LA MIRADA DE DIOS
Visita del Símbolo del Padre Dios
Triduo
Nos visita un símbolo especial: quiere representar la mirada
bondadosa del Padre Dios. En gran parte de los Santuarios filiales junto a la
imagen de la MTA, a la cruz de Jesucristo y al símbolo del Espíritu Santo – en
forma de una paloma – se ha colocado en la parte más alta del altar, un símbolo
de Dios Padre: expresa la mirada del buen Dios, providente y amoroso. No es una
mirada inquisidora, crítica, que nos pone incómodos, no es una simple mirada de
curioso ni de “gran hermano”, no es una mirada que nos controla y nos juzga. Es
la mirada del Padre que nos ama como una madre ama al niño de sus entrañas y
aún más. Es la mirada del que mira nuestra pequeñez como miró la pequeñez de
María. Es la mirada del que no ve las apariencias sino al corazón, del que ve
en los secreto y nos conoce con comprensión y ternura. Es la mirada del que me
sondea y me conoce, del que me acompaña y nunca me abandona en su providencia.
Es la mirada de amor que nos busca e invita a seguirlo.
El P. Kentenich colocó por primera vez un símbolo del Padre
en la navidad de 1948 en el Santuario de Nueva Helvetia. Hace 60 años – el 19
de marzo de 1952 - también lo colocó en el Santuario del Padre, en F. Varela,
nuestro Santuario Nacional, con una plática que es como la Carta Magna de
nuestra misión nacional: la misión de anunciar al mundo el evangelio de la
paternidad, de Dios y de sus transparentes.
Hacia el final de su vida el mismo Fundador regaló este
símbolo que hoy nos visita para que un día sea colocado en el Santuario
Original, cuando éste esté en manos de la Familia. Es el único símbolo que él
mismo regaló y mientras espera su lugar definitivo recorre el mundo uniendo y
motivando a toda la Familia internacional en la gran peregrinación hacia el
2014, hacia el Santuario Original.
Hoy está entre nosotros. Sentimos que en él nos visita el
mismo P. Kentenich, que nos conduce hacia el buen Padre de los cielos, para
estrechar un hondo abrazo de alianza con Él y para renovar nuestra misión de
llevar a este mundo huérfano, a este mundo “hijo pródigo” a la casa del Padre.
Precisamente en este año del Santuario en que anhelamos ser “Santuario vivo,
hogar para el mundo”.
“Últimamente nuestros Santuarios
filiales en el extranjero muestran cuánta importancia ha ganado en el pasado el
canalizar inteligencia, voluntad y corazón hacia el Padre Dios. En todos lados
se encuentra “el símbolo de la mirada del Padre”, que domina no sólo el pequeño
coro, sino todo el espacio interior del Santuario. Se lo colocó con gran
solemnidad en presencia de todo el movimiento. El acto solemne ha de ser
considerado como el fin de un largo desarrollo, rico en tensiones y
bendiciones y como el comienzo de una
próxima etapa, aún mucho más fecunda.”(PK 1952)
Córdoba 2012
Primer día
El Padre
providente
El símbolo
del Padre nos habla del Dios de la vida y de la historia, de mi vida y de mi
historia concretas, el Dios de la Providencia.
Él me conoce hasta lo más hondo, conoce lo mejor de mí y tiene maravillosos
planes para mí. Su voluntad es un extraordinario plan de amor y sabiduría, es
el itinerario y el calendario de mi vida.
“Todo el Reino de Dios parte del
Padre y desemboca otra vez en manos del Padre. ¡A Patre! ¡Desde el Padre!... ¡Ad
Patrem! ¡Hacia el Padre! Esto es lo que nos indica el símbolo del Padre. El
punto de reposo en todo el orden salvífico es Aquel que está sentado en el
trono: de Él parte toda la vida. El libro de la vida, el libro del destino del
mundo, de la Iglesia y de los hombres en particular, está en su mano. Allí está
señalado exactamente el plan de nuestra vida y su mano poderosa y bondadosa
cuida para que este plan se perfeccione y se realice parte por parte.” (PK
19.03.1952)
Pidamos al
Padre que nos regale la fe en su divina y maravillosa providencia, que podamos
descubrir su presencia detrás de cada acontecimiento de nuestra vida y nos
sepamos siempre seguros bajo su mirada y de su mano.
