza de Amor entre los miles de rostros que han nacido de esa alianza el 18
de octubre de 1914 para cambiar el rostro de la Iglesia y el mundo. En la
incontenible libertad de los hijos de Dios.
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