viernes, marzo 30, 2012

LA MIRADA DE DIOS
Visita del Símbolo del Padre Dios
Triduo
Nos visita un símbolo especial: quiere representar la mirada bondadosa del Padre Dios. En gran parte de los Santuarios filiales junto a la imagen de la MTA, a la cruz de Jesucristo y al símbolo del Espíritu Santo – en forma de una paloma – se ha colocado en la parte más alta del altar, un símbolo de Dios Padre: expresa la mirada del buen Dios, providente y amoroso. No es una mirada inquisidora, crítica, que nos pone incómodos, no es una simple mirada de curioso ni de “gran hermano”, no es una mirada que nos controla y nos juzga. Es la mirada del Padre que nos ama como una madre ama al niño de sus entrañas y aún más. Es la mirada del que mira nuestra pequeñez como miró la pequeñez de María. Es la mirada del que no ve las apariencias sino al corazón, del que ve en los secreto y nos conoce con comprensión y ternura. Es la mirada del que me sondea y me conoce, del que me acompaña y nunca me abandona en su providencia. Es la mirada de amor que nos busca e invita a seguirlo.
El P. Kentenich colocó por primera vez un símbolo del Padre en la navidad de 1948 en el Santuario de Nueva Helvetia. Hace 60 años – el 19 de marzo de 1952 - también lo colocó en el Santuario del Padre, en F. Varela, nuestro Santuario Nacional, con una plática que es como la Carta Magna de nuestra misión nacional: la misión de anunciar al mundo el evangelio de la paternidad, de Dios y de sus transparentes.
Hacia el final de su vida el mismo Fundador regaló este símbolo que hoy nos visita para que un día sea colocado en el Santuario Original, cuando éste esté en manos de la Familia. Es el único símbolo que él mismo regaló y mientras espera su lugar definitivo recorre el mundo uniendo y motivando a toda la Familia internacional en la gran peregrinación hacia el 2014, hacia el Santuario Original.
Hoy está entre nosotros. Sentimos que en él nos visita el mismo P. Kentenich, que nos conduce hacia el buen Padre de los cielos, para estrechar un hondo abrazo de alianza con Él y para renovar nuestra misión de llevar a este mundo huérfano, a este mundo “hijo pródigo” a la casa del Padre. Precisamente en este año del Santuario en que anhelamos ser “Santuario vivo, hogar para el mundo”.
“Últimamente nuestros Santuarios filiales en el extranjero muestran cuánta importancia ha ganado en el pasado el canalizar inteligencia, voluntad y corazón hacia el Padre Dios. En todos lados se encuentra “el símbolo de la mirada del Padre”, que domina no sólo el pequeño coro, sino todo el espacio interior del Santuario. Se lo colocó con gran solemnidad en presencia de todo el movimiento. El acto solemne ha de ser considerado como el fin de un largo desarrollo, rico en tensiones y bendiciones  y como el comienzo de una próxima etapa, aún mucho más fecunda.”(PK 1952)
 P. Juan Pablo Catoggio
Córdoba 2012

Primer día
El Padre providente
El símbolo del Padre nos habla del Dios de la vida y de la historia, de mi vida y de mi historia concretas, el Dios de la Providencia.  Él me conoce hasta lo más hondo, conoce lo mejor de mí y tiene maravillosos planes para mí. Su voluntad es un extraordinario plan de amor y sabiduría, es el itinerario y el calendario de mi vida.
“Todo el Reino de Dios parte del Padre y desemboca otra vez en manos del Padre. ¡A Patre! ¡Desde el Padre!... ¡Ad Patrem! ¡Hacia el Padre! Esto es lo que nos indica el símbolo del Padre. El punto de reposo en todo el orden salvífico es Aquel que está sentado en el trono: de Él parte toda la vida. El libro de la vida, el libro del destino del mundo, de la Iglesia y de los hombres en particular, está en su mano. Allí está señalado exactamente el plan de nuestra vida y su mano poderosa y bondadosa cuida para que este plan se perfeccione y se realice parte por parte.” (PK 19.03.1952)
Pidamos al Padre que nos regale la fe en su divina y maravillosa providencia, que podamos descubrir su presencia detrás de cada acontecimiento de nuestra vida y nos sepamos siempre seguros bajo su mirada y de su mano.
Rezamos con el Salma 139
Señor, tú me sondeas y me conoces,
tú sabes si me siento o me levanto;
2de lejos percibes lo que pienso,
te das cuenta si camino o si descanso,
3y todos mis pasos te son familiares.