Rezamos con
el Salma 139
Señor, tú
me sondeas y me conoces,
tú sabes
si me siento o me levanto;
de lejos
percibes lo que pienso,
te das
cuenta si camino o si descanso,
y todos
mis pasos te son familiares.
Antes que
la palabra esté en mi lengua,
tú,
Señor, la conoces plenamente;
me rodeas
por detrás y por delante
y tienes
puesta tu mano sobre mí;
una
ciencia tan admirable me sobrepasa:
es tan
alta que no puedo alcanzarla.
¿A dónde
iré para estar lejos de tu espíritu?
¿A dónde
huiré de tu presencia?
Si subo
al cielo, allí estás tú;
si me
tiendo en el Abismo, estás presente.
Si tomara
las alas de la aurora
y fuera a
habitar en los confines del mar,
también
allí me llevaría tu mano
y me
sostendría tu derecha.
Si dijera:
“¡Que me cubran las tinieblas y
la luz sea como la noche a mi alrededor!”,
las tinieblas
no serían oscuras para ti
y la
noche sería clara como el día.
Tú
creaste mis entrañas,
me
plasmaste en el seno de mi madre:
te doy
gracias porque fui formado
de manera
tan admirable.
¡Qué
maravillosas son tus obras!
Tú
conocías hasta el fondo de mi alma
y nada de
mi ser se te ocultaba,
cuando yo
era formado en lo secreto,
cuando
era tejido en lo profundo de la tierra.
Tus ojos
ya veían mis acciones,
todas
ellas estaban en tu Libro;
mis días
estaban escritos y señalados,
antes que
uno solo de ellos existiera.
¡Qué
difíciles son para mí tus designios!
¡Y qué
inmenso, Dios mío, es el conjunto de ellos!
Si me
pongo a contarlos, son más que la arena;
y si
terminara de hacerlo,
aún
entonces seguiría a tu lado.
Terminamos con el Padre Nuestro y la pequeña consagración a María
Segundo día
El Padre de misericordia
La Virgen María alaba a
Dios “porque miró con bondad mi pequeñez e hizo grandes cosas en mí…
acordándose de su misericordia” (Magnificat). El símbolo nos recuerda que el
Padre nos ama como a la niña de sus ojos, como la cara pupila de sus ojos.
Somos lo más importante para Él. Por nosotros lo da todo, hasta a su propio
Hijo en rescate. Él dice de vos y de mí: Eres mi hijo muy amado, en quien tengo
puesta mi predilección.
“Sabemos que el símbolo del Padre
nos indica: ad Patrem! Lo que parte del Padre debe volver al Padre. Por lo
tanto la Santísima Virgen no es sólo un remolino que nos lleva a Cristo, sino
también que nos lleva al Padre. La Madre y el Hijo tienen sólo una tarea:
conducir al Padre. Por cierto que nosotros, como Provincia del Padre, hemos
tenido desde el principio la tarea de llevar una corriente patrocéntrica a la
Familia, al mundo y a nuestro tiempo…. Cuanto más fuimos conducidos a la
Santísima Virgen, tanto más fuertemente Ella nos a Cristo, y en Cristo, al
Padre… Y así como la corriente patrocéntrica ha crecido extraordinariamente,
también el reverso ha crecido extraordinariamente: la corriente filial. Padre e
hijo forman una unidad. Donde ha crecido la corriente del Padre, allí fluye
también una corriente de filialidad. ¿Qué otra cosa podía necesitar con mayor
urgencia la época actual que una corriente del Padre y una corriente de
filialidad?... La Santísima Virgen nos condujo al Padre. Ella nos enseñó a
rezar 'Padre nuestro', 'Padre, te agradezco que me hayas revelado esto a mí.
