"Perseveraban en oración unánimes con María" Hechos 1,
14
El camino hacia Dios se nos hace tan difícil a nosotros, hombres
nacidos del polvo y cargados con el peso del pecado original, porque somos
insensibles a Dios y a lo divino, y sumamente receptivos a lo meramente terreno
y mundano. Tal como nos lo dicen los maestros espirituales y como lo confirma
innumerables veces la experiencia cotidiana, la Santísima Virgen demuestra ser
en tales casos el “señuelo” que nos aparta de todo lo anti divino y nos indica y
conduce hacia Dios y lo divino, haciendo que nos resulte “apetecible” a través
de todo su ser y de su modo de darse. Ella es el imán que nos atrae. Ella es
toda dulzura. Su corazón santo es el recinto sagrado en el que se puede tener
con Dios un trato sobresaliente. Sabemos a través de múltiples experiencias cuan
fuertemente incide en el alma el lugar que nos rodea.
Si la atmosfera en torno nuestro esta empapada de un espíritu
mundano, será difícil elevar el alma hacia Dios.
En cambio, si nuestro entorno esta sostenido por pensamientos divinos
y por calidez sobrenatural, experimentamos el impulso a incorporarnos a ese
ritmo de vida.
Todavía no hemos delineado suficientemente la imagen de María: vemos
ante nosotros a la bendita entre las mujeres con las lenguas de fuego sobre la
cabeza. De ese modo, nuestro Santuario hoy es nuestro Cenáculo.; nos vemos a
nosotros mismos junto a ella, y el Espíritu Santo desciende sobre
nosotros.
Basta recordar como todo nuestro interior resuena y se aúna en
nuestro Santuario, cuando este está impregnado de espíritu de
oración.
Esta es la sabiduría de vida católica que dio origen a la oración del
Rosario y que la mantiene viva.
El mundo a nuestro alrededor podrá estar impregnado de paganismo y
animalidad. Pero, las avemarías nos transportan al ámbito sagrado del corazón de
María. Allí estamos recogidos y llenos de espíritu a pesar de todo el movimiento
en torno nuestro y tenemos un trato sencillo con el amor eterno.(La
actualidad de María – PJK)
ORACION
Reina del Universo;
enciéndenos en un ardiente amor por ti;
haz que inflamemos al mundo entero en tu servicio,
para que todos los pueblos
encuentren el camino seguro hacia la Patria.
Tu santo corazón es para el mundo
el refugio de paz, el signo de elección
y la puerta de cielo.
Amén. (HP 541)
Y me consagro a ti, diciendo: Oh Señora mía, Oh Madre mía. . . . .
PROPOSITO
Trabajar por edificar mi casa, es decir mi vida de cada día sobre roca
firme, sobre Dios. A través de la oración, de la confianza y esperanza en
Él.
Irene
Bareiro