Antes que la palabra esté en mi lengua,
4tú, Señor, la conoces plenamente;
me rodeas por detrás y por delante
5y tienes puesta tu mano sobre mí;
una ciencia tan admirable me sobrepasa:
6es tan alta que no puedo alcanzarla.

¿A dónde iré para estar lejos de tu espíritu?
7¿A dónde huiré de tu presencia?
Si subo al cielo, allí estás tú;
8si me tiendo en el Abismo, estás presente.

Si tomara las alas de la aurora
9y fuera a habitar en los confines del mar,
también allí me llevaría tu mano
10y me sostendría tu derecha.

Si dijera: “¡Que me cubran las tinieblas 11y la luz sea como la noche a mi alrededor!”,
las tinieblas no serían oscuras para ti
1y la noche sería clara como el día.

Tú creaste mis entrañas,
1me plasmaste en el seno de mi madre:
te doy gracias porque fui formado
1de manera tan admirable.
14¡Qué maravillosas son tus obras!

14Tú conocías hasta el fondo de mi alma
y nada de mi ser se te ocultaba,
1cuando yo era formado en lo secreto,
1cuando era tejido en lo profundo de la tierra.

Tus ojos ya veían mis acciones,
1todas ellas estaban en tu Libro;
1mis días estaban escritos y señalados,
1antes que uno solo de ellos existiera.

¡Qué difíciles son para mí tus designios!
1¡Y qué inmenso, Dios mío, es el conjunto de ellos!
Si me pongo a contarlos, son más que la arena;
1y si terminara de hacerlo,
18aún entonces seguiría a tu lado.

Terminamos con el Padre Nuestro y la pequeña consagración a María


Segundo día
El Padre de misericordia

La Virgen María alaba a Dios “porque miró con bondad mi pequeñez e hizo grandes cosas en mí… acordándose de su misericordia” (Magnificat). El símbolo nos recuerda que el Padre nos ama como a la niña de sus ojos, como la cara pupila de sus ojos. Somos lo más importante para Él. Por nosotros lo da todo, hasta a su propio Hijo en rescate. Él dice de vos y de mí: Eres mi hijo muy amado, en quien tengo puesta mi predilección.

            “Sabemos que el símbolo del Padre nos indica: ad Patrem! Lo que parte del Padre debe volver al Padre. Por lo tanto la Santísima Virgen no es sólo un remolino que nos lleva a Cristo, sino también que nos lleva al Padre. La Madre y el Hijo tienen sólo una tarea: conducir al Padre. Por cierto que nosotros, como Provincia del Padre, hemos tenido desde el principio la tarea de llevar una corriente patrocéntrica a la Familia, al mundo y a nuestro tiempo…. Cuanto más fuimos conducidos a la Santísima Virgen, tanto más fuertemente Ella nos a Cristo, y en Cristo, al Padre… Y así como la corriente patrocéntrica ha crecido extraordinariamente, también el reverso ha crecido extraordinariamente: la corriente filial. Padre e hijo forman una unidad. Donde ha crecido la corriente del Padre, allí fluye también una corriente de filialidad. ¿Qué otra cosa podía necesitar con mayor urgencia la época actual que una corriente del Padre y una corriente de filialidad?... La Santísima Virgen nos condujo al Padre. Ella nos enseñó a rezar 'Padre nues­tro', 'Padre, te agradezco que me hayas revelado esto a mí. Te agra­dezco porque lo has revelado a los pequeños. Te agradezco que nos hayas revelado a nosotros todo el mundo de la senci­lla filialidad. Te agradecemos porque hemos encontra­do al Pa­dre...'"  (PK, 19.03.52)

Aunque a veces nos cuesta sabernos y sentirnos sus hijos predilectos, pongamos en el amor misericordioso y fiel del Padre toda nuestra esperanza. Recemos de corazón el Padre Nuestro, meditando cada palabra… tu nombre, tu reino, tu voluntad, tú, Padre.