Te agradezco porque lo has revelado a los pequeños. Te agradezco que nos hayas
revelado a nosotros todo el mundo de la sencilla filialidad. Te agradecemos
porque hemos encontrado al Padre...'"
(PK, 19.03.52)
Aunque a
veces nos cuesta sabernos y sentirnos sus hijos predilectos, pongamos en el
amor misericordioso y fiel del Padre toda nuestra esperanza. Recemos de corazón
el Padre Nuestro, meditando cada palabra… tu nombre, tu reino, tu voluntad, tú,
Padre.
Se puede
meditar el canto de Dios Padre (Grande es el cariño) y al final renovamos la
pequeña consagración a María.
Tercer día
El Padre,
fuente de toda paternidad
La tragedia de la cultura de hoy es la tragedia
del Padre, repitió muchas veces el P. Kentenich. Lo experimentamos en nosotros
mismo y a nuestra alrededor. Muchos hombres, al decir de Sábato, “herederos de
un abismo, deambulan exiliados en una tierra que no les otorga cobijo. En este
desguarnecimiento existencial y metafísico, sufren huérfanos de cielo y de
techo” (Antes del fin). El Padre es raíz que nos sostiene, casa que nos cobija,
brújula que nos orienta. Nos da nombre, identidad y dignidad. Somos sus hijos,
a Él pertenecemos. Desde sus Santuario María quiere formar hombres y mujeres
que encarnen y reflejen el rostro y el amor del Padre al mundo de hoy, donde
tantos hijos pródigos se sienten chicos de la calle, para llevarlos al hogar.
“Santuario vivo, hogar para el mundo”.
“Si la Santísima Virgen
quiere crear desde sus Santuarios una profunda renovación mundial, entonces
tiene que preocuparse también de que los transparentes del Padre Dios, el padre
humano como reflejo del Padre Eterno, sea nuevamente el punto de reposo aquí en
la tierra...Parece ser una de las tareas más esenciales de la Madre y Reina tres veces
Admirable de Schoenstatt, crear desde sus Santuarios esta doble corriente
patrocéntrica. Desde hace años venimos diciendo que uno de los mensajes
nucleares de Schoenstatt es el mensaje de Dios Padre, es el mensaje de su
imagen terrena, del transparente de Dios, y éste como el medio más importante y
vital para que se dé en forma viva y eficaz una profunda e íntima filialidad
frente al Padre Dios... Cristo declara: 'He manifestado tu Nombre a los
míos...' Saben que nombre es. Es el nombre del Padre que hoy ya no suena más.
¡Cuántos millones de hombres ya no tienen padre! ¿Cómo suena hoy la palabra
padre? Millones y millones de hombres no tienen idea de los rasgos paternales
de Dios, porque nunca han percibido el reflejo de este Dios, estos rasgos
paternales en su padre humano.” (PK, 19.03.1952)
Pidamos
que la mirada del Padre nos regale la alegría de sentirnos muy hijos y que
podamos responder con nuestra entrega filial y con un amor paternal/maternal
que haga sentir a todos los hombres la cercanía y el cuidado del Padre bueno,
de ese Dios que es y nos hace familia.
Juan 14,1-9
«No se inquieten. Crean en Dios y crean también en
mí. En la Casa de mi Padre hay muchas habitaciones… Yo voy a prepararles un lugar. Y cuando haya ido y les
haya preparado un lugar, volveré otra vez para llevarlos
conmigo, a fin de que donde yo
esté, estén también ustedes. Ya
conocen el camino del lugar adonde voy».
Tomás le dijo: «Señor, no sabemos adónde vas. ¿Cómo
vamos a conocer el camino?».
Jesús le respondió: «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre, sino por mí. Si
ustedes me conocen, conocerán también a mi Padre. Ya desde ahora lo conocen y lo han visto».
Felipe le dijo: «Señor, muéstranos al Padre y eso
nos basta».
Jesús le respondió: «Felipe, hace tanto tiempo que
estoy con ustedes, ¿y todavía no me conocen? El que me ha visto, ha visto al Padre.”
No hay comentarios.:
Publicar un comentario