Se puede meditar el canto de Dios Padre (Grande es el cariño) y al final renovamos la pequeña consagración a María.

Tercer día
El Padre, fuente de toda paternidad

La tragedia de la cultura de hoy es la tragedia del Padre, repitió muchas veces el P. Kentenich. Lo experimentamos en nosotros mismo y a nuestra alrededor. Muchos hombres, al decir de Sábato, “herederos de un abismo, deambulan exiliados en una tierra que no les otorga cobijo. En este desguarnecimiento existencial y metafísico, sufren huérfanos de cielo y de techo” (Antes del fin). El Padre es raíz que nos sostiene, casa que nos cobija, brújula que nos orienta. Nos da nombre, identidad y dignidad. Somos sus hijos, a Él pertenecemos. Desde sus Santuario María quiere formar hombres y mujeres que encarnen y reflejen el rostro y el amor del Padre al mundo de hoy, donde tantos hijos pródigos se sienten chicos de la calle, para llevarlos al hogar. “Santuario vivo, hogar para el mundo”.

                “Si la Santísima Virgen quiere crear desde sus Santuarios una profunda renova­ción mundial, entonces tiene que preocuparse también de que los transparentes del Padre Dios, el padre humano como reflejo del Padre Eterno, sea nuevamente el punto de reposo aquí en la tierra...Parece ser una de las tareas más esencia­les de la Madre y Reina tres veces Admirable de Schoenstatt, crear desde sus Santuarios esta doble corriente patrocéntri­ca. Desde hace años venimos diciendo que uno de los mensajes nucleares de Schoenstatt es el mensaje de Dios Padre, es el mensaje de su imagen terrena, del transparente de Dios, y éste como el medio más importante y vital para que se dé en forma viva y eficaz una profunda e íntima filialidad frente al Padre Dios... Cristo declara: 'He manifestado tu Nombre a los míos...' Saben que nombre es. Es el nombre del Padre que hoy ya no suena más. ¡Cuántos millones de hombres ya no tienen padre! ¿C­ómo suena hoy la palabra padre? Millones y millones de hombres no tienen idea de los rasgos paternales de Dios, porque nunca han percibido el reflejo de este Dios, estos rasgos paternales en su padre humano.” (PK, 19.03.1952)

Pidamos que la mirada del Padre nos regale la alegría de sentirnos muy hijos y que podamos responder con nuestra entrega filial y con un amor paternal/maternal que haga sentir a todos los hombres la cercanía y el cuidado del Padre bueno, de ese Dios que es y nos hace familia.

Juan 14,1-9

«No se inquieten. Crean en Dios y crean también en mí. En la Casa de mi Padre hay muchas habitaciones… 22Yo voy a prepararles un lugar. Y cuando haya ido y les haya preparado un lugar,  3volveré otra vez para llevarlos conmigo, 3a fin de que donde yo esté, 3estén también ustedes. Ya conocen el camino del lugar adonde voy».

Tomás le dijo: «Señor, no sabemos adónde vas. ¿Cómo vamos a conocer el camino?».

Jesús le respondió:6 «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida.6 Nadie va al Padre, sino por mí. Si ustedes me conocen, conocerán también a mi Padre.7 Ya desde ahora lo conocen y lo han visto».

Felipe le dijo: «Señor, muéstranos al Padre y eso nos basta».

Jesús le respondió: «Felipe, hace tanto tiempo que estoy con ustedes, ¿y todavía no me conocen? 9El que me ha visto, ha visto al Padre.”

 Terminamos rezando el Padre Nuestro y la pequeña consagración a María.